La Conferencia de Recuperación celebrada esta semana en Londres teje un colchón importante para dar estabilidad, pero constata que hace falta la implicación del sector privado y la dificultad de levantar cosas cuando Rusia trata de tumbarlas.
Prevén restricciones a la exportación de "múltiples componentes electrónicos" necesarios en los sistemas de armamento de Rusia, como drones, misiles y helicópteros.
La contienda deja ya más de 5.500 civiles muertos, además de al menos 9.000 soldados ucranianos y 25.000 rusos. Hay seis millones de refugiados, sin visos de esperanza.
Kiev ha llegado a convocar al embajador canadiense, porque sostiene que se "socava la unidad euroatlántica" en la aplicación de sanciones contra Moscú.
La polémica por el bloqueo de ciertos transportes en el corredor Suwalki ha llevado a Moscú a anunciar represalias en países que son directamente territorio UE y OTAN.
Todos los años ocurre lo mismo, hay que poner al día el Nord Stream 1, pero con Ucrania y las sanciones, se teme que Moscú no vuelva a abrir el grifo ante el invierno.
Con los combates centrados en el Donbás y Rusia avanzando lentamente, surgen las primeras dudas sobre la unidad de acción occidental. Esto dura ya demasiado.
Entre ellos, se incluyen en la lista negra la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajarova, o el empresario God Nisanov, "uno de los hombres más ricos de Europa".