El decimocuarto paquete de sanciones comunitarias toca, al fin, el gas licuado. Una jugada maestra muy delicada que ha tardado en pactarse pero ya es una realidad.
"Si Putin logra su objetivo de anexar Ucrania, la responsabilidad de ello recaería sustancialmente en el apoyo del Partido Comunista Chino. Y es beneficiaría sobre todo al presidente Xi", afirma sin cortapisas el analista Matthew Henderson.
Los embargos de armas o comerciales, la ruptura de relaciones, la imposición de sanciones o denuncias ante la justicia internacional son algunas de las vías por las que han optado distintos países para tratar de frenar el ataque sobre Gaza.
La falta de ingresos porque sus mercados se han buscado otros suministradores y su aislamiento por las sanciones tras la invasión de Ucrania lo ponen en aprietos.
"Al restringir su entrada, enviamos un mensaje claro de nuestro apoyo a Ucrania y de condena de las acciones de Moscú", defiende Noruega, el último en dar pasos.
La reinversión de los intereses de estos activos, a la que están obligadas estas entidades, genera unos beneficios extraordinarios que ascenderán a entre 2.500 millones y 3.000 millones de euros anuales.
Unos territorios de la Federación sufren los ataques de Kiev y el rigor de las sanciones, pero su territorio es grande y en otras áreas hay quien se hace de oro con las necesidades de la contienda y el aumento del consumo interno.
Las sanciones no han hundido la economía rusa, pero le complican la vida. Si la industria de Defensa o el petróleo aguantan, el gas natural, menos. Estos son los datos de sus ventas, sus clientes y quienes le han dado la espalda.