Reconstruir Ucrania: el triple reto del dinero, la seguridad y el pagador para levantar el país

Reconstruir Ucrania: el triple reto del dinero, la seguridad y el pagador para levantar el país

La Conferencia de Recuperación celebrada esta semana en Londres teje un colchón importante para dar estabilidad, pero constata que hace falta la implicación del sector privado y la dificultad de levantar cosas cuando Rusia trata de tumbarlas. 

Vista aérea de los daños causados por las bombas rusas en Bajmut. La imagen, del pasado 1 de junio, muestra la fiereza de la batalla más larga de esta guerra.Yan Dobronosov / Global Images Ukraine via Getty Images

Ucrania quiere ponerse en pie antes de que acabe la guerra. No se conforma con esperar a que los invasores rusos se marchen de su país, a que triunfe su contraofensiva y recobre su soberanía, sino que quiere, desde ya, reconstruir el país, estabilizarse y hasta crecer, con el ansia puesta en la normalización de la vida de sus 40 millones de ciudadanos y, también, su entrada final en la Unión Europea. Esta semana ha tenido lugar en Londres la segunda Conferencia de Recuperación de Ucrania (URC 2023), enfocada a lograr fondos y financiación para acometer esa reconstrucción. La cita ha sido un éxito, pero también ha constatado el triple reto al que se enfrenta Kiev: el de lograr el dinero suficiente, el de ofrecer seguridad y confianza a los inversores y el de ver quién paga, al menos por ahora, ante la destrucción ordenada por Vladimir Putin. 

Los números han sido buenos. El ministro británico de Exteriores del anfitrión Reino Unido, James Cleverly, informó de que en las dos jornadas de cumbre se ha captado "un total combinado de 60.000 millones de euros", gracias a las representaciones oficiales y empresariales de hasta 60 países que acudieron. Ha habido anuncios realmente contundentes, como el de la Comisión Europea, que prometió la mayor partida económica al liberar 50.000 millones de euros en préstamos y subvenciones; a ellos se suman otros 30.000 reservados ya el ejercicio pasado. Hay conversaciones con el Banco Europeo de Inversiones para dar garantías y financiar otros cien millones en préstamos. 

Luego está el reguero de aportaciones de otros estados, que también suman. Londres garantizará préstamos del Banco Mundial por valor de 2.750 millones de euros, más un paquete de ayuda bilateral, y Estados Unidos ofreció 1.180 millones de euros extras. España, por su parte, ha prometido siete millones más, que se van a dedicar a levantar refugios en colegios ya clínicas móviles para neonatos, además de para ayudar a víctimas de violencia sexual. La cifra se suma a los 250 millones de euros ya aportados por nuestro país. 

Según las estimaciones del propio Banco Mundial, el coste de la reconstrucción de Ucrania ascendía el 24 de febrero de 2023, un año después de iniciada la "operación militar especial" de Moscú, a 411.000 millones de dólares (376.000 millones de euros), mientras que las necesidades para 2023 son de unos 14.000 millones (12.810 millones de euros). Los mayores daños generados en el país se dan, por este orden, en infraestructuras, servicios sociales y centros productivos.

Estas cuentas que están ya completamente desfasadas este junio por el avance del asedio y por catástrofes como la voladura o rotura de la presa de Kajovka, que ha dejado 1.500 millones de euros en daños y 10 años para reconstruirla, según el Gobierno de Volodimir Zelenski. 

Estos fondos, afirmó Cleverly en su comparecencia, vienen a ofrecer "la estabilidad macroeconómica" que Ucrania necesita a corto plazo. Sin embargo, tiene más dudas en el largo, por eso hizo un llamamiento a la participación privada, a las empresas de los países aliados. En esta convocatoria, dice, ha habido "compromisos financieros significativos" del "mundo comercial". Se ha dado un paso "sólido", de inicio, porque más de 500 empresas de 42 naciones han suscrito el llamado Ukraine Business Compact o Pacto de empresas para Ucrania por el que se comprometen a invertir allí cuando "sea el momento adecuado", sin cerrarlo. 

En la lista de firmas que han trascendido están Google, Siemens o Uber, con una facturación conjunta de 1,46 billones de euros.

"Incluso ahora"

"Hay oportunidades de inversión, incluso ahora", enfatizó el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak. Fue ese el mismo mensaje trasladado por Zelenski y por su representante en la reunión, el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal. Y uno de los principales retos. Porque, ¿quién va a querer meter dinero en un país que cada mañana tiene que hacer balance de lo que Rusia le ha reventado la noche previa? Instalaciones energéticas, centros logísticos, hospitales y escuelas, edificios residenciales... 

Un ejemplo citado por la Agencia EFE: DTEK, la principal energética privada ucraniana, ha anunciado que busca financiación de 2.400 millones de euros para aplicar un plan a diez años de renovación de la red eléctrica en la región de Kiev, que comenzaría con un programa piloto de tres meses por 145 millones de euros en la zona de Irpin-Bucha-Borodyanka. Se calcula que hay 300 puentes por levantar de nuevo, millones de minas por retirar, toneladas de desechos industriales causados por bombas que tratar. ¿Cómo se hace todo eso en este escenario?

"La reconstrucción ya está ocurriendo. Es parte de nuestra resistencia", afirma a POLITICO Oleksandra Azarkhina, viceministra de Comunidades, Territorios y Desarrollo de infraestructura de Ucrania. "La gente se fue de Ucrania, pero al mismo tiempo, millones se quedan, trabajan, viven aquí (...). Necesitamos encontrar formas de brindar acceso a las necesidades básicas de esas personas. Ucrania necesita ayuda, no solo en el campo de batalla, sino en términos de inversión pública y privada", enfatiza. El cómo es el quid. 

Ya el año pasado, en la primera cumbre de recaudación celebrada en Lausana (la del año que viene será en Berlín), quedó claro que había que ofrecer garantías a los inversores. Zelenski se lo tomó a pecho y dice que ahora ya están trabajando para "dar confianza" real a quienes acudan a levantar su país. Se trabaja en una doble vía: por un lado, la de mejorar el funcionamiento del estado para ganar en transparencia y operatividad, con nueva legislación, y, por otro, en definir pólizas de seguros que cubran estas apuestas en zona de combate. Sin eso, esta suerte de Plan Marshall puede erigirse sobre pies de barro.

De Londres ha salido la puesta en marcha de un "mecanismo de póliza de seguro contra el riesgo de la guerra", avalado por el G7, para que las aseguradoras posibiliten las inversiones en Ucrania. Desde el departamento de Valdis Dombrovskis, el comisario europeo de Comercio, explican que Bruselas comparte "plenamente" esta necesidad de garantía y que la meta será que se cree "una especie de círculo virtuoso" por el que las firmas inviertan y construyan con confianza en Ucrania porque los estados arrimen el hombro y porque "los seguros mejoren las condiciones" para hacerlo. Por ejemplo, Europa apuesta por hacerlo "ya" en el plano del transporte marítimo y el comercio internacional, que no son sólo vitales para Kiev sino para buena parte del mundo menos rico. 

Los seguros, por tanto, avanzan, aunque sea como un primer marco que hay que desarrollar. "Hay voluntad", enfatiza la UE. Pero deben ir de a mano de facilidades para los inversores y, sobre todo, de un sistema creíble. Zelenski, el actor reconvertido en político, ganó las elecciones en 2019 precisamente con una fuerte campaña anticorrupción, uno de los principales problemas del país. Luego, la guerra se antepuso a todo, pero sus reformas no estaban siendo tan profundas como se esperaban y aún ahora surgen con cierta frecuencia despidos y depuraciones de elementos poco claros de la administración

"En la sala, algunos estaban preocupados por la corrupción cuando hagan donaciones masivas", explicaba The Economist. Ucrania tiene que limpiar todo eso y concretar leyes que garanticen la transparencia a quienes quieran poner dinero en su país. El premier Schmyhal lo ha prometido en la cumbre londinense. El Gobierno, dice, está "enfocado" en introducir disposiciones y reformas que "hagan posibles las condiciones de inversión". "Podemos hacerlo", remarca. Cleverly, el británico, lo avalaba diciendo que Kiev tiene "claridad de visión" de lo que hace falta, además de "optimismo y entusiasmo". El cambio puede ayudar, añade Bloomberg, ha hacer de paso una Ucrania más autónoma en lo energético, más limpia y verde, más sostenible. 

Los asesores del comisario Dombrovskis también son optimistas. El dinero tiene que llegar pero, también, "conjuntamente con reformas para hacer un país moderno, resistente, orientado y alineado con la UE". Porque, más allá de los fondos, la reforma integral es una de las exigencias de Bruselas a Kiev para que pueda acceder a la UE como estado miembro. Una condición que no cumplía antes de la guerra y que no cumple aún ahora, más allá de que esté en conflicto abierto. 

Esta semana, el diario El País ha adelantado que los de Zelenski han cumplido ya dos de los siete requisitos para integrarse en la UE. Ha mejorado en "la reformulación de los órganos judiciales y la ley de medios para la libertad de prensa y lucha contra la desinformación", pero aún queda camino por recorrer en cuanto a lucha contra la corrupción, poder de los oligarcas y blanqueo de capitales, añade la información. Esta semana, Olivér Várhelyi, el comisario europeo de Vecindad y Ampliación, ha dado cuenta de estos avances a los Veintisiete. 

Estados Unidos también ha mandado desde Londres un mensaje en este sentido. Su secretario de Estado, Antony Blinken, coincidió en que "se trata de sentar las bases para que Ucrania prospere como un país independiente plenamente integrado en la Unión Europea" y "una democracia arraigada en el estado de derecho", afirmó, tras defender que las inversiones privadas, si se animan, supondrán "un gran impulso para la economía europea y oportunidades" para emprendedores de todo el mundo. 

Quien rompe, paga

El primer ministro Schmyhal se marchó de la cumbre por la reconstrucción insistiendo en que Ucrania "se convertirá en un miembro de la Unión Europea" y en que ellos van propiciar un clima de negocios favorable". También, en que es Rusia la que "debe pagar", porque es la que lo ha destruido todo. Se debe "consensuar un sistema justo de compensación que permita usar los activos rusos congelados para reconstruir" su país, reclamó a sus aliados. 

Es uno de los nudos que quedaron sobre la mesa. Es muy complicado, hoy, hacer pagar a Putin. No obstante, han surgido propuestas intermedias, audaces, que podrían ir comprometiendo los intereses de Moscú, pero que plantean enormes dudas legales. Así, según indica POLITICO en el análisis ya citado, Europa se plantea usar las ganancias de los 200.000 millones de euros de activos del Banco Central Ruso que tiene congelados para reconstruir el país invadido. La iniciativa gusta a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que querría tenerla lista antes del verano. Ya ha sido comunicada a los estados miembros y se plantear la semana que viene a los líderes europeos en el consejo que se celebra en Bruselas, porque Ucrania necesita rapidez. 

El problema es que ese es un dinero bloqueado que no es de la UE, sigue siendo de Rusia. ¿Cómo se puede decidir entonces sobre su uso? Ahora mismo, indica este medio, hay un intenso debate entre los especialistas de la CE para ver si es posible dar el paso. Que Rusia como agresor tiene que responder al daño causado está claro, es una lógica en la que todos coinciden, pero no en todo lo demás. De nuevo, el cómo. El matiz puede estar no en el dinero bloqueado, sino en usar sólo los beneficios que genera. Alemania, Francia o Italia no lo acaban de ver. 

El reto de la reconstrucción y lo que lleva aparejado es mayúsculo y por ahora se aborda con un ímpetu desconocido desde la Segunda Guerra Mundial, acorde con las proporciones de la crisis. Mucho por hacer y, siempre, una duda de fondo: si un día cundirá el cansancio en Occidente, si la guerra se alarga, y la ayuda flaquea. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.