La pelea China- EEUU por la región hace de los comicios en la isla algo mucho más grande que un duelo doméstico. Pekín lo ve como una disyuntiva entre la guerra y la paz. El favorito defiende la soberanía de facto y una identidad separada de China.
Que se vean los líderes de las dos principales economías del mundo, enfrentadas a cara de perro, es una buena noticia. Pero tampoco lancemos las campanas al vuelo: de San Francisco no saldrán soluciones definitivas, pero quizá sí un par de acuerdos.
Situada en el atolón de Scarborough, suponía un peligro para la navegación, lo que vulnera las leyes internacionales, y afectaba a los pescadores de la zona.
Por un lado, la ASEAN defiende la soberanía de los atacados, pero por otro se niega a llamar invasor a Rusia. Aún hay relaciones de dependencia y Moscú trata con ahínco de expandir su influencia en la zona.
Las visitas de representantes estadounidenses a Taiwán han sido constantes en los últimos dos años, pese a la polémica por el despliegue de Nancy Pelosi.
El jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores del Partido Comunista de China, Wang Yi, se entrevista con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, en una visita que destensa las relaciones pero en la que las posturas de siempre no se alteran.
Aún así, Washington acusa a Pekín de "agresividad militar" en el estrecho de Taiwán y el mar de China meridional y Pekín hace una patrulla aérea conjunta con Rusia.
La importancia estratégica y económica de la isla, reconocida como provincia china de forma mayoritaria, explica las tensiones recrudecidas en la zona.
Washington defiende que ha llevado a cabo un ejercicio en defensa de la "libertad de navegación consistente con el derecho internacional". Países como Vietnam, Brunéi, Indonesia o Malasia pelean por el poderío en la zona.
Tsai Ing Wen ha llegado al país en su "tránsito" hacia América Latina, pero Pekín insiste en hablar de "líneas rojas" y amenaza con tomar represalias por el viaje.
Ha ocurrido en las Islas Xisha, en el delicado Mar de China Meridional, y Pekín dice que "socava gravemente" la estabilidad en la zona y "tomará medidas".
900 kilómetros entre Malasia e Indonesia conforman el pasillo por el que, sobre todo, llega el petróleo que mueve al gigante asiático. Su debilidad es que no lo controla.