Que se vean los líderes de las dos principales economías del mundo, enfrentadas a cara de perro, es una buena noticia. Pero tampoco lancemos las campanas al vuelo: de San Francisco no saldrán soluciones definitivas, pero quizá sí un par de acuerdos.
Situada en el atolón de Scarborough, suponía un peligro para la navegación, lo que vulnera las leyes internacionales, y afectaba a los pescadores de la zona.
Aún así, Washington acusa a Pekín de "agresividad militar" en el estrecho de Taiwán y el mar de China meridional y Pekín hace una patrulla aérea conjunta con Rusia.
La importancia estratégica y económica de la isla, reconocida como provincia china de forma mayoritaria, explica las tensiones recrudecidas en la zona.
Washington defiende que ha llevado a cabo un ejercicio en defensa de la "libertad de navegación consistente con el derecho internacional". Países como Vietnam, Brunéi, Indonesia o Malasia pelean por el poderío en la zona.
Washington y Tokio refuerzan su cooperación frente al "comportamiento cada vez más coercitivo de Pekín", que calificaron como un "desafío para su seguridad" común.
El temor vietnamita a que China aproveche su nuevo estatus de superpotencia para ganar posiciones en la región a costa de las demandas de los pequeños países del sudeste asiático empuja a Vietnam a responder a las querencias de Washinton, empeñado desde hace tres lustros en reconducir las relaciones con Vietnam, pieza fundamental de una estrategia de contención de China con reflejos añadidos en Seúl, Tokio, Manila o Canberra.
En los últimos meses asistimos a un recrudecimiento de las tensiones en el Mar de China meridional, con China como protagonista a la cabeza en los medios internacionales. A las reticencias y denuncias de Filipinas o Vietnam se suman las acciones de EEUU.