Trolas rusas que ruedan y ruedan
A Ucrania, en fin, hay que ayudarla como en su día Occidente ayudó a la URSS.
La celebración anual en la enorme Plaza Roja del Kremlin de la victoria de la Gran Guerra Patriótica contra los nazis forma parte del decorado y la liturgia creada ex profeso por la URSS para unir a su pueblo y a sus repúblicas, tan diferentes entre sí, en un solo objetivo. Para hacer nación donde se había impuesto un estado. Un Estado nuevo. La URSS.
Sin embargo se oculta sistemáticamente, como hacen ahora Putin y sus corifeos, una verdad incómoda: Stalin tuvo una ayuda fundamental de los Estados Unidos, como él mismo llegó a reconocer en Yalta, y después confirmó Nikita Kruschev, ucraniano de nacimiento. Sin la ley norteamericana de préstamo y arriendo lo más probable, según muchos historiadores, es que quizás el ‘paraíso comunista’ quedaría nonnato.
Este desenlace parece muy verosímil. El empuje del ejército nazi superaba la capacidad de resistencia soviética. Si Hitler ganaba aquella batalla sería terrible para Europa. Y mutatis mutandis, constituiría un terrible riesgo para USA. El Mal se apoderaría del Viejo Continente y arrasaría la civilización europea. Y prepararía el asalto a la lejana potencia, aliada para las horas más difíciles, como fue la IGM.
Washington atendió las llamadas de socorro desde Moscú; naturalmente, por su propio interés y el de las democracias europeas: abrió un nuevo frente en Normandía, para dividir al ejército alemán y aliviar la presión sobre la Unión Soviética, y, además, con una dotación de 11.300 millones de dólares, envió un impresionante arsenal a los rusos.
“América tiene máquinas”, sentenció Stalin en un inapelable argumento. Hoy Putin oculta deliberadamente este hecho históricamente comprobado. Lo sigue invisibilizando. Desde que llegó el primer avión caza, el primer jeep, el primer tanque, la primera locomotora, el primer cañón enviado por Washington o en menor medida por Londres, el ‘politburó’ ideó toda clase de trucos y de marketing para hacerlos invisibles. Fueron repintados, se inventaron fábricas y se idearon marcas con caracteres cirílicos.
Era oficialmente el esfuerzo solitario del pueblo soviético quien había hecho realidad el milagro de la multiplicación de los panes y los peces pero en versión de armamento e infraestructuras de uso militar. Sobre esta monumental y desagradecida tergiversación de la verdad se construyó una épica que envolvía un engaño montado en una mentira, que se ha ido repintado cada año con un grandioso desfile patriótico.
Pero aún aparecen reliquias de aquella ayuda. Algunas en los hielos de Siberia. Mientras, Putin acumula odio. Una cortina de humo que pretende tapar el complejo de inferioridad: ni el manto de olvido sobre ‘aquello’, ni la ocupación por la fuerza, aprovechando el material del préstamo y arriendo’ o por golpes o por pucherazos orquestados desde Moscú… han servido para cambiar el rumbo torcido de la historia. Una de las mayores fake sigue su andadura, con la inestimable ayuda de místicos de lo imposible, de auténticos idiotas o de doctorados en cinismo y en populismo de goma de borrar.
Los libros de la IIGM dan cuenta de este gigantesco plan, aunque para la consulta rápida, ya vemos que los comunistas españoles low cost no han tenido tiempo de leer sobre estas verdades ni hacer trabajos de investigación sobre el pretérito imperfecto, bien vale una búsqueda rápida en Wikipedia, donde hay abundante material, con una amplia bibliografía y documentación de alta calidad.
Las entregas se realizaron mediante los convoyes árticos, el corredor persa y la ruta del Pacífico. Más de 400.000 jeeps y camiones, 13.303 vehículos blindados, 11.400 aviones. Equipos militares e industriales. 1.211 locomotoras de vapor, 66 diésel, 9.920 vagones planos, 1.000 vagones volquetes, 120 vagones cisterna, 35.000 motocicletas, etcétera. También los británicos enviaron una importante contribución. Las opiniones como su propio nombre indica son opinables; pero los hechos son los que son. Y ‘no tienen vuelta de hoja’.
Frente a estas realidades, malévolamente olvidadas por los que tienen que conocer estos ‘detalles’, hay cándidos y cándidas en la izquierda sobre todo en la comunista y en la desnortada, qué cosas, que critican el envío de armas europeas a Ucrania abogando por la Paz. Y el patio de mi casa es particular, llueve y no se moja como los demás. No se cansan de hacer el ridículo. Ni tienen reparos en mentir con descaro.
En una guerra de invasión, que echa por tierra el orden mundial duramente conseguido, un sistema regido por las leyes, la paz solo puede alcanzarse por la resistencia militar y civil y por la retirada de los invasores. Sobre esto conviene hacer un paréntesis: como han dejado en sus memorias varios ex dirigentes comunistas, entre ellos Manuel Azcárate, frente al lema de ‘libertad’ utilizado por las democracias, Stalin estableció el contralema ‘por la paz’. Se creó incluso una organización internacional, el Movimiento por la Paz, muy bien dotado financieramente, que se encargó de montar una tela de araña ‘pacifista’ que convertía en agresores a los amenazados.
Por ejemplo, cuando los socios europeos de la OTAN pidieron a EE. UU. que renovara los misiles ya obsoletos ante el desafío soviético, porque la URSS con el establecimiento de los nuevos SS-21 había roto el statu quo, los presuntos pacifistas no se manifestaron contra el rearme de Moscú sino contra el rearme defensivo y proporcionado de las democracias libres. Fue un tremendo show, que testó con datos reales el efecto adormidera de ciertas doctrinas en mentes propensas a la fuga onírica.
A Ucrania, en fin, hay que ayudarla como en su día Occidente ayudó a la URSS. Por muchas razones, pero también para evitar que el ‘imperio rojo’, que ahora se ha vuelto pardo, trate de recuperar el espacio perdido del antiguo ‘Pacto de Varsovia. Crimea antecedió al resto de Ucrania. Pero ocurrió lo que para muchos era impensable. Que Rusia seguía necesitando un facilitador, un aliado que le ayudara a conseguir sus objetivos.
A los 70 años de la muerte de Stalin, el ‘ejército rojo’ sigue siendo incapaz de ganar guerras sin acudir a la crueldad infinita. Fracasada la amenaza nuclear, entre otras razones porque ni Nueva Delhi ni Pekín pueden controlar el ‘efecto mariposa’ de sus efectos secundarios, el nuevo zar de opereta asentado en un criminal régimen de viejos KGB , mafias del puerto de San Petersburgo y oligarcas enriquecidos con la rapiña de las empresas estatales desatada en el yeltsinato, acude al inescrutable chino Xi para su padrinazgo, para que sea su primo Zumosol.
¿Quién no recuerda el Muro con horror?, ¿quién ha olvidado el telón de Acero que partió en dos a Europa? Los españoles no vivimos aquel miedo en primera línea. Y muchos desconfiaban de la ‘intoxicación imperialista’. “Son tergiversaciones”, nos decían los esforzados comunistas del antifranquismo. El derrumbe, que comenzó en los escombros del muro de Berlín, fue un mazazo. En Ferrol, un obrero de los astilleros me confesaba su desolación: “Imagínese usted que de repente sale el papa y dice desde el balcón de San Pedro que han encontrado unos papeles y que, en suma, todo es un cuento… Pues así estamos. A ver qué es de nosotros. El futuro no será nuestro, pero el pasado no me lo quita nadie”.
Lo que ocurre es que, pasados tantos años, y con las nuevas circunstancias de la geopolítica, y con esos diabólicos instrumentos de desinformación masiva de las redes sociales, manipuladas por las dictaduras, y que según los indicios recogidos por los mejores servicios de inteligencia mundiales hasta ayudaron a Trump a destrozar América, y ayudaron a la locura inglesa del Brexit, pues hay que madurar políticamente y hacer cursos de formación continua. Todo se ha vuelto ´líquido’ y estratégico. Nada es lo que era cuando éramos jóvenes. Nada.
Y es inevitable ayudar a los invadidos y a los amenazados, porque lo contrario podría llevar a un suicidio colectivo. La UE está en pleno proceso de rearme prebélico, ante el cambio brusco de los equilibrios. Con la guerra de Putin, que casi nadie creía posible, se ha impuesto otra vez el realismo del inmutable principio si vis pacem para bellum. Si quieres la paz, prepárate para la guerra. El bofetón de las nuevas realidades mundiales exige un esfuerzo intelectual para entender cabalmente la situación.
Ahí están dos de los más grandes ejemplos de neutralidad del mundo: Suecia y Finlandia, que con el miedo en el cuerpo, pidieron el ingreso en la OTAN por la puerta de las urgencias.
La mayor justificación de la OTAN es lo que está pasando.