Una Europa unida frente a un PP perdido
"PP y Vox ya forman una unidad de destino que compromete la alternativa al actual Gobierno de coalición de izquierdas".

Hace unas semanas, pedíamos que el PP se aclarara con sus alianzas ante los nuevos desafíos suscitados por el nuevo orden mundial. Debo decir que no albergaba grandes esperanzas. La respuesta ha sido sonrojante: el PP recupera su pacto con Vox para sacar adelante el presupuesto de la Comunitat Valenciana, sosteniendo a un presidente, Carlos Mazón, y su gobierno, insostenibles desde todos los puntos de vista después de la gestión desastrosa de la DANA sufrida por el pueblo valenciano.
Una alianza promovida y bendecida por la dirección nacional del partido conservador, que recomienda extenderla a otras comunidades autónomas, como Aragón o la Región de Murcia.
PP y Vox ya forman una unidad de destino que compromete la alternativa al actual Gobierno de coalición de izquierdas. Sus recetas ya las conocemos: repudiar el Pacto Verde europeo, negacionismo climático, fobia migratoria, vuelta a los valores del patriarcado irredento, ataque a la diversidad lingüística de España y defensa de una uniformidad nacional irreal.
Como los mandamientos, su programa se puede resumir en la máxima de ser fuertes con los débiles y débiles con los fuertes. Esta es la cuestión de fondo, porque ante la sociedad del miedo de la que se nutre la ultraderecha, la alianza conservadora y neoliberal se propone dejar nuestras vidas en manos del mercado. Este laissez faire revisitado consiste en privatizar servicios esenciales, como la sanidad y la educación, como vemos en Madrid o Andalucía, donde la libertad de los lobos acaba siendo la muerte de los corderos.
Contra el ejemplo de las derechas moderadas alemana o francesa, que han decidido aislar a la extrema derecha, el PP se ha lanzado a los brazos de Vox. Pero en este abrazo se esconde el huevo de la serpiente contra nuestro modelo de democracia y prosperidad, porque la democracia europea se basa en la igualdad solidaria y en el Estado de bienestar. La democracia no es sólo un sistema político, sino un modo de vida en el que ni lo más ricos ni los más poderosos pueden acabar dictando las leyes.
Por eso, ya no cabe esperar ningún gesto de altura por parte del PP, que viene ejerciendo una oposición sistemática y furibunda contra este Gobierno. Tampoco en gasto de defensa, porque, contra el criterio del Gobierno, el PP quiere aprovechar este compromiso firmado por el mismo gobierno de Rajoy en 2014 para dividir la izquierda y recortar el Estado de bienestar.
Sin embargo, la solución es la contraria: gastar mejor en una seguridad mancomunada europea para proteger nuestro modelo de prosperidad compartida y justicia social, como viene demostrando el Gobierno de coalición. Este Ejecutivo ha aumentado en 10.000 millones de euros el gasto en defensa, mientras ha destinado más de 120.000 millones de euros en protección social y otros 30.000 millones en transición ecológica, como ha explicado el presidente Pedro Sánchez.
Y lo ha detallado en sede parlamentaria, contra la actitud de José María Aznar, que prescindió del criterio de los españoles y de las Cortes para enviar tropas a la guerra unilateral de Irak. Pero Feijóo se refiere a España como una autocracia. Extraña autocracia ésta en la que el principal partido de la oposición ha convertido el Senado en una extensión más de su cuerpo político, se ha permitido el lujo de bloquear durante cinco años el Consejo General del Poder Judicial y ejerce hoy un evidente contrapeso territorial de la mano de las comunidades autónomas que gobierna.
Mientras el presidente busca alianzas en Europa para obtener financiación en distintos asuntos, como fueron los fondos europeos de recuperación o ahora las transferencias para seguridad, el PP de Feijóo intenta torpedearlos y se muestra desleal con su país, como demostró también ante la excepción ibérica. Un mecanismo recientemente avalado por el Tribunal de Justicia de la UE que ha permitido ahorrar más de 5.100 millones de euros a las familias españolas y del que, sin embargo, se mofó el PP tildándolo como timo ibérico.
El viejo dilema entre la seguridad y la libertad, que hoy la derecha decanta a favor de la defensa en detrimento del bienestar, se ha de resolver con una seguridad reforzada en medio de los lobos de las grandes potencias, para que corderos como Europa no acaben sucumbiendo y preserven su tesoro más preciado: la justicia social, el Estado de bienestar y la prosperidad compartida. Principios, valores e instituciones que el caballo de Troya de la derecha autoritaria pretende derruir, ya en alianza indisociable con un PP nihilista y sectario, cuyo principal objetivo es cerrarle el paso a la izquierda en el Gobierno.