Mazón, la prueba del nueve
"Hemos visto y oído al todavía presidente valenciano arrojando por la boca todas las víboras que cultiva amorosamente la extrema derecha".

El 23 de julio de 2023 se celebraron en España las decimosextas elecciones generales de la democracia, quintas durante el reinado de Felipe VI, en unas circunstancias novedosas: clausurada la etapa del bipartidismo imperfecto, de tal modo que PP y PSOE no alcanzaron conjuntamente el 65% delos votos, la mayoría de gobierno hubo de obtenerse mediante la cooperación de varias fuerzas. Como se sabe, el PP ganó las elecciones con el 33,06% de los votos y 137 escaños frente al PSOE, que obtuvo el 31,68% y 121 escaños, pero Pedro Sánchez logró la investidura presidencial gracias al respaldo de las formaciones nacionalistas catalanas y vascas y de las grupos de izquierda.
Lo sucedido en la consulta no se entendería si no se tuviera en cuenta que el tercer partido en disputa fue VOX, que obtuvo el 12,38% de los sufragios y 33 escaños. A priori, una probable gran mayoría de ciudadanos había ponderado las opciones que tenía ante sí: el elector debía elegir entre una inquietante alianza entre PP y VOX, que nos hubiera arrojado a las tinieblas franquistas y a la nostalgia húmeda de la dictadura, y una coalición de antifranquistas, dispuestos a aislar a la extrema derecha, para lo cual había que impedir a toda costa que la suma de PP y VOX les permitiera alcanzar la mayoría absoluta.
No es científico en absoluto especular sobre lo que pudiera haber ocurrido en una convocatoria electoral si las condiciones de contexto, en vez de las que fueron, hubieran sido otras. Pero parece claro que la soberanía popular, en aquella cálida jornada de 2023, hizo lo que pudo para impedir que el energuménico programa de VOX se aplicase en este país. La sola posibilidad de un gobierno Feijóo-Abascal, con aquel en La Moncloa y este en la vicepresidencia del Gobierno, disuadió a mucha gente de bien de votar a la derecha, a pesar de sus inclinaciones conservadoras. Porque la posibilidad de tal pacto había quedado acreditada cuando Feijóo pactó con VOX, sin el menor empacho, en todos los ayuntamientos y comunidades autónomas en que pudo hacerlo. Feijóo no cree, en fin , en el cordón sanitario ni en el "brandmauer" (cortafuegos) alemán.
Durante los meses transcurridos de la legislatura, que llegará a su ecuador el próximo mes de julio, Feijóo no se ha mostrado amable con VOX pero ha mantenido las alianzas sobre las que se asienta el poder. Y, por si hubiera dudas, ha permitido que Mazón, el individuo que preside la Comunidad Valenciana y que el día de la DANA estuvo varias horas en lúdica compaña en un remoto restaurante alejado de la meteorología, aceptase las repugnantes condiciones que le ha impuesto VOX para brindarle su apoyo presupuestario. Mazón ha repudiado a los menores no acompañados que buscan un hilo de luz en la opulenta Europa; ha rechazado a los inmigrantes porque son pobres, es decir, ladrones y criminales; ha renegado del Pacto Verde Europeo, del que alardea también la derecha europea (salvo el indecente gobierno prorruso de Hungría); ha mostrado su oposición a la igualdad de sexos, a la autodeterminación sexual de las personas, a la protección de la mujer de los brotes machistas que todavía matan en este país… En definitiva, hemos visto y oído al todavía presidente valenciano arrojando por la boca todas las víboras que cultiva amorosamente la extrema derecha.
Sucede sin embargo que Mazón es, hoy por hoy, la prueba del nueve de la sinceridad democrática de la derecha. En ninguno de los tres grandes -en todos los sentidos- países de Europa -Alemania, Francia y Reino Unido- la derecha democrática confraterniza con el neofascismo o con el neonazismo. Aquí, en cambio, el Partido Popular respalda tumultuariamente a Mazón, quien muestra con gestos chabacanos y expresiones inaceptables su bajeza moral primaria y roma.
Es muy posible que la ciudadanía, que ya hizo maravillas en 2023 para impedir el sindiós de un regreso al fascismo, vuelva a tomar conciencia del grave peligro que corremos todos si permitimos que los instigadores del mismo odio incivil de la contienda de nuestros padres, de nuestros abuelos o bisabuelos, recuperen la capacidad de contagiar la vileza de la exclusión, el acatamiento de la discriminación y la ilegitimidad de la autocracia.
Si Mazón prospera, consigue mantenerse a flote y continúa arropado por Génova, Feijóo puede dar por perdida la aspiración de gobernar un día este país. Lo decimos alto y claro, con una gran fe en la dignidad con que los españoles nos hemos enfrentado siempre a los contratiempos históricos.