Números para un domingo electoral
En los 46 años transcurridos desde 1978, la derecha ha gobernado la Xunta durante 39 años, mientras que la izquierda la ha gobernado durante 7.
De entre todos los misterios paranormales que rodean a la política española, ninguno tan enigmático como el hecho de que la idea de España —la palabra, la bandera, la historia, el gentilicio…— connote en buena parte de la ciudadanía toda una nube de sugerencias de reacción, conservadurismo, incluso profundo fascismo esencial, eterno e irreversible, mientras que la idea de las comunidades autónomas con mayores movimientos independentistas —el País Vasco, Cataluña, Galicia (esta columna, aunque no lo parezca, va sobre las elecciones gallegas)— despierta, por el contrario, una simpatía refleja, que de forma inconsciente se asocia al progresismo, a la modernidad, incluso a la lucha por la libertad contra toda forma de opresión.
Digo que es un misterio porque el repaso a las cifras nos ofrece exactamente la imagen contraria. Veámoslo. Galicia: en los 46 años transcurridos desde 1978, la derecha ha gobernado la Xunta durante 39 años, mientras que la izquierda la ha gobernado durante 7. 39 contra 7. País Vasco: en los 44 años transcurridos desde 1980, la lehendakaritza ha estado ocupada por un lehendakari de derechas durante 41 años, mientras que sólo 3 años la ocupó alguien de izq… bueno, Patxi López. 41 contra 3. Cataluña: en los 44 años transcurridos desde 1980, la Generalitat fue gobernada desde la derecha durante 33 años y gobernada desde la izquierda durante 11 años. 33 contra 11. Por supuesto, estoy considerando de derechas o de izquierdas a lo que social y mediáticamente se considera de derechas o de izquierdas.
¿Y el gobierno de España? Pues resulta que, de los 48 años que ya nos separan de 1978, el Partido Socialista Obrero Español gobernó durante 27 años, mientras que el Partido Popular —venga, vale, le añadimos la UCD— gobernó durante 19. 19 contra 27. Desde la restauración de la democracia en España, la derecha ha gobernado menos del 40% del tiempo en el gobierno central y más del 80% del tiempo en los gobiernos autonómicos referidos en el párrafo anterior. Pero da igual: nunca las emociones han respondido a razonamientos numéricos, y nunca el voto ha respondido a otra cosa que no sean emociones. España evoca ciertas emociones y sus partes evocan otras. Diecisiete autonomías modernas que miran al futuro se juntan y dan lugar a un país anticuado que mira al pasado. Olé.
Cuando Errejón decidió ampliar su proyecto político no se atrevió a llamarlo “Más España”. No se equivocaba: buena parte de su electorado jamás hubiera votado a un partido llamado así. Sus votantes de izquierdas simpatizan con Más Madrid —30 años seguidos de gobierno de la derecha—, pero antipatizan con Más España. Digámoslo claro: España tiene connotaciones de derechas porque para mucha gente, a la hora de ser de derechas, pesa más ser de España que ser de derechas. Y viceversa por el lado de los independentismos etnicistas. La adolescencia eterna, la falsa leyenda negra española como guía moral y la pereza que da sacarle punta al lápiz relegan a la realidad a un papel muy secundario. ¡Feliz y sabio —no por ese orden— domingo electoral en Galicia!