Terroristómetro
Hasta esta semana enfocábamos el tema del terrorismo desde un punto de vista categórico, cualitativo. O estábamos ante un acto de terrorismo o no estábamos ante un acto de terrorismo.
Todo esto se arregla con un terroristómetro que mida la terroristez de las acciones terroristas. Claro. Hasta esta semana enfocábamos el tema del terrorismo desde un punto de vista categórico, cualitativo. O estábamos ante un acto de terrorismo o no estábamos ante un acto de terrorismo. Y, en caso de duda, sí estábamos ante un acto de terrorismo. Hemos visto llamar “terrorismo artístico” al activismo éste que se pega con locktite las manos al marco de un tríptico de Van Eyck. Y un vertido que envenena completamente un río ha merecido la consideración mediática de “terrorismo medioambiental”. Era el rey de los delitos, y, así como no se puede ser un poco rey o casi rey del todo, tampoco se podía hasta ahora ser un poco terrorista. Hasta ahora, insisto.
Porque esta semana hemos descubierto que el terrorismo es un continuo. Como el sexo en el proyecto de ley trans catalana. Es un cambio conceptual radical, desde un punto de vista categórico a otro dimensional, desde un enfoque cualitativista a uno cuantitativista. ¿No han visto en los documentales de animales de la tele esos bancos de peces que giran bruscamente su marcha submarina al unísono con una precisión que ya quisieran para sí los militares en sus desfiles? Pues son unos aprendices esos peces si los comparamos con la sincronía con la que todos los supervivientes del juego del calamar del PSOE cambiaron esta semana su concepto de terrorismo. A las 12:32 opinaban todos una cosa. A las 12:33 opinaban todos la contraria. A las 12:34 Bolaños confirmó que nadie había cambiado de opinión.
No es la magnitud del daño causado lo que define al terrorismo, sino la amenaza sobre la vida y los bienes de la comunidad para chantajear al Estado. El robo de un banco puede llevarse más vidas por delante que un secuestro de naturaleza política sin que eso convierta en terrorista al primero o niegue el carácter terrorista al segundo. Obviamente, las acciones de ETA, de los GAL, o de los CDR y Tsunami no han dañado por igual bienes protegidos jurídicamente, y parecería sensato que el ataque físico a las personas distinga entre unos delitos y otros. Llamar con las mismas palabras a los tipos penales y a las categorías morales no provoca más que problemas, por lo que quizá habría que reformar el codigo penal con relación al delito de terrorismo. Pero no da tiempo; Puigdemont tiene prisa, lo comprendo.
Así que es mejor crear un terroristómetro que valore en una escala del uno al diez cuán terrorista ha sido un acto terrorista. Eso te lo hace Cerdán sin quitar el modo avión y le facilitaría muchísimo las cosas a Bolaños. Después se aplica el terroristómetro a todos a los que se desea amnistiar y se anuncia que sólo se amnistiará a los que no sobrepasen la puntuación más alta obtenida. “Dijimos que el terrorismo sería una línea roja para nosotros, y, efectivamente, la amnistía no incluirá a aquéllos que superen un 6,5 de terroristez”. El viejo truco de poner la diana por donde está pasando la flecha. Eso sí, hagan el terroristómetro con mucho espacio en la parte alta de la escala. Junts y ERC no serán los únicos que van a exigir usarlo.