Más democracia frente a los bulos y el odio
"Las mentiras, las incitaciones a odio y la desinformación alimentan la antipolítica y se están convirtiendo en instrumentos amenazantes que están teniendo efectos letales sobre la democracia".
En tiempos en los que importa más la rapidez o la repercusión de un mensaje en una red social, que su veracidad, asistimos preocupados a un incremento exponencial de mensajes de odio y discriminación contra personas migrantes que llegan a nuestro país en busca de una oportunidad. Esta proliferación de noticias falsas, además de tener una finalidad claramente política, tratan de construir una narrativa que deshumaniza, criminaliza y estigmatiza a estas personas siendo especialmente grave cuando el foco se fija en menores y adolescentes que llegan solos a nuestras fronteras.
El objetivo de estos mensajes, de está sobreactuación, de tanta mentira es claro: generar discursos de odio, polarizar a la sociedad deteriorando la convivencia y desgastar y erosionar gobiernos cuestionando por encima de todo, los valores democráticos. Es decir, populismo puro y duro.
Un populismo propio de la ultraderecha, y al que se ha abonado sin pudor el Partido Popular. Algo impropio de un partido que se autodenomina “partido de Estado”, pero que en esa lucha sin piedad por ver quien degrada más nuestra democracia ha optado por hacer de voceros de VOX aunque eso suponga deteriorar nuestras instituciones, poner en riesgo la convivencia y atacar el corazón de nuestra democracia. Creando así un magma de desconfianza alejando a la ciudadanía de la política y por tanto de la democracia.
Porque si, la democracia no es generar odio, no es generar confrontación, la democracia es construir convivencia. Y en ello tenemos un papel fundamental las personas que tenemos responsabilidades políticas. Los representantes políticos, sea cual sea nuestro cargo, tenemos una especial responsabilidad en crear sociedad, en crear convivencia y eso es algo que nunca se nos puede olvidar.
Si desde una tribuna, desde una red social o desde un plató de televisión cualquiera de nosotros o nosotras alienta a odiar o estigmatizar a un colectivo concreto por motivos raciales es cuestión de tiempo que algún exaltado actúe por su cuenta y se tome la justicia por su mano. Las mentiras, las incitaciones a odio y la desinformación alimentan la antipolítica y se están convirtiendo en instrumentos amenazantes que están teniendo efectos letales sobre la democracia.
Los datos son claros. Vemos como los delitos de odio se han incrementado un 33,1% en 2023, y la mayoría tienen que ver con el racismo y la xenofobia. (604 de los 1606 incidentes de delitos de odio). Los discursos de odio son la antesala de los ataques de odio y eso es algo que no podemos permitirnos en una democracia como la nuestra. Creo que muchos deberían hacer autocrítica acerca de su contribución en estas cifras.
Es obvio que la migración es un fenómeno extraordinariamente complejo, de carácter estructural. Un fenómeno que forma parte de la historia de la humanidad y que va a seguir existiendo, sobre todo, ante el contexto internacional actual permanente tensionado.
Pero es una realidad que debemos entender como una oportunidad, también con grandes desafíos, es cierto, pero para eso estamos en política, para eso es la política, para responder a ellos.
Y se puede responder generando enfrentamiento, odio y miedo, como le gusta al fascismo, institucionalizado o no. O se puede responder con política. Una política de altura, que construya convivencia, fomente la diversidad y garantice los derechos a todas las personas. El catedrático de Derecho Constitucional, Diego López Garrido, es una interesante reflexión sobre este tema, mantiene que la democracia y las libertades se nutren de la política, mientras el despotismo y el fascismo se fundamentan en la antipolítica. Y tiene razón.
La irresponsabilidad del PP
Garantizar los derechos de los menores migrantes que llegan solos a nuestro país era el objetivo de la modificación de la Ley de Extranjería que PP, UPN, VOX o Junts rechazaron hace unas semanas en el Congreso. Un ejercicio de irresponsabilidad absoluto especialmente por parte del PP, quien no olvidemos cogobierna en Canarias y que, por obligación legal, pero también ética, debe garantizar un trato digno a todos estos menores. Algo que se hace difícil si no se asume como una responsabilidad de país y por tanto de todas las Comunidades Autónomas.
Podían haber optado por hacer política, pero optaron por seguir en las trincheras. Deberían hacer autocrítica y reflexionar sobre su voto en contra. No es una cuestión económica, no mientan, es puro racismo.
Desde luego los socialistas siempre hemos apostado y seguiremos apostando por la política. La política buena, la que, ante los discursos de odio, exige justicia, dignidad, humanidad. La que, ante el desafío de la migración irregular, propone mecanismos para continuar avanzando en una migración segura, ordenada y legal.
Es en lo que trabaja el Gobierno de España, en programas de migración circular, que permitan dar una oportunidad laboral a personas de otros países, y al mismo tiempo nuestro mercado de trabajo pueda dar salida a demandas actuales. También en la mejora en los procesos de regularización para la inserción social y laboral. Y en ello las modificaciones del reglamento de extranjería han tenido vital importancia. Programas ya en marcha, con muy buenos resultados y en los que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trabaja en su visita a África.
Un reto imprescindible
El reto es enorme, pero la política va de esto. De transformar la realidad para mejorarla. Y los socialistas lo tenemos claro. Mejorarla supone garantizar los derechos, la igualdad y la justicia social a todas las personas. Hayan nacido donde hayan nacido. Porque mejorar la realidad también es generar convivencia, fomentar la diversidad y la cohesión social.
Creo sinceramente que ante el reto que tenemos delante, cualquier responsable político debería responderse a sí mismo a una pregunta muy clara, ¿qué tipo de sociedad queremos construir, qué tipo de sociedad queremos dejar a nuestros hijos e hijas? Nuestra obligación ética es dejar una sociedad mejor a las próximas generaciones, y eso se hace fortaleciendo nuestra democracia, no generando odio y confrontación.
Una sociedad se enriquece con la diversidad, con el talento de todas y cada una de las personas, y, sobre todo, garantizando los derechos y la igualdad de todas y cada una de las personas que forman parte de ella.
Por ello, trabajamos cada día los socialistas, para construir sociedad, ampliar derechos y garantizar la igualdad de oportunidades. Es una obligación legal, pero sobre todo es una cuestión de principios.
Nuria Medina Santos es snadora socialista por Navarra y portavoz de Migraciones