Marsé fue un escritor obrero, ese ser de ficción que el socialismo aupó a lo más alto de su animalario mitológico, pero del que apenas encontró ejemplares vivos.
No sé si fue Aute, o un cúmulo de cosas, no sé si fue aquella frase, 'no rozaron ni un instante la belleza', pero al día siguiente comuniqué a la producción ejecutiva que me largaba.