El 'New York Times' rescata a Ana Orantes con un obituario

El 'New York Times' rescata a Ana Orantes con un obituario

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El diario norteamericano The New York Times publica este jueves una pieza de justicia: el obituario de Ana Orantes, la mujer quemada viva por su exmarido en 1997 y cuyo caso movilizó a la sociedad y a la clase política hasta impulsar reformas legales que, hoy sí, protegen a las mujeres maltratadas. El rotativo le ha dedicado un texto extenso dentro de una sección en la que trata de recuperar semblanzas de personas que aportaron mucho, que significaron mucho, pero a las que se les prestó poca atención en el momento de su muerte. El de la granadina que, con su muerte, salvó a muchas otras mujeres, es uno de esos casos.

El corresponsal en España del NYT, Raphael Minder, destaca en su artículo que el “horrible asesinato” de Orantes a manos de su esposo, José Parejo, “trajo el cambio a España” en materia de violencia machista. “Condujo a importantes reformas legales para proteger a las mujeres”, sostiene en un texto que trata de acercar a lectores de todo el mundo la historia de esta señora de Cúllar-Vega (Granada), a la que el 17 de diciembre de 1997 asesinó su exesposo.

El obituario abarca desde la vida de Ana hasta las movilizaciones que su crimen generó en nuestro país. Recuerda que esta mujer de 60 años, que nunca fue a la escuela, costurera casada con 19 años y madre de ocho hijos, aguantó golpes y desprecios desde los primeros días de su matrimonio. Que si a quién miras, que si dónde vas, que si eres demasiado analfabeta para opinar, que si a tu familia no vas a verla.

Los primeros golpes acabaron con su suegro mediando, ella pidiendo disculpas y el marido, escupiéndole en la cara. Luego, con regularidad, llegaron más puñetazos, empujones contra la pared y tirones de pelo. Si el marido llegaba del bar borracho, explica Minder, era fácil que montara bronca sólo con que una silla estuviera fuera de su sitio. Los moratones, decía ella a quien le preguntaba, eran cosa de desmayos por su tensión baja.

Orantes estuvo 40 años casada, pero en ese tiempo acudió decenas de veces a la policía y trató de divorciarse (algo que no logró hasta 1996, un año antes de ser asesinada), “pero ella vivía en España donde, como en gran parte de Europa, ninguna ley protegía a las mujeres de la violencia doméstica”, explica el NYT. Cuando se separó y “superó sus temores”, la mujer acudió a Canal Sur, a narrar en televisión su problema. “A los 13 días, estaba muerta”, resume el artículo, y “de una manera tan espantosa que aún hoy la gente habla de ella”. Víctima y agresor vivían en plantas diferentes de una misma casa. Él inició un incendio cuando la supo bajo techo y la quemó.

Su caso, indica el rotativo para quien no lo conociera, generó una nueva “conciencia nacional” sobre los llamados malos tratos. Aquel año, Orantes fue la asesinada número 59, o eso es cree, porque entonces no había ni estadísticas oficiales. Hasta el vicepresidente del momento, el popular Francisco Álvarez-Cascos, dijo que se trataba de un “caso aislado”, obra de un “excéntrico”. Tal era el grado de desapego sobre el tema en buena parte de nuestra clase política.

El caso Orantes hizo que se movieran más las asociaciones (que llevaban años peleando, pero sin eco) y que la presión obligase a los políticos a legislar. En 2004, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, llegó la ley. “Un antes y un después”, como cita el texto al profesor Miguel Lorente. El asesino de Ana murió de un infarto en la cárcel, un mes antes de la entrada en vigor de la norma; estaba allí condenado a 17 años de pena. Fuera, la mujer a la que quiso callar es estudiada ahora en los colegios de Andalucía como un referente, tiene calles dedicadas en Granada, Madrid o Sevilla y es un punto de referencia para la causa contra la violencia machista.

Que el New York Times también la recuerde ahora y dé a conocer al mundo su caso da cuenta de lo que nos ha ayudado su terrible historia.