La tormenta de Corbyn y la raíz del antisemitismo
Las paradas de autobús en Londres se vistieron de carteles con los colores de la bandera de la OLP acompañando la siguiente declaración: "Israel es una empresa racista". Aparentemente, estos anuncios no autorizados protestan contra la decisión del Partido Laborista británico de adoptar la definición de antisemitismo de la Organización Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA).
Entre las once cláusulas de la definición, cuatro de ellas definen cierta crítica sobre Israel como antisemita. Entre los oponentes se encuentra el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn. Sus comentarios antisemitas en los últimos meses han provocado una protesta pública hasta el punto de que los judíos británicos han dicho que abandonarían el Reino Unido si Corbyn gana las próximas elecciones.
En vista del importante aumento de incidentes violentos en contra de los 270.000 judíos de Gran Bretaña en los últimos tres años, la adopción de una nueva definición internacional de antisemitismo allí es crucial. Pero la decisión de última hora de Corbyn de adoptar las cláusulas de la definición, no cambiará las cosas. El odio de Corbyn por los judíos fluye en sus venas por naturaleza. Y él no tiene la culpa; es como una enfermedad que no le da tregua.
Y Corbyn no es el único que sufre de esta enfermedad. El "antisemita" puede surgir en cualquier persona, en cualquier momento, con cualquier detonante. Es como un animal salvaje dentro que exige liberar su fuerte aversión hacia los judíos, a quienes identifica como "la fuente de todo mal".
Por lo tanto, podemos escribir definiciones formales en un papel, pero estas no alterarán la naturaleza humana. Las frases formuladas con precisión no pueden equilibrar la actitud negativa hacia los judíos -que está naturalmente sellada en las naciones del mundo-, y especialmente en aquellos que albergan sentimientos antisemitas.
Hace 2.000 años se escribió en el Libro del Zóhar -el libro más importante de la sabiduría de la Cabalá-, que el odio a los judíos durará miles de años hasta que una fuerza equilibrante fluya en el mundo. El cabalista Yehudá Ashlag, que escribió el comentario sobre el Libro del Zóhar, lo describe de la siguiente manera: "la nación israelí se formó como una entrada de acceso por la cual las chispas de pureza iluminarán al género humano en todo el mundo, hasta que se desarrollen y reconozcan el placer y la paz que se hallan en el núcleo del amor al prójimo".
Hasta que esto suceda, el mundo apuntará a los judíos, culpándoles de cualquier evento que ocurra: actos terroristas asesinos en Europa, los ataques del 11 de septiembre, la propagación del SIDA, las crisis económicas e incluso los desastres naturales.
Rav Kuk escribió: "toda perturbación en el mundo ocurre principalmente para Israel" (Cartas de Rav Kuk). Los antiguos sabios judíos escribieron que "no hay calamidad en el mundo, sino para Israel" (Yevamot), y Tikún 30 en las correcciones del Zóhar expresan que "los judíos causan pobreza y ruina y robo y muerte y destrucción en todo el mundo".
El sistema natural conduce a toda la sociedad humana hacia un punto central de presión, exigiendo al pueblo judío que se una para cumplir con su deber espiritual. Para hacer eso, a los judíos se les dio el método de conexión: la sabiduría de la Cabalá, que puede ayudarles a convertirse en un ejemplo, en un modelo para todas las naciones.
Entonces, una fuerza equilibrante finalmente se expandirá por todo el mundo, aplacará el odio hacia los judíos y unirá a toda la humanidad en una comunidad global. Si los judíos británicos tomaran conciencia de este principio y lo compartieran con la gente de su país, provocarían una verdadera revolución.