La izquierda de la izquierda se destruye

La izquierda de la izquierda se destruye

"Ni Yolanda Díaz ni su equipo en el consejo de ministros están representando hoy verdaderamente al espacio que el PSOE deja libre por su izquierda"

Parte de sumar, durante un acto electoral para las elecciones europeas del pasado 9 de junioRicardo Rubido

Los procesos electorales que se han celebrado en secuencia mareante a lo largo del último año han acreditado el inquietante derrumbe del sector político ubicado a la izquierda del PSOE. Si se recuerda que en un momento dado Podemos, en manos de Pablo Iglesias, aspiró a consumar el sorpasso y a convertirse en la gran formación principal de la izquierda, hay que concluir que la situación actual de los grupos ubicados en este territorio es catastrófica. En las pasadas elecciones europeas, el PSOE consiguió 20 escaños; Sumar (con Izquierda Unida y sin Podemos) logró tres asientos y Podemos, 2. En las últimas elecciones generales del 23 de julio de 2023, el PSOE consiguió el 31,68% de los votos y 121 escaños; Sumar, el 12,33% y 33 escaños; en esta ocasión, todavía Podemos estaba dentro de Sumar, aunque los cinco diputados de Podemos, con Ione Belarra a la cabeza, salieron de la disciplina de la matriz en diciembre. En estas últimas elecciones, VOX sobrepasó a Sumar por algunas centésimas de punto y dos diputados.

“Sumar” fue una organización ideada por Yolanda Díaz, con la teórica intención, expresada en la literalidad del término, de agrupar a toda la izquierda dispersa a babor del socialismo, una vez que Pablo Iglesias dio por concluida su aventura política personal (a Yolanda la había encumbrado Pablo Iglesias). Pero desde muy temprano se advirtió que, por error u omisión, Yolanda no conseguiría su objetivo. Quizá no sea ocasión de atribuir culpas ni responsabilidades pero es innegable que en este sector ideológico han volado los cuchillos desde el primer momento. Y aunque siempre se ha tratado de alegar la existencia de discrepancias ideológicas, es poco creíble esta argumentación ya que la animadversión ha sido claramente personal e intransferible. Como es sabido, Yolanda Díaz tuvo que dimitir del liderazgo de Sumar después de las elecciones europeas después de la débacle que redujo su partido a la mínima expresión, casi al mismo nivel que Podemos, con lo que su permanencia en una vicepresidencia del gobierno ya no es representativa siquiera de todo el sector que la respaldó en las urnas.

En esas elecciones generales de 2023, el electorado fue sin duda consciente de que estaba en su mano permitir o no la formación de un temible gobierno conservador de coalición PP-VOX, con Feijóo en La Moncloa y Abascal de vicepresidente, y fue sin duda esta posibilidad la que dio alas a una izquierda que parecía estar más atrás en las encuestas. El rechazo a la ultraderecha llevó a Sánchez al poder —precario, pero poder al fin y al cabo— pero no es seguro, ni mucho menos, que el mencionado mecanismo ideológico se mantenga indefinidamente. El sector político ubicado a la izquierda del PSOE, muy ideologizado, se quedará en casa en el futuro si quienes pretenden representarlo no están a la altura o no consiguen forjar una plataforma presentable, digna, en la que no chirríen las ambiciones personales hasta tapar por completo cualquier resto de filantropía ideológica y de magnanimidad.

Infortunadamente, el cordón sanitario que en Europa ha aislado a la extrema derecha se tambalea, y ya no cabe hablar de un bastión francoalemán intransigente contra las nuevas versiones del fascismo y del nazismo. Macron ha claudicado al someterse a Le Pen y designar primer ministro a un conservador que tiene las simpatías de la extrema derecha. Alemania es más firme pero la apatía y la impotencia de las formaciones democráticas está fortaleciendo a los neonazis. Por esta razón, los equilibrios políticos han adquirido en el seno de la UE una trascendencia que no tenían cuando el gran debate de fondo era entre el liberalismo parlamentarista y la socialdemocracia. Hoy se desliza por los intersticios de Europa un fluido viscoso que parece provenir de la memoria del Holocausto y que amenaza con ahogarnos a todos.

Lo cierto es que ni Yolanda Díaz ni su equipo en el consejo de ministros están representando hoy verdaderamente al espacio que el PSOE deja libre por su izquierda. Y mientras continúe esta inacción y mantenga esa irrelevancia ante los grandes problemas del país, la gente de este espacio tendrá la gran tentación abstenerse. Lo que nos arrojaría en manos de la alianza conservadora. Si este es nuestro destino, no habría valido la pena tanto esfuerzo ni tanta delicadeza al poner en su sitio a quienes nos mantuvieron tanto tiempo en aquella ominosa dictadura que parece estar contemplándonos de nuevo desde las frágiles puertas de la casa común.