La salida de EEUU y el ascenso talibán colocan al país en un complejo escenario. Sin democracia, sin libertades, sin esperanza. Toca dar la batalla por los afganos.
El ascenso de los talibán se festeja en Al Qaeda, sus aliados, pero sus portavoces insisten en que han cambiado y ahora no darán abrigo a terrorista alguno.
Esta región al norte de Kabul no fue conquistada ni por soviéticos ni por talibanes y ahora recibe a los restos del ejército afgano, en un intento de contener a los islamistas.
Ha estado 20 años recibiendo ayuda internacional, pero el abandono de EEUU y su propia corrupción han hecho desaparecer un grupo de 300.000 uniformados.
El secretario general de la OTAN admite errores en los 20 años de intervención, pero reprocha a los exdirigentes locales su “falta de liderazgo político y militar”.
A gritos y con prendas rojas, los colaboradores afganos se acercan a las tropas españolas, que les ayudan a cruzar a zona segura en una estampa impresionante.
2.352 militares han perdido la vida y más de 20.000 resultaron heridos, más los que arrastran problemas de salud mental o han optado directamente por el suicidio.
Reino Unido pide que se amplíe el calendario de retirada, mientras los veteranos le dicen a Biden que incumplir el plazo supondría un riesgo para la seguridad nacional.