Cuando aquí y ahora, las madres de niños con diversidad funcional denunciamos que los derechos de nuestros hijos son ignorados y que a menudo no reciben la consideración, no ya sólo de ciudadanos de pleno derecho, sino siquiera de seres humanos, también se nos tacha de exageradas, hipersensibles, paranoicas, suspicaces, radicales, al igual que ocurrió con las sufragistas que pedían el derecho al voto para las mujeres.