La diversidad funcional como elemento transformador de la sociedad

La diversidad funcional como elemento transformador de la sociedad

Sin perder nunca la perspectiva de que me gustaría que mi hijo no tuviera las limitaciones que tiene, lo cierto es que su situación ha enriquecido enormemente mi vida, la de mi familia y la de todos cuantos estamos a su alrededor. Somos afortunados de tener a nuestro lado a alguien que todos y cada uno de los días de su vida tiene que hacer un esfuerzo mayor al nuestro. Que nos enseña a valorar absolutamente todo y a discriminar lo importante de lo insignificante.

Estoy convencida de que en la naturaleza todo, o casi todo, tiene una razón de ser. Incluso la discapacidad. Desde mi perspectiva personal (y agnóstica) considero que, si llegados a este punto, la selección natural no ha eliminado por completo la posibilidad de que nazcan personas con discapacidad, obedece a alguna razón. La máxima con que Darwin definía el proceso de selección natural es que sólo sobreviven los mejor adaptados (no el más fuerte, como se ha traducido tantas veces erróneamente).

El ser humano es un animal gregario. Vivimos en sociedad para poder subsistir. Todos necesitamos de los demás. TODOS tenemos un lugar en el mundo, un papel en la sociedad.

Algunos estudios sobre el proceso evolutivo señalan que muchas especies animales han evolucionado hacia la cooperación y la asistencia mutua porque, a menudo, este es el camino más eficaz para que una especie pueda subsistir y progresar. La cooperación es una parte fundamental de la evolución humana, quizás incluso más indispensable que la competición. Nuestra sociedad parece fomentar cada vez más la competencia ya desde niños, cuando lo más razonable es pensar que la humanidad avanzaría más y mejor si se potenciara la cohesión social y la solidaridad.

Cuando mi hijo era más pequeño, me torturaba la idea de pensar lo cruel e injusta que la naturaleza había sido con él. El convencimiento de que cada cual tiene su sitio y su función en el ciclo de la vida, me llevó a reflexionar sobre cuál era el de mi hijo, y el de los niños que han nacido en sus mismas circunstancias. Llegué a la conclusión de que si la naturaleza les ha hecho así, ha sido para ayudar a sacar lo mejor de todos nosotros. Tenerlos a nuestro lado nos ofrece la oportunidad de aplicar la discriminación positiva de forma radical, de extraer lo mejor de la sociedad. Todo aquello que se supone convierte a nuestra especie en humana.

Y sin perder nunca la perspectiva de que me gustaría que mi hijo no tuviera las limitaciones que tiene, lo cierto es que su situación ha enriquecido enormemente mi vida, la de mi familia y la de todos cuantos estamos a su alrededor. Somos afortunados de tener a nuestro lado a alguien que todos y cada uno de los días de su vida tiene que hacer un esfuerzo mayor al nuestro. Que nos enseña a valorar absolutamente todo y a discriminar lo importante de lo insignificante.

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El 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad (Diversidad Funcional). No nos limitemos a conmemorarlo con frases o imágenes bonitas, porque lo que este colectivo necesita es que se cumplan sus derechos y se les restituya su humanidad.

Este post fue publicado originalmente en el blog de la autora.