Un radiante luto se adueñó del Teatro Real este jueves. Sobre el escenario, Lohengrin, la última ópera romántica de Richard Wagner. En las butacas, un público entusiasta que recibió con vítores el estreno y ovacionó a su director musical, el muy germano Hartmut Haenchen, incluso antes de que empezase el último acto. En el aire de la sala convivieron la envolvente potencia de Wagner con el vacío por la muerte el mes pasado de Gerard Mortier, el que fuera máximo responsable artístico del coliseo madrileño.