Las claves de la crisis entre Polonia y Ucrania por las armas y el grano
El caso pone sobre la mesa un debate que espanta en Kiev: ¿está llegando ya la temida fatiga de guerra? ¿Puede ser el principio del fin de la ayuda de Occidente?
Ucrania y Polonia han protagonizado en estos días y, sobre todo, en las últimas horas, un choque insólito entre el país invadido por Rusia y uno de sus socios occidentales, vecino de frontera, miembro de la Unión Europea y de la OTAN. Kiev y Varsovia han chocado por el grano, los cereales y las armas, en un episodio que debe estar haciendo las delicias de Vladimir Putin en su Kremlin.
Desde el comienzo de la invasión total de Rusia, Varsovia ha sido un firme partidario de Kiev. A menudo, incluso ha liderado el envío de ayuda y equipos militares y ha defendido apasionadamente que este apoyo era esencial para proteger a Polonia de la agresión rusa. Que esta guerra es la guerra de todos.
Por eso ahora el cambio de tono sobre Ucrania del Gobierno polaco que comanda Mateusz Morawiecki es sorprendente. Ahora, de repente, parece como si los cuchillos políticos estuvieran listos para Kiev. Justo en año electoral, con los comicios el mes que viene. ¿Es una cuestión de proteccionismo para atender las necesidades domésticas, cuando la ultraderecha se juega el poder? ¿O es que ha llegado la temida fatiga de guerra y Polonia es el primer país que baja los brazos, vista la duración de la contienda y el gasto para sus propias arcas?
Lo anunciado por Polonia
La frase no puede ser más contundente: "Ya no transferimos armas a Ucrania porque ahora estamos armando a Polonia", dijo el primer ministro Morawiecki el miércoles en sus redes sociales. El mandatario añadió luego en una entrevista Morawiecki añadió en una entrevista que su país se centrará ahora en suministrar "las armas más modernas" para sus propios fines. "Si quieres defenderte tienes que tener algo con lo que defenderte", dijo. Y más tarde dejó claro que las armas ya comprometidas se van a entregar, por lo que se estaban "malinterpretando en el peor sentido posible" sus palabras, precisó el presidente de Polonia, Andrzej Duda.
Esto marca un cambio importante en su política. En primavera, Polonia se convirtió en el primer país de la Alianza Atlántica en enviar aviones de combate a Ucrania meses antes que Estados Unidos, que no accedió hasta el mes pasado a aprobar la transferencia de aviones F-16, a la espera de que las fuerzas ucranianas completaran su entrenamiento.
También envió anteriormente más de 200 tanques de la era soviética a Ucrania (eran muy compatibles con el armamento y el material que tenían las propias Fuerzas Armadas de Ucrania) y la mayor parte del material militar occidental y otros suministros llegan a las fuerzas ucranianas atravesando precisamente territorio polaco. Un hecho que le ha causado numerosas amenazas por parte de Rusia, por ejemplo.
Polonia, pues, sólo suministrará ahora a Kiev las municiones y armas ya acordadas antes de que Varsovia tomara la decisión de suspender los envíos, declaró este jueves el portavoz del Gobierno, Piotr Muller. Subrayó que Ucrania ha hecho una serie de "declaraciones y gestos diplomáticos absolutamente inaceptables" y que "Polonia no acepta este tipo de acciones injustificadas", informó ayer la PAP, la Agencia de Prensa Polaca.
Ucrania intentó suavizar las diferencias el jueves. El ministro de Política Agraria de Kiev dijo que había hablado con su homólogo polaco y emitió un comunicado en el que afirmaba que ambos "discutieron la situación y la propuesta de Ucrania para resolverla, y acordaron encontrar una solución que tenga en cuenta los intereses de ambos países".
También acordó establecer un sistema de comercio de grano con Eslovaquia que permitiría levantar la prohibición de importar grano ucraniano, según informó el jueves el Ministerio de Agricultura de Eslovaquia.
¿Grano? Sí, porque las armas han sido el segundo episodio de la crisis. Antes vino el cereal, y no sólo causó choques con Polonia, sino también con Eslovaquia y Hungría.
¿Pero cómo se ha llegado hasta aquí?
La prohibición de importar grano ucraniano, impuesta inicialmente a principios de año por varios países de la Unión Europea para proteger a los agricultores locales, preocupados por los bajos precios, lleva meses generando presiones en la zona. La semana pasada, la Unión Europea anunció su intención de suspender la norma, pero tres países, Polonia, Hungría y Eslovaquia, manifestaron su intención de desafiar ese cambio y mantener las restricciones. Esto provocó las protestas de Ucrania, que esta semana presentó demandas contra los tres países por este asunto.
Ucrania, a menudo llamada el "granero de Europa" por las enormes cantidades de grano que produce, vio sus puertos del mar Negro bloqueados por Rusia tras su invasión a gran escala en febrero de 2022.
Ante el temor de que la situación "amenazara la seguridad alimentaria mundial", la Comisión Europea estableció en mayo lo que denominó "carriles de solidaridad" para facilitar las exportaciones, y eliminó temporalmente todos los derechos y cuotas sobre las exportaciones ucranianas, lo que permitió que un exceso de grano ucraniano barato fluyera hacia el continente.
Las quejas en Polonia han estado latentes desde la primavera, cuando los agricultores protagonizaron manifestaciones contra las medidas. Pero volvieron a estallar en los últimos días, tras la decisión de las tres naciones de ignorar la eliminación de la prohibición.
Este miércoles, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, arremetió contra el trío y declaró ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York que "es alarmante ver cómo algunos de nuestros amigos en Europa juegan a la solidaridad en un teatro político, haciendo un thriller del grano".
Zelenski añadió que las naciones implicadas "pueden parecer que interpretan su propio papel, pero en realidad están ayudando a preparar el escenario a un actor moscovita". Sus comentarios provocaron la condena inmediata de Polonia, cuyo Ministerio de Relaciones Exteriores convocó al embajador de Ucrania para transmitirle su "enérgica protesta".
Pero luego llegó también un poco de distensión: el miércoles por la noche, el responsable de comercio del Ministerio de Economía ucraniano, Tarás Kachka, decía haber recibido “señales positivas” de estos tres Gobiernos de la UE sobre su disponibilidad a negociar el plan propuesto por Kiev para reanudar con limitaciones consensuadas por las partes las exportaciones ucranianas a esos mercados.
“La parte polaca ya ha declarado que está lista para trabajar en la resolución del problema”, dijo Kachka menos de 72 horas después de anunciar que Ucrania demandaría a Polonia, Eslovaquia y Hungría ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por vetar, contra el criterio de la Comisión Europea, varios productos agrícolas ucranianos. Kachcka se mostraba optimista sobre la posibilidad de un acuerdo. “Creo que al final de esta semana habremos sido capaces de alcanzar un cierto compromiso”, afirmó, antes de destacar la “importancia tanto para Polonia como para Ucrania” de cooperar y defender los intereses de ambos sectores agrícolas.
¿Hay cansancio?
Pero la sucesión de críticas públicas y el ataque directo entre el presidente ucraniano acusando en la ONU a Polonia, Hungría y Eslovaquia de hacerle el juego a los rusos y su homólogo polaco, Duda, comparando a Ucrania con un hombre que se ahoga y arrastra con él a quien le ayuda, podrían tener consecuencias, aunque se evite el arbitraje.
El comportamiento de Zelenski y de su Gobierno ha sido recibido con reproches -a veces velados por las circunstancias dramáticas a las que ha de hacer frente esta administración- de la oposición. "Son tensiones completamente innecesarias”" le decía a la publicación polaca Wprost el diputado opositor ucraniano Oleksí Goncharenko. "De una cuestión técnica", agregaba el diputado del partido de centroderecha Solidaridad Europea, del expresidente Petró Poroshenko, "se ha pasado a un asunto político mayor y de Estado”.
Se ha instalado la idea de que Ucrania debería estar "agradecida" por el apoyo polaco. Y las palabras de Duda sobre el hombre que se ahoga parecen bastante claras. Hay miedo de arrastre y Moscú se frota las manos.
La sombra de esa fatiga de Ucrania se cierne sobre las campañas electorales desde Eslovaquia hasta Estados Unidos, una seria preocupación para Kiev, que necesita un apoyo occidental firme y continuo en su lucha contra las fuerzas rusas. El Gobierno polaco, pese a todo, está haciendo hincapié en que la ayuda internacional seguirá llegando al frente de Ucrania a través de Rzeszow en el este, un centro crítico para todo, desde tanques hasta balas.
Ojo, que vienen elecciones
La respuesta inicial de Polonia a la guerra de Rusia en Ucrania le valió a su gobierno populista una rara oleada de buena voluntad por parte de toda Europa, y lo convirtió en uno de los principales actores de la respuesta occidental a la agresión rusa.
El país ha acogido a más de 1,5 millones de refugiados ucranianos y ha permitido que 15 millones cruzaran sus fronteras huyendo del conflicto. Los dos países compartían un recelo de décadas hacia Moscú y Varsovia había advertido durante años de los peligros de comprar energía rusa, lo que forjó su relación en las fases iniciales de la guerra.
Pero la tensión se ha recrudecido en los últimos meses, exacerbada por unas elecciones cruciales. El partido populista gobernante en Polonia, Ley y Justicia (PiS), se prepara para una votación el 15 de octubre que, según los sondeos, podría suponer la pérdida de su mayoría parlamentaria. La situación es especialmente difícil en las regiones rurales del este de Polonia, donde la agricultura es un importante pilar económico.
El PiS está perdiendo una parte de su base de votantes típica a favor del partido Confederación, un grupo históricamente de ultraderecha que se ha manifestado en contra de los costos de la ayuda militar de Varsovia a Kiev y se ha quejado de que la difícil situación de Ucrania se ha convertido en una prioridad mayor para el gobierno que la de los polacos.
En respuesta, el PiS parece haber moderado su apoyo a Kiev en los últimos meses y se ha mostrado dispuesto a adoptar una postura más combativa. En agosto, Varsovia convocó al embajador de Ucrania en Polonia después de que un asesor polaco de política exterior acusara a Kiev de ser desagradecido por el apoyo de Polonia a la exportación de su grano.
¿Hay consecuencias en el campo de batalla?
De no hallarse una solución, a Kiev le preocupará que la decisión de Polonia de dejar de enviar armas repercuta en toda Europa. Polonia ha sido una de las naciones más dispuestas a reforzar el arsenal de Kiev desde los primeros días de la guerra a gran escala, y ha mostrado su voluntad de presionar a otras potencias europeas y a Estados Unidos para que cooperen.
En enero, cuando Alemania se debatía entre suministrar o no tanques de combate Leopard 2 a las tropas de Kiev, Polonia asumió un papel de liderazgo en la formación de una coalición europea que diera a Berlín suficiente margen para actuar.
Durante días, los funcionarios polacos expresaron en público y en privado su deseo de llevar los vehículos de combate de alta tecnología al frente de batalla, e insistieron en que lo harían independientemente de que otros países los siguieran en el esfuerzo o no.
Kiev y sus aliados temen que si Varsovia adopta una nueva actitud ante futuros envíos de armas, otros países europeos indecisos se sentirán menos presionados para donar también suministros.
La urgencia de la guerra para Polonia también ha disminuido a lo largo del año. Los polacos llevaban tiempo advirtiendo de que su país estaba en el punto de mira de los designios imperiales de Rusia, y la invasión de Moscú avivó los temores de que Polonia fuera un objetivo futuro.
Pero ahora que la guerra está atascada en el este de Ucrania y que el ejército de Moscú sufre graves deficiencias de personal y liderazgo, las perspectivas de que el presidente de Rusia, Putin, ataque a un país de la OTAN como Polonia parecen escasas.
Mientras tanto, la contraofensiva ucraniana en curso se ha beneficiado del apoyo y los suministros occidentales, pero Kiev ha presionado para conseguir más para superar lo que probablemente será un conflicto largo y obstinado. Le preocupará que la decisión de Polonia pueda causar un efecto dominó que ponga en peligro futuros envíos.