Navegando por la inmensa soledad del hielo del Ártico
Cuando leáis este post, estaremos navegando por la inmensa soledad del hielo del Ártico. Impulsados por el viento durante veinte de las veinticuatro horas del día. El jueves por la tarde, un helicóptero nos dejó a 1.400 metros de altitud. A los seis y a nuestro Trineo de Viento. Insignificantes pulgas en la inmaculada blancura que nos rodea.
Cuando leáis este post, estaremos navegando por la inmensa soledad del hielo del Ártico. Impulsados por el viento durante veinte de las veinticuatro horas del día. El jueves por la tarde, un helicóptero nos dejó a 1.400 metros de altitud. A los seis y a nuestro Trineo de Viento. Insignificantes pulgas en la inmaculada blancura que nos rodea.
Las últimas horas antes de la salida fueron una auténtica vorágine. La noche anterior hubo que volver a hacer 500 nudos del trineo debido a una cuerda que se deslizaba más de lo previsto. Hasta Mike McFerrin, del prestigioso centro de investigación CIRES de la NOAA y la Universidad de Colorado, nos ayudó en la tarea. Y es que en Kangerlussuaq se nos ha incorporado a la expedición Cumbre de Hielo Groenlandia 2016 un nuevo proyecto científico, el que desarrollan McFerrin y Jason Box, de la Universidad de Dinamarca, para evaluar los efectos del cambio climático en el Ártico. ¡Tendremos que hacer perforaciones a 15 metros de profundidad, cuando las pensábamos hacer de un metro! El instrumental necesario lo recogeremos en la base científica Summit Camp, por la que pasaremos en unos días.
Tras un vuelo tranquilo de una hora, llegamos al punto de partida y enseguida nos pusimos manos a la obra para montar el vehículo, una tarea que nos llevó casi siete horas. Y comenzamos a navegar cuando debía ser de noche... y no lo era. Aquí baja el Sol, pero la luz siempre permanece.
Nuestra intención era estar veinte horas en marcha, con dos equipos de pilotaje que se van rotando al mando de las cometas, uno dirigido por Ramón y otro por Ignacio Oficialdegui, un experimentado piloto del Trineo de Viento. También la danesa Karin sabe manejarlo bien. Y los demás tendrán que aprender en estos primeros días.
Comenzamos con buenos ánimos. Sabemos que el reto es complicado, que llevar 2.000 kilos de peso cuesta arriba no es fácil, pero también sabemos que nos sobra la ilusión por cumplir nuestro objetivo. El viento sopla fuerte. ¡Nos vamos!