Sobre feminismo y poder

Sobre feminismo y poder

Las estrategias de ridiculización, hostigamiento y señalamiento no son estrategias feministas.

Irene Montero interviene en un acto de PodemosAldara Zarraoa via Getty Images

Cuando hablamos de feminismo, no solo estamos hablando de una teoría política sino también y, sobre todo, de una forma de estar en el mundo. Los feminismos nos interpelan, nos cuestionan y nos obligan a plantearnos nuevas formas de relación, de afectos, incluso de narrativas en torno al poder y la ética.

Los feminismos han sido siempre eminentemente problematizadores, es decir, nos han planteado preguntas, algunas de ellas liberadoras per se. Quien esté militando en los feminismos sabrá más que de sobra que en ellos siempre ha existido mucho debate, mucho cuestionamiento.

Ha habido formas de entender el feminismo tan diferentes que incluso pudieran parecer contrarias en la base misma. Entonces, ¿qué hay de común en todas las posiciones feministas? El respeto a la mirada de la otra, los espacios de seguridad y no agresión. En definitiva, lo que deberían tener en común todos los espacios feministas es la no violencia.

Las estrategias de ridiculización, hostigamiento y señalamiento no son estrategias feministas. El patriarcado ha hecho un buen trabajo marcándolas como herramientas de poder, como símbolo de éxito, bajo la extenuante metáfora de la batalla, de la conquista, del imperio una vez más. No deja de sorprenderme que en ciertos sectores feministas —de antes y de ahora— apuesten por estas herramientas patriarcales para intentar ‘vencer’, no ya al patriarcado, sino a otras compañeras feministas. ¿Qué se pretende conseguir al decir que las que defienden la despenalización del trabajo sexual son explotadoras? ¿O que quien defiende los derechos humanos de las personas trans es una ‘una mala feminista’?

Cuando hablamos de feminismo, no solo estamos hablando de una teoría política sino también y, sobre todo, de una forma de estar en el mundo

En estos días hemos tenido que vivir comentarios hacia la ministra de Igualdad totalmente inadmisibles. En algunas cuestiones que atraviesan a los feminismos como el trabajo sexual o la gestación por sustitución me encuentro en posiciones contrarias a Irene Montero pero precisamente por ello, si nos reconocemos como feministas, todas tenemos que aprender de la mirada de la otra. No se me ocurría someter a Montero a una persecución ideológica del calibre que está sufriendo porque defienda unas posiciones u otras.

Estoy empezando a pensar que lo verdaderamente importante para algunos sectores feministas no es la emancipación de las mujeres o la consecución de la igualdad real y efectiva, sino una cosa mucho más banal y que ha sido el centro de las luchas del patriarcado: el poder. Lo que molesta de Irene Montero es precisamente la asunción del poder, el liderazgo en un ministerio que buena parte del feminismo socialista creía tener en propiedad. No hay nada más patriarcal que hostigar a una mujer, llamarla inepta o ridícula, porque disiente de tu mirada. Y no hay nada más violento que hacerlo por una cuestión de poder.

Lo que molesta de Irene Montero es precisamente la asunción del poder, el liderazgo en un ministerio que buena parte del feminismo socialista creía tener en propiedad

Deberíamos hacernos una revisión de qué entendemos por poder y para qué queremos ejercerlo. Pareciera que para un cierto sector del feminismo las herramientas del amo deban ser usadas contra las aliadas, una vez más. Me duele asistir a este espectáculo dentro del movimiento feminista y me parece que hay algo que no estamos entendiendo. Feminismo es no violencia, son espacios seguros, es respeto a la mirada de la otra, es la política de la no cancelación. Abrazar posiciones de persecución, de hostigamiento, de violencia en definitiva es apuntalar más las estrategias patriarcales que deben ser utilizadas en los espacios públicos para llegar a ser socialmente relevante.

Feminismo como movimiento liberador, y como movimiento amplio donde quepamos diferentes miradas. Todas compartimos los mismos objetivos, aunque haya disensos en cómo alcanzarlos. Pretender imponer un único camino, una única verdad, no abraza los principios feministas de reflexión, pensamiento crítico y justicia. Pretender imponer la propia mirada sobre el mundo dice más de quien señala que de la señalada.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Doctorando en Psicología por la Universitat Autònoma de Barcelona, en la línea de investigación "Poder, Subjetividad y Género". Activista por los Derechos Humanos. Máster en Intervención Psicológica por la UDIMA y Experto Universitario en Trastornos de la Personalidad por la misma universidad. Máster en Formación del Profesorado en UNED. Diplomado en Perspectiva de Géneros y Bioética Aplicada por la Universidad de Champagnat, Mendoza, Argentina. Formación de posgrado en violencia de género y participación en congresos internacionales de temática feminista, bioética, diversidad sexual y género. Dos veces portavoz de derechos del Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica, único organismo internacional público en materia de juventud en el mundo. Premio Cristina Esparza Martín 2020 en la categoría de Activista del año por su defensa de la igualdad de género y a favor de los derechos del colectivo LGTBI. Ha sido uno de los observadores internacionales coordinados por el centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero para velar por el cumplimiento de la Ley de Amnistía del Estado de México.