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'Alegría', champán y palomitas

'Alegría', champán y palomitas

La combinación de champán y palomitas sirve de metáfora para describir lo que ofrece esta compañía global del circo.

Yan “Joann” Zhuang y el hula hoop en 'Alegría'.Anne-Marie Forker

En la fiesta que acompañaba el estreno oficial de Alegría, el espectáculo que Cirque du Soleil en el escenario de Puerta del Ángel en Madrid, los invitados podían disfrutar de la versión española del champán, es decir, cava, y palomitas. No solo, es cierto que intentaban agradar a sus invitados con otras viandas y bebidas, pero esa unión bien sirve de metáfora para describir lo que ofrece esta compañía global del circo.

Las palomitas, como en una película llena de tensión, acompañan a la que producen los riesgos acrobáticos que asumen sus maravillosos artistas de circo. Que lejos de hacer el más difícil todavía, en cada espectáculo se aplican a ejecutar los números más allá de la perfección.

Esto no quiere decir que de base no intenten llegar a los límites que ellos u otros artistas de su disciplina ya han establecido, sino que tienen tal nivel de ejecución y compromiso con lo que hacen que, sin tratar de batir ningún récord nuevo, provocan en el patio de butacas expresiones de asombro y aplausos.

Alegría no se libra de esa reacción porque ese es el nivel de ejecución que se ofrece. Y, el que hace que, por ejemplo, Yan Joann Zhuang, artista del hula hoop, consiga ella sola mantener concentrado al público sobre la gran pista de circo. Y, el Grand Chapiteau, la Gran Carpa, tiene un aforo para más de dos mil quinientas personas, según internet.

  Una escena del número de barras acrobáticas en 'Alegría'.Anne-Marie Forker

No es la única. El primer número circense al que se asiste, el de barras acrobáticas, tiene tal fuerza y energía, junto al nivel de ejecución citado, que los siguientes palidecen ante el mismo. Lo que, desde un punto de vista narrativo y dramático, es muy sabio. No se puede mantener tal nivel de subidón ni la tensión en las casi dos horas y media, incluido el intermedio, que dura el show.

Una dramaturgia que no pierde de vista la necesidad de que el público ría. Por lo que a lo largo de la función se insertan diversos sketches de dos clowns españoles. A los que se les podría llamar Los Pablos, porque son Pablo Bermejo y Pablo Gomis López. Dos pájaros que no se soportan y que, a la vez, no pueden vivir el uno sin el otro. Por lo que, si sus peleas por cualquier chorrada son divertidas, y causa de duelo decimonónico, no lo son menos sus reconciliaciones que parecen ir más allá de la amistad.

Un equipo artístico y creativo que si no olvida la progresión de números que debe tener el espectáculo, tampoco olvida otras dos cosas importantes. Una, dotarlo de una narrativa. Y dos, dotarlo de belleza.

La narrativa la pone una historia clásica. La lucha entre lo viejo y lo nuevo. Lo viejo está representado por una corte que quiere apoltronarse alrededor de un trono, aunque quien lo reclame y vaya a ocuparlo sea un bufón como el Sr. Fleur, al que ya se le está acabando la pila y la energía. Al que da vida Bohdan Zavalishyn, un artista multidisciplinar, por lo que se ve en escena, competente en el clown, en el teatro gestual y en la cama elástica y lo que sea necesario que le pidan que haga en la pista.

Lo nuevo, y su energía, viene puesto por todos esos artistas circenses que ponen y arriesgan su cuerpo de forma controlada y segura. Ya sea saltando en un trapecio. Haciendo volantines mientras corren y saltan sobre una cama elástica. Siendo capaces de jugar con fuego sin quemarse, como el samoano Falaniko Solomona Penesa. O enamorarse a unos cuantos metros de altura como en el número del trapecio sincronizado o el de telas áreas. Estos dos, sobre todo el primero, demasiado azucarados y romanticones para los tiempos poliamorosos que corren. Siempre y cuando no se tenga en cuenta que el público, sobre todo el de plataformas televisivas, está rendido a la comedia romántica tradicional y si no miren los rankings de Netflix.

La belleza la pone el equipo artístico que hay detrás y que puso los cimientos de lo que hoy se entiende como circo y, en concreto, como Cirque du Soleil. Son los que gasifican este vino con cuerpo y tradición. Los que ponen ese cosquilleo nasal y la frescura que se siente a tomarse un cava español o un champán francés.

  Baile de cuchillos de fuego de Falaniko Solomona Penesa en 'Alegría'.Anne-Marie Forker

Los responsables de hacer que la pista arda, pero no se queme el circo. Los responsables de que nieve, pero no se provoque un temporal. Y de recoger esta nieve de una manera tan sencilla como espectacular y que de alguna manera hace soñar que ojalá fuera posible hacer lo mismo con la dana valenciana y continuar.

Con todos estos elementos el nuevo equipo artístico, que ha revisado y renovado la producción de Alegría de 1994, consigue, por un lado, que el espectáculo se vea como nuevo. Y, quizás, hayan hecho un vintage del Cirque du Soleil, en el sentido de que han puesto al día el espectáculo manteniendo el protagonismo y la presencia que los números de circo tuvieron en sus primeros espectáculos.

Por otro crea una extravaganza, en el sentido que siempre han hecho. Mezclando géneros y estilos. E innovando. Tan extravagante e innovadora como lo es la mezcla de champán y palomitas. Que, si te lo cuentan, piensas que es imposible que funcione algo tan sofisticado como un vino espumoso con algo tan del día a día como son unas simples palomitas que puedes hacerte en casa. Lo mismo que muchas personas pensaron cuando llegaron a España con este espectáculo en 1998.

  Los payasos Pablo Bermejo y Pablo Gomis López en 'Alegría'.Andy Paradise

Pero cuando vas y lo pruebas, te das cuenta que los que lo proponen no son cualquiera. Que saben lo que se hacen. Que conocen bien los elementos con los que trabajan. Y que saben cómo (re)ponerlo en escena para que algo que creías que ya conocías, tras la larga y estrecha experiencia que Madrid y España ha desarrollado con esta compañía, esta Alegría que ahora ofrecen te sepa tan nueva como cualquiera de sus producciones más recientes.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.