La temida espera: Biden suma votos mientras Trump embiste
Temeroso de los resultados de la votación, el actual presidente se ha lanzado a declarar victoria y a hacer falsas acusaciones de fraude electoral.
No han pasado ni 24 horas desde que ayer, día 3 de noviembre, se celebraron de forma bastante ordenada las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Aunque hubo intentos de interferir en los comicios con llamadas grabadas enviadas a millones de votantes de diversos estados diciéndoles, en un tono propio de organismos oficiales, que había peligro si salían a la calle, no hubo episodios de violencia, para gran alivio de bastantes ciudadanos, que temían asaltos por parte de los seguidores del actual residente de la Casa Blanca. Parece que éstos estaban demasiado ocupados participando en las elecciones.
Según empezaron a saberse los resultados de la votación, se hizo evidente que iban a ser unas elecciones muy ajustadas, como lo han sido casi todas las elecciones de las últimas dos décadas. Las encuestas, que le daban una ventaja significativa a Biden, no habían acertado, entre otras razones, quizás, porque muchos seguidores del actual residente de la Casa Blanca ocultan sus sentimientos, dado el rechazo que éstos producen en la mayor parte de la población.
Pero, en este país, las elecciones no las decide el voto popular (una persona-un voto), sino el colegio electoral, cuyas complicadas reglas pueden dar la victoria a candidatos que no cuentan con el apoyo de la mayoría de los votantes. Recuérdese que, en 2016, Hillary Clinton perdió las elecciones, aunque tuvo cerca de tres millones de votos más que su oponente. Los que entonces sentían que iba a ganar no estaban equivocados. Ganó, pero no en los distritos que necesitaba para conseguir los 270 votos electorales requeridos para alcanzar la presidencia.
En estas elecciones, lo más probable es que Biden gane tanto el voto popular como el colegio electoral. Este candidato parece haber acertado con su disciplinada estrategia de dedicar la mayor parte de sus energías a recomponer “la muralla azul”, los estados que antes eran de los demócratas, tres de los cuales, Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, votaron por el actual presidente por un margen muy pequeño en 2016. Si Biden gana estos tres estados o si gana dos y consigue el apoyo de otro estado hasta ahora republicano, como Arizona, Georgia o North Carolina, ganará las elecciones.
Por desgracia, los reglamentos de Wisconsin, Michigan y Pennsylvania no permiten contar los votos antes de las elecciones, por lo que tendremos que esperar para saber lo que ha pasado allí. Los demócratas habían advertido machaconamente a sus votantes a lo largo de toda la campaña electoral que los resultados probablemente tardarían unos días en saberse. Esto no sería un gran problema si Trump respetase las reglas democráticas, pero no las respeta. Temeroso de los resultados de la votación, el actual presidente se ha lanzado a declarar victoria y a hacer falsas acusaciones de fraude electoral.
Para evitar esta angustiosa espera y el caos que se sabía que iba a causar el actual presidente durante este período de tiempo, los demócratas deseaban ardientemente ganar Florida, estado sin el cual los republicanos no pueden salir victoriosos en las elecciones. Florida cuenta los votos el propio día de las elecciones. Si el actual presidente hubiese perdido allí, la tensión y los nervios se habrían acabado ayer. Pero Florida, donde había un empate estadístico, se ha decantado por el actual presidente.
Ya en los días anteriores a las elecciones se empezaron a ver signos de esto. Por ejemplo, se comentó que los hispanos, especialmente los hombres hispanos, parecían apoyar al actual presidente más de lo esperado. También se dijo que los negros, en particular los haitianos, muy numerosos en Florida, parecían menos motivados a salir a votar de lo que se había creído. Finalmente se supo que en el condado de Miami-Dade, que es muy grande, las cosas no se presentaban bien para los demócratas, así que no fue una gran sorpresa enterarse de los resultados de la votación. Ahora los demócratas están donde siempre temieron, esperando por unos resultados que probablemente le darán la victoria a Biden, mientras Trump intenta por todos los medios dinamitar el proceso electoral.