El multimillonario con 10.000 millones de euros en sus cuentas y un Volvo de hace 25 años se niega a dejar herencia a sus hijos
El hombre afirma que a sus hijos "no pasarán hambre", pero no considera que una herencia excesiva sea buena para ellos.
A pesar de poseer una fortuna personal de más de 10.000 millones de euros y liderar una de las gestoras de activos más grandes del mundo, Ken Fisher, reconocido inversor y autor de una docena de libros sobre finanzas, sorprende por su estilo de vida sencillo y sus principios poco convencionales sobre la riqueza y la herencia.
Lejos del lujo ostentoso que podría permitirse, Fisher conduce un coche valorado en apenas unos miles de euros y asegura que su estilo de vida no gira en torno al materialismo. "No tengo ropa elegante y podría vivir en una casa en un árbol. Paso mucho tiempo en la tienda, bajo la lluvia", comenta en una entrevista con The Telegraph, reflejando una perspectiva despojada de superficialidades.
El trabajo como terapia y su postura sobre la herencia
Su filosofía tiene un respaldo personal: comenzó su carrera con solo 250 dólares en el bolsillo y ha construido un imperio financiero gracias a su esfuerzo y visión.
En concordancia con esta visión de la vida, Fisher deja claro que no planea dejar una gran fortuna a sus hijos. Si bien asegura que "no pasarán hambre", subraya que no considera positivo que tengan suficiente dinero como para no necesitar trabajar nunca más. "El trabajo es terapéutico", afirma, advirtiendo que una herencia excesiva podría llevar a consecuencias negativas, como el abuso de sustancias, divorcios y una vida sin rumbo.
En términos de negocio, Fisher apuesta por las acciones de valor, particularmente en el sector de los combustibles fósiles. Entre sus principales intereses se encuentran compañías como Exxon, Chevron, Shell y Total, que, según él, seguirán siendo inversiones rentables en el futuro.
Su modestia recuerda a otros magnates como Ingvar Kamprad, el fundador de Ikea, quien hasta su fallecimiento en 2018 conducía un Volvo 240 GL de 1993 y utilizaba transporte público, aprovechando incluso los descuentos para jubilados.