El 'trifachito' de Colón ya no camina unido
PP, Cs y Vox se unieron en la plaza madrileña, pero ahora buscan diferenciarse unos de otros con estrategias totalmente diferentes.
La pandemia ha divorciado a la derecha. Los efectos de la mayor crisis sanitaria en un siglo se notan con fuerza en la relación entre PP, Ciudadanos y Vox. Estos partidos han pasado en poco más de un año de hacerse una foto juntos en Colón para protestar contra Pedro Sánchez, a diferenciarse unos de otros con estrategias totalmente diferentes para hacer oposición al líder socialista.
El presidente del Gobierno lo ha podido constatar esta semana tras las reuniones que ha mantenido con los jefes de populares y naranjas, Pablo Casado e Inés Arrimadas, y la moción de censura que prepara Vox, cuyo líder, Santiago Abascal, abjura de sentarse con Sánchez. Atrás queda el recurso de “las tres derechas” que tanto usó el jefe del Gobierno para movilizar a la izquierda. PP, Cs y Vox ya no caminan unidos.
Ha llovido mucho desde la foto de Colón que se tomó en febrero de 2019, un mes antes de las elecciones del 28-A y nueve antes de la repetición del 10-N. Albert Rivera era entonces líder de Cs y todavía no había dejado a su partido con 10 diputados tras conseguir 57; Pablo Casado no había llevado aún al PP al peor registro de escaños de su historia y Santiago Abascal no había logrado situar a la extrema derecha como tercera fuerza del país a costa de la crisis catalana fundamentalmente.
La epidemia del coronavirus, no obstante, está alterando todos los equilibrios y acuerdos. Y solo en ese contexto se entienden los cambios recientes en el PP, que se deshizo de la controvertida Cayetana Álvarez de Toledo para situar en la portavocía parlamentaria a Cuca Gamarra, más moderada. Incluso las renuncias de Marcos de Quinto y Juan Carlos Girauta, el sector radical de Ciudadanos.
Los naranjas están empeñados en mostrarse como un partido útil. Inés Arrimadas, que tomó las riendas del partido días antes de que España se sumiera en el estado de alarma para frenar la propagación del virus, corre el riesgo de quemarse por su acercamiento a Pedro Sánchez y su brazo tendido para aprobar los presupuestos generales del Estado a pesar de que Unidas Podemos forme parte del Ejecutivo.
La pandemia está a punto de juntar a morados y naranjas, como quiso Sánchez para su investidura. Mezclar al agua y al aceite es algo que solo está al alcance de la política. Y le vale bien a Sánchez, pues si Ciudadanos y morados dan un ‘sí’ a las cuentas, la suma de PP, Vox y el bloque independentista catalán (ERC, JxCat y CUP) no tumbaría los presupuestos generales si, además, Sánchez mantiene el resto de apoyos que le votaron en enero: PSOE, Podemos, PNV, Compromís, Más País, Teruel Existe, BNG y Nueva Canaria. Esa es la vía principal de trabajo en Moncloa, aunque ERC lance cantos de sirena a Podemos para que reniegue de los naranjas.
Los populares creen que los votantes de Ciudadanos no le van a perdonar a Inés Arrimadas tantos bandazos de la formación en tan poco tiempo. “Cs piensa que ese buenisimo les va a reportar algo, pero les puede convertir en UCD. La gente busca certidumbre… los votantes de Cs no entienden tantos giros”, concede un diputado popular.
Los de Pablo Casado están seguros de que el viento que les llegue este curso político les va a ser favorable para llegar a Moncloa cuando acabe la Legislatura. “En el largo plazo nos va a venir bien. Mucha gente se dará cuenta de que Vox es mucho grito, pero que no se consigue nada con eso. Y Cs es mucho bandazo”, reflexiona esta fuente del PP a las órdenes de Casado en el Congreso que añade: “Ellos están con esto de la politica útil. Sí, claro, pero si la politica útil es para que te suban el IVA...”.
La sensación en las filas populares es que los naranjas sellan su destino al PSOE y Podemos apoyando las cuentas del Gobierno. Y, claro, en Génova ven irremediable que las marcas de socialistas y morados coticen a la baja con el tiempo, con la gestión del Gobierno. “Ellos son dos marcas que van a la baja… si te unes a ellos, tu marca irá a la baja”, opina otro diputado popular.
Mientras, los de Arrimadas esperan que el ‘sacrificio’ que hace su partido ante sus votantes por España, al tender la mano a Sánchez para aprobar las cuentas, les saque de la irrelevancia parlamentaria en la que les dejó Rivera, quien optó por no acercarse a Sánchez e intentar superar al PP.
¿Y Vox? La ultraderecha se encuentra cómoda al margen de los cauces normales de diálogo entre Gobierno y oposición. Santiago Abascal sigue negando legitimidad al Ejecutivo de Sánchez. Por eso ni se sienta a hablar con el presidente del Gobierno. “Vox necesita diferenciarse de nosotros como sea por lo extremo de sus posiciones, por lo hiperbólico, para llamar la atención”, explican en el PP. Los de Casado ya ven cerca el circo que previsiblemente montará Santiago Abascal en el Congreso durante la moción de censura.
El PP espera que ese circo convenza a los votantes de que su partido es la única alternativa seria posible al Gobierno de coalición. El banquillo popular en la Carrera de San Jerónimo llega con nueva portavoz y nuevas formas, alejadas de la extrema derecha. Pero Casado se sigue mostrando inflexible a colaborar con el Gobierno más allá de una oferta de pacto en Sanidad y para crear una agencia que vele por la reconstrucción de manera “apartidista”.
Casado no va a dar oxígeno a Sánchez. El ‘no’ a los presupuestos está cantando, dice Casado, porque no puede ser de otra forma mientras Podemos esté en el Consejo de Ministros. Tampoco llegará a acuerdos con el Gobierno para renovar órganos constitucionales como el Defensor del Pueblo, el Consejo General del Poder Judicial o la dirección de RTVE.
La línea roja del PP son los morados, dicen, porque blanquean el terrorismo al entenderse con Bildu, piden un referéndum en Cataluña y el advenimiento de una República. No obstante, parece que el PP se niega en redondo a negociar con el Ejecutivo esa renovación porque no quiere que personas afines a Podemos ocupen alguno de los puestos pendientes de cambio. En esa línea ha apuntado el vicepresidente segundo del Gobierno y secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.
En poco más de un año, Vox trata de diferenciarse de los demás a toda costa, Ciudadanos pelea para mostrar utilidad y no desaparecer. Y el PP aguarda con paciencia que el tiempo pase; que la gestión de la crisis sanitaria, con las cifras de muertes y hospitalizaciones al alza de nuevo, pesen tanto que hagan caer la guillotina sobre sobre la coalición de PSOE y Podemos.