Un proyecto para la economía de la clase media
Lo que no podemos hacer es fingir que la educación no es importante o que no podemos hacer nada por ayudar a las familias. Aún tenemos mucho por hacer. Hemos atravesado épocas difíciles, pero tenemos nuevos cimientos y un futuro por escribir. Y estoy deseando ponerme a trabajar.
El resurgimiento de Estados Unidos es real. Con una economía creciente, déficits reducidos, una industria desbordante y una producción energética en auge, hemos salido de la recesión con más libertad para escribir nuestro propio futuro que cualquier otra nación del planeta.
Ahora tenemos que decidir cómo queremos que sea este futuro. ¿Aceptaremos una economía en la que sólo a unos pocos nos vaya espectacularmente bien? ¿O nos vamos a comprometer con una economía que genere grandes ingresos y grandes oportunidades para todos los que se esfuerzan?
En el discurso sobre el Estado de la unión de la semana pasada me concentré en garantizar que la economía de la clase media ayude a más estadounidenses a avanzar en la nueva economía. Como país, hay que hacer más para que aumente el salario de las familias, para dar a los estadounidenses de todas las edades la oportunidad para actualizar sus competencias de modo que reciban un mejor sueldo, y para construir la economía más competitiva del mundo para nuestras empresas.
Este lunes presentaré ante el Congreso mi presupuesto: un plan para actualizar la economía de la clase media. En primer lugar, propongo hacer el tipo de inversiones necesarias para seguir acrecentando nuestra economía y garantizar nuestra seguridad nacional. Estableceríamos centros de fabricación, reconstruiríamos infraestructuras derruidas, combatiríamos las bacterias resistentes a antibióticos y promoveríamos una nueva era de la medicina de precisión que utilice ciencia de última tecnología para descubrir nuevos tratamientos de enfermedades como la diabetes o el cáncer. Daríamos a los padres trabajadores la oportunidad de salir adelante con bajas por enfermedad pagadas y daríamos a todos los estadounidenses la oportunidad de ganar competencias haciendo que las universidades públicas sean gratuitas para los estudiantes responsables. Deberíamos invertir en unas fuerzas armadas del siglo XXI para hacer frente a los retos internacionales con un liderazgo estadounidense fuerte y sostenido. Estas propuestas son pragmáticas; son el tipo de cosas que ambos partidos deberían apoyar.
Pero en lo que difieren a menudo demócratas y republicanos es en la forma de pago de este tipo de ideas. Desde que llegué al cargo, estoy orgulloso de haber experimentado el período más rápido de reducción sostenida del déficit desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Mi presupuesto fomentará este progreso con reformas en los programas de salud, el sistema tributario y nuestra averiada política de inmigración. Eliminaría las fisuras de los sistemas fiduciarios que permiten que los más ricos esquiven el pago de tasas en sus ingresos no devengados y utilizaría los ahorros para bajar los impuestos a las familias de clase media. Si el Congreso aprueba mi presupuesto, nuestro país pasaría la prueba clave de la sostenibilidad fiscal y la deuda bajaría en relación con el PIB.
Por supuesto, para hacer estas inversiones de sentido común sin aumentar nuestro déficit en el futuro, necesitamos pasar página de la crisis industrial que ha dirigido los debates sobre el presupuesto en los últimos años. Nuestra recuperación se vio frenada cuando el Congreso bloqueó al Gobierno y arriesgó la total confianza y el crédito de Estados Unidos. No nos podemos permitir hacerlo otra vez. Tenemos que trabajar en el acuerdo por el presupuesto bilateral que firmé en 2013 que nos ayudó a acabar con parte de los recortes presupuestarios arbitrarios conocidos como secuestro. El acuerdo del último año impulsó nuestro crecimiento económico sin debilitar la responsabilidad fiscal. Fuimos capaces de invertir en las prioridades nacionales clave a la vez que recortamos nuestro déficit hasta llegar a su nivel más bajo desde 2007.
Con el fin de acrecentar salarios e ingresos con más rapidez, tenemos que dar el siguiente paso. Es el motivo por el que mi presupuesto dará la vuelta completa al secuestro de los recortes para las prioridades internas en 2016. Combinará estas inversiones con un aumento de los fondos en defensa. Si el Congreso rechaza mi plan y se niega a hacer retroceder estos recortes arbitrarios, amenazará nuestra economía y nuestras fuerzas armadas. Las inversiones en los sectores clave caerán a su nivel más bajo en diez años, adaptado a la inflación, poniendo en riesgo la investigación, educación, infraestructura y seguridad nacional de Estados Unidos. Pero, si el Congreso me apoya, podremos garantizar que el secuestro sea liquidado con el recorte de gastos innecesarios y el cierre de las grietas fiscales.
El presupuesto que envío al Congreso es un plan para el éxito de la nueva economía. Sé que hay republicanos en el Congreso que no están de acuerdo con mi enfoque y espero escuchar sus ideas de cómo podemos pagar lo que necesita la clase media para crecer. Pero lo que no podemos hacer es, simplemente, fingir que cosas como el cuidado de los niños o la universidad no son importantes, o que no podemos hacer nada por ayudar a las familias de clase media para salir adelante.
Porque aún tenemos mucho por hacer. Como país, hemos atravesado épocas difíciles. Pero hemos puesto nuevos cimientos. Tenemos un nuevo futuro por escribir. Y estoy deseando ponerme a trabajar.
Este post apareció originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.