La nueva "guerra fría" se libra en la Luna
Estados Unidos y China avanzan en una carrera espacial con un objetivo: dominar el satélite terrestre.
Tres décadas después de la caída del muro de Berlín, Estados Unidos y China parecen lanzados hacia una nueva guerra fría, pero un escenario completamente diferente. Las dos superpotencias avanzan en una carrera espacial con un objetivo: dominar la Luna.
China ha acortado con sorprendente rapidez la distancia tecnológica y de desarrollo espacial que la separaba de Estados Unidos. Después de poner en órbita a su primer astronauta en 2003, el gigante asiático ha trabajado arduamente en su programa espacial: enviando sondas y rovers a la Luna y a Marte o construyendo su propia estación espacial, a la que acaban de enviar tres nuevos taikonautas. Ahora, se propone el desafío de poner un pie en el satélite terrestre por primera vez en su historia.
La Agencia Espacial de China ha anunciado su intención es la de realizar el primer alunizaje tripulado antes de 2030. Según Lin Xiqiang, subdirector de la agencia china, caminarán sobre la Luna para recoger muestras y completar investigaciones que les permitan entender tanto el origen y la evolución de la Luna como del sistema solar.
Un hecho que no ha pasado desapercibido y preocupa a Estados Unidos. Bill Nelson, administrador de la NASA, ha mostrado en una entrevista reciente el temor de que China alunice en una zona de la Luna en la que se cree que hay agua y se apropien de ella: "Lo que me preocupa más es que tanto ellos como nosotros vamos a aterrizar en el polo sur, donde pensamos que hay agua", aseguraba el jefe de la agencia espacial estadounidense, de visita en España para la firma e incorporación española a los acuerdos 'Artemis'.
"El agua es importante porque está compuesta de oxígeno e hidrógeno con los que fabricar combustible para cohetes y aire para respirar. Queremos preservar esas posibles reservas para la comunidad internacional, e impedir que China llegue y diga que el agua es suya", apuntaba Bill Nelson.
La importancia estratégica de la conquista lunar no pasa desapercibida. La rivalidad entre Estados Unidos y China por la supremacía espacial tiene implicaciones más allá del ámbito científico, y se vislumbran posibles ventajas militares en diferentes escenarios. La capacidad de un país para alcanzar la Luna con medios propios se traduce en una demostración de fuerza frente al resto del mundo, y ambas naciones están decididas a establecer su dominio en el espacio.
Sin embargo, las ambiciones espaciales de China plantean interrogantes. Aunque ha alcanzado muchos de sus objetivos, como la construcción de su propio sistema de lanzamiento, hay dudas sobre si su sistema Long March 9, que rivalizará con la Starship de SpaceX, llegará a tiempo para las primeras pruebas, que no se llevarían a cabo no antes de 2030, fecha que no coincide con los plazos establecidos por el gobierno chino.
Estados Unidos, por su parte, no se queda atrás en esta carrera espacial. Aunque el programa Artemis de la NASA ha superado los 6.000 millones de dólares en costos, el país está decidido a regresar a la Luna con la misión Artemis III en 2025.