Cómo desprestigiar en tres sencillos pasos una manifestación de dos millones de personas
El Gobierno de Mariano Rajoy se ha propuesto demostrar que desprestigiar una manifestación de más de dos millones de personas e incluso hacerla invisible es algo sencillo si se tienen los medios adecuados al alcance. Primer paso: Desprestigia a organizadores y participantes.
El Gobierno de Mariano Rajoy se ha propuesto demostrar que desprestigiar una manifestación de más de dos millones de personas e incluso hacerla invisible es algo sencillo si se tienen los medios adecuados al alcance. Quién iba a decir que un Gobierno del PP compartiría métodos de manipulación con cualquier pseudodictadura bolivariana. Y es que el poder no entiende de colores, sino de manipulación para perpetuarse.
Primer paso: Desprestigia a organizadores y participantes
Durante los días previos a la gran manifestación se ha podido escuchar a muchos políticos del PP y a tertulianos afines, de esos que reciben el argumentario cada mañana en su email, avisar de que los manifestantes eran radicales violentos que iban a Madrid para destrozar todo a su paso, nazis a lo Amanecer Dorado o militantes de Izquierda Unida que querían conseguir en la calle lo que no podían conseguir en las urnas, como afirmó algún tertuliano. "Una actuación al más puro estilo comunista y revolucionario", era lo que pretendía Izquierda Unida en palabras de Ignacio González, quien afirmaba que era "irresponsable y peligroso" que dicho partido apoyara "la subversión y el no reconocimiento de la Constitución".
Ya quisiera Izquierda Unida que le votaran todos los afectados por los recortes, todos los parados, todos los perjudicados por las preferentes y por las hipotecas abusivas. Ya quisiera Izquierda Unida. Y ya quisieran los de Amanecer Dorado que les trataran en Grecia como aquí se trata a los franquistas que hacen apología de una dictadura. En Grecia se les persigue y se les encarcela y aquí forman parte impunemente de las juventudes del partido en el poder y se justifican sus "chiquilladas".
Segundo paso: Confirma los malos presagios
Si la manifestación va a concluir sin incidentes, haz que los antidisturbios carguen contra los manifestantes, porque entre ellos, inevitablemente, siempre habrá alguno que haya lanzado piedras o botellas (infiltrado o radical, vete tú a saber). De esta manera, confirmarás que tenías razón: eran violentos y estaba justificado el uso de la fuerza. Además, proporcionas los titulares del día siguiente, los cuales, ineludiblemente, no se centrarán en la mayoría pacífica sino en los contados casos de supuestos violentos incontrolados.
Tercer paso: Desinforma o directamente no informes
La prensa es la voz de su amo y el amo, en una época en la que el número de lectores que acude cada día al quiosco está decayendo, es el que maneja el grifo de las subvenciones. De ciertos periódicos era de esperar, desgraciadamente, que informaran de cualquier otra cosa o de noticias que todavía no habían ocurrido.
El caso de El País es especialmente lacerante. Un periódico como El País no puede permitirse el lujo de hacer ejercicios de manipulación para idiotas sólo porque su dirección pretenda contentar a una mano invisible. Seguramente el 22 de marzo no había más de dos millones de personas en las calles de Madrid, pero tampoco 50.000. Una vez puestos a manipular y exagerar podían haber escrito que en realidad eran no más de cien personas, pero hiperactivas.
Y de esta manera, lo que en El Gamonal ya se puso en práctica a pequeña escala, se ha repetido sin ningún tipo de rubor a nivel estatal. Pobre España, tan democráticamente inmadura.