La política se abre paso ante el ruido (y pese a Ayuso) con Junts y Sánchez condenados a entenderse
El socialista, que este jueves será investido, salva el 'cara a cara' con Feijóo. El único disgusto se lo dan los posconvergentes, que le reprochan falta de valentía.
"¿Pero lo ha dicho o no lo ha dicho?". En el patio del Congreso de los Diputados no se habla de otra cosa. ¿De la amnistía? No. De si la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha dicho "hijo de puta" o "me gusta la fruta" cuando el candidato socialista y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se ha referido al caso de corrupción relacionado con su hermano del que le acusó el exlíder de su partido, el defenestrado Pablo Casado.
Las cámaras del Congreso, donde este miércoles ha arrancado el debate de investidura de Sánchez, han captado la expresión de Ayuso desde la tribuna de invitados. Y esa ha sido la comidilla poco después, cuando ha terminado el entretenido y tenso cara a cara entre el candidato del PSOE y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, de nuevo opacado por la dirigente madrileña. Otra vez.
"Es que no puede no ser protagonista", exclama un diputado socialista sobre lo sucedido durante el debate entre su líder y el presidente del PP, cuyo discurso ha provocado los vítores de los suyos, exultantes por cómo ha salido Feijóo a degüello contra Sánchez desde el primer segundo, recalcando los cambios de opinión del presidente en funciones, que mañana jueves, salvo sorpresa mayúscula, lo será oficialmente cuando obtenga los 179 votos a favor que se ha granjeado en las últimas semanas, amnistía mediante.
Este asunto, el de la ley de amnistía registrada esta semana en solitario por el PSOE, ha vertebrado la mayoría de las intervenciones, especialmente las de la derecha. "La amnistía liquida la historia del PSOE", ha llegado a decir Feijóo. "No abandonaré a la mayoría constitucional de nuestro país, yo sí respeto a esta Cámara, yo sí tengo argumentos, jamás he abusado de la confianza de los españoles", ha recriminado el gallego desde la tribuna.
Elevando el tono, ha acusado a Sánchez de "corrupción política" por ir "contra el interés general a cambio de beneficios personales", y de "humillar" tanto a los españoles como a su propio partido. "No ha conseguido el apoyo de los españoles, lo ha comprado", ha afirmado Feijóo, quien ha llegado a hablar de "pacto encapuchado" con Bildu.
Entre los suyos, júbilo, alborozo. Sobre todo cuando ha vuelto a reiterar que si no es presidente es porque renunció a ello, e incluso afirmar que se presentó a la investidura con un programa en solitario, libre de la ultraderecha, y recordó el pacto que planteó a los socialistas, que no daban crédito y se partían de la risa.
Quizás no tanto como el propio Pedro Sánchez en la réplica, que ha gozado de lo lindo respondiendo a Feijóo. Para empezar, cuando ha contestado a la corrección poética que el gallego le ha hecho a tenor de una cita de Antonio Machado esgrimida por el socialista en su discurso inicial, acusándole de omitir que después de "hoy es siempre todavía" el poema seguía con "y ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos".
Nada más subir a la tribuna, Sánchez ha girado su móvil y ha leído un tuit del cantautor de Ismael Serrano en el que afirmaba que fue él quien añadió esa frase para una de sus canciones.
Mientras los diputados del PP trataban de recomponerse y buceaban en sus móviles buscando el poema de Machado, Sánchez se iba poniendo cómodo. "Si ha ganado las elecciones, ¿por qué quiere repetirlas?", ha preguntado entre risas a Feijóo, quien poco antes le había reclamado volver a consultar a los españoles. "Como no rectifique, acabará perdiendo en 2027", se ha burlado.
Las lágrimas casi le brotaban de los ojos de pura risa cuando ha recordado la teoría de Feijóo de que había renunciado a ser presidente del Gobierno y que era "el primer español" en hacer algo así.
Más allá de las risas, Sánchez ha vuelto a situar a Feijóo alineado con la extrema derecha, como hizo en su discurso inicial, cuando se ha erigido como "muro" frente a "la opción reaccionaria" que representa Vox. "Usted ha elegido", ha criticado Sánchez, quien ha recordado la abstención del PP en la segunda moción de censura presentada por Abascal. "Y ahí no había ni amnistía ni tu tía".
Una amnistía que, por la mañana, el socialista ha defendido —entre los airados gritos de la bancada del PP— "por el interés general" del país y en favor de la "concordia" y de la "reconciliación". Sánchez ha hablado de "perdón" reconociendo que "las circunstancias son las que son" y que "toca hacer de la necesidad virtud".
En las filas socialistas estaban contentos con el discurso de investidura de Sánchez, que han visto en un tono presidenciable. Por supuesto, encantados con la respuesta a Feijóo, de cuya réplica sólo destacaban por la pifia de Machado y por el exabrupto de Ayuso.
De hecho, el peor trago del día para Sánchez no se lo han hecho pasar ni el PP ni el líder de Vox, que ha arrastrado los pocos gritos que se han escuchado junto al Congreso —blindado hasta las tejas con un despliegue histórico de 1.600 policías—, cuando ha acusado al socialista de golpismo y de ser como Hitler.
Tampoco Yolanda Díaz, que apenas le ha recriminado diferencias en temas como la vivienda, los impuestos o la política internacional. De hecho, el único disgusto desde este espacio de la izquierda ha venido de la mano de Podemos, que ha confirmado su ruptura con Sumar, el partido de la vicepresidenta segunda, a quien acusan junto a Sánchez de expulsarles del Gobierno. Feijóo ha aprovechado el momento para meter el dedo en la llaga y preguntarle al presidente por qué cesa a la ministra de Igualdad si el Ejecutivo es "tan feminista". Irene Montero no ha dudado en asentir cuando la han enfocado.
Si algo ha incomodado a Sánchez ha sido cuando, a última hora, Miriam Nogueras, la portavoz de Junts, le ha abroncado por su discurso de investidura. "No tiente a la suerte, no ha sido valiente", le ha advertido la posconvergente, que ha recordado que, o se avanza en el pacto, o su partido no votará las iniciativas legales del Gobierno.
Pero todo ha quedado en el terreno de la política, esa que ha aterrizado por fin esta semana tras muchos días de mucho ruido, de muchos gritos y de mucha hipérbole. De hecho, la preocupación de la mayoría no está en la votación de este jueves, sino en cuándo se conocerán los nuevos ministros y si Sánchez los dará a conocer, incluso, este mismo sábado.