‘The Ice Hole: A Cardboard Comedy’, humor sin trampa pero con mucho cartón

‘The Ice Hole: A Cardboard Comedy’, humor sin trampa pero con mucho cartón

Una propuesta que se está abriendo camino gracias al boca-oreja.

'The Ice Hole: A cardboard Comedy'Edinburgh Festival Fringe

En el masivo programa del Fringe , casi una biblia, lleno de miles de propuestas escénicas totalmente desconocidas, hay una obra que se está abriendo camino. Se trata de The Ice Hole. A Carboard Comedy  de Pierre Guillois. Sobre todo, se está abriendo camino gracias al boca-oreja.

Hole. 

¿Y qué tiene esta obra para que tener este éxito? Desde luego, una historia no. Pues trata de un posible pescador islandés que habla en un idioma que no conocemos que hace un agujero en el hielo. Lo hace para pescar. Mientras se toma una Coca-Cola. La caída de esa Coca-cola al agujero desencadenará el encuentro con una sirena. Un flechazo por ambas partes. Y el comienzo de un viaje para encontrarla.

Contado así, es seguro que se piense que ni sí, ni no. Que será un cuentito. Y no cabe duda que lo es. Pero la historia es lo de menos. Lo importante es como se cuenta. Como pone en su título, es una comedia de cartones. Y para nada del bingo o dejada al azar.

Desde la precisión con la que van indicando su comienzo. En la que un escenario elevado, rodeado de cajas de cartón, con el aspecto de almacén descuidado, por el que un actor zangolotino y en calzoncillos (negros, la elegancia que no falte) se pasea. De vez en cuando, cada cinco minutos, se sube al templete en cuyo centro se encuentra una gran caja de cartón. En la cara que mira al público, ese payaso, va cambiado el número de minutos que faltan para que empiece la función.

Aunque es algo sencillo, lo hace con la precisión, la ingenuidad y la frescura con la que ejecutará el resto de la función. Cosa importante ya que es él el que principalmente manipulará los cartones que permitirán contar la historia y hacer reír al personal. Pues el otro actor, el que hace de pescador islandés habla un idioma que apenas se reconoce.

  'The Ice Hole: A cardboard Comedy'Edinburgh Festival Fringe

Pues bien, con unos cartones y cajas de distintos tamaños, recortados ad-hoc para la función y/o con texto o palabras escritas en ellos progresa la historia. Un viaje que llevará al espectador desde Islandia y el Mar del Norte hasta España, pasando por Escocia y Francia. Lo que ocurre sin que nuestro protagonista islandés se mueva de la silla en la que permanecerá una hora y cuarto sentado. Y sin moverse se le verá correr, volar, surfear, y, por supuesto, pescar.

Para todo eso ya está el payaso delgado de su compañero. Que, con una peluca hecha de cartones y una cola recortada en papel de estraza con aspecto de cartón, es capaz de convertirse en una sirena. Que con un corazón que simplemente separa y acerca a su pecho, nos hará saber cómo le pone el pescador holandés.

Unas habilidades de mimo y de ocupar el espacio que con los cartones que tiene a uno y otro lado del escenario le permitirán dar vida a todos los personajes, animales y cosas con las que se va encontrando el pescador. Un pescador que, por los azares del destino, y sin quererlo, se irá convirtiendo en un fugitivo de la justicia europea.

Es la aparente sencillez del montaje, que necesita una logística importante, complicada y bien pautada y ordenada, la que le da ese tono de cuento. Ese aspecto de que podría hacerlo cualquiera en su casa. Añadido a lo que tiene de juego infantil con las cajas que van a tirar los padres. Algo que quien no ha hecho en su infancia, y ahora más con todas las cajas de cartón que llegan a casa con las compras por internet.

Son ambos aspectos los que encandilan, seguramente, a los más pequeños, pues, entre el público hay personas de todas las edades. Personas que parecen sincronizadas a la hora de reír o de hacer exclamaciones, de dar palmas siguiendo una canción y de aplaudir al final de la función.

Se podría decir que poco más que contar tiene este montaje que una historia. Hacer una comedia. Una de risa. Divertir. A veces con algo de mala leche, muy suave y blanca. Sobre todo, en cuanto a las particularidades de cada uno de los países europeos que atraviesa nuestro pescador. Lo de nuestro le va para el pelo, porque sin duda, tal y como está presentado, acaba perteneciendo a cada persona que ha asistido a la función.

  'The Ice Hole A Cardboard Comedy'Edinburgh Festival Fringe

Porque en dicho marinero reconoce la propia torpeza y la vulnerabilidad. Como se reconocían en las primeras películas del cine mudo. Ya fueran Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd. Incluso las habladas de El Gordo y El Flaco  y de los hermanos Marx. Material, que al igual que los cartones, ellos reciclan sin desvirtuarlos y revalorizándolos ante el público del Siglo XXI. Unos espectadores que están masivamente expuesto a la ficción gracias a los canales en streaming.

Igual que se reconoce en el otro payaso que le acompaña. El que le da contexto a la historia al marinero protagonista. Un personaje que da una versión actualizada, fresca, remozada y gamberra del clásico francés del mimo, Marcel Marceau.

Ambos, junto con el equipo que le acompaña, es capaz de casi llenar un teatro de dimensiones medias en el Fringe de Edimburgo. Que para los que no lo sepan es la mayor concentración de producciones de artes escénicas en una ciudad europea durante el mes de agosto. Donde todos vienen a buscarse las castañas compitiendo ferozmente por los espectadores locales y los que vienen de fuera.

Conseguir el interés que está despertando esta compañía no es fácil. Y que la mayor transmisión sea porque los profesionales y el público se lo recomienden a otros profesionales y a otros públicos tampoco. Y es que pasar un buen rato con algo que está hecho con inteligencia, no tiene precio. Y que además te hagan disfrutar de tu infancia, porque estás en esa edad, o retrotraerte a ella, sin infantilizarte y sin ridiculizarte, no es nada sencillo.

Así que, si están en Edimburgo, sigan el consejo del boca-oreja y vayan a verla. Está programada dentro del Fringe en el Pleasence Courtyard. Y sino, esperen a que la lleve a su ciudad algún que otro festival. Pero estén atentos, porque en los festivales españoles, nada está más de dos o tres días, y cuando se entere, puede que ya se hayan ido con esta fiesta marina a otra parte.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.