No es sólo cosa de chicos: rompamos la brecha de género en Ciencias

No es sólo cosa de chicos: rompamos la brecha de género en Ciencias

Las niñas, a edades tan tempranas como los 6 años, ya se sienten menos brillantes que sus compañeros en materias como matemáticas y tecnología.

Pilar Alegría apostó por despertar las vocaciones científicas en su visita a la 'Feria Niñas en pie de ciencia'Ministerio de Educación

En todas partes del mundo las mujeres han hecho contribuciones extraordinarias a la ciencia. Su trabajo y dedicación han sido determinantes para la consecución de descubrimientos que han merecido, por ejemplo, un Premio Nobel que, sin embargo, figura a nombre de sus compañeros varones. Unas más conocidas, como Lisa Meitner o Rosalind Franklin; otras, totalmente ajenas a la sociedad, como Bibha Chowdhuri o Isabella Karle.

Esta invisibilización histórica de las mujeres tiene consecuencias hoy en día. Sin un espejo en el que mirarse, las niñas y jóvenes optan menos por las ramas científicas y tecnológicas en su formación. Una brecha que persiste tercamente y cuyas raíces están ancladas en ámbitos que van desde la autoestima y los estereotipos de género, a los sesgos y los obstáculos en la carrera profesional.

Hay cuantiosos estudios que constatan una realidad en la que las niñas, a edades tan tempranas como los 6 años, ya se sienten menos brillantes que sus compañeros; que muestran un menor rendimiento en áreas como las matemáticas en Secundaria (resultados de PISA 2022) y que reflejan la indeseable, pero lógica, consecuencia de todo esto: la presencia de mujeres en las carreras científicas y tecnológicas es minoritaria –con la excepción de las ramas biosanitarias, asociadas a los cuidados–. A esto hay que añadir las dificultades que aquellas que sí han elegido estas disciplinas se encuentran en el entorno laboral.

La invisibilización histórica de las mujeres tiene consecuencias hoy en día: sin un espejo en el que mirarse, las niñas y jóvenes optan menos por las ramas científicas y tecnológicas en su formación

Lo que nos está diciendo este fenómeno de la brecha de género STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas, en siglas en inglés) es que no se trata de un problema sólo de educación, sólo del mundo académico o sólo de relaciones laborales. Estamos ante un problema social y cultural de gran envergadura, que lejos de remitir podría agravarse en los próximos años.

Es un círculo vicioso, pero no irrompible.

Lo demuestra la leonesa Sara García Alonso, bióloga molecular y primera española candidata a astronauta seleccionada por la Agencia Espacial Europea; Gemma Parreño Piqueras, desarrolladora de un algoritmo capaz de detectar y clasificar objetos próximos a la tierra, que le valió en 2016 el premio Space Apps Challenge que organiza la NASA; o mi paisana Alicia Asín Pérez, experta en Inteligencia Artificial, IoT y Big Data, que recibió el premio Mujeres Innovadoras de la UE en 2018.

Ellas son sólo una pequeña muestra de que las niñas y las jóvenes de nuestro país pueden y deben tener confianza en ellas mismas. Pero, para que lo hagan, para que crezcan libremente, también necesitamos trabajar en grandes alianzas que permitan abordar el problema de forma integral. Hay que impulsar la colaboración público-privada con un objetivo claro: que el esfuerzo y el progreso que hagamos con las niñas en la educación básica no se vea frustrado después por la realidad de algunos sectores productivos con poca presencia femenina. O trabajamos juntos y juntas, o no lograremos el objetivo que nuestra sociedad necesita.

- Las niñas y jóvenes de nuestro país pueden y deben tener confianza en ellas mismas. Para que lo hagan, necesitamos trabajar en grandes alianzas que permitan abordar el problema de forma integral

En lo que respecta al Ministerio que tengo el honor de representar, hemos impulsado la Alianza STEAM por el talento femenino, con más de 150 empresas, instituciones y organizaciones diversas, para ampliar nuestro campo de actuación y ensanchar nuestra mirada. Porque estamos convencidos de que es el camino a seguir.

También lo estamos haciendo en el conjunto de la Unión Europea, donde existe una alta sensibilidad y un diagnóstico común de este problema. Muchos de los proyectos que han puesto en marcha otros países comparten dos elementos: introducen las nuevas tecnologías en etapas educativas muy tempranas para que las niñas se familiaricen y eviten los prejuicios negativos desde pequeñas; y diseñan iniciativas para visibilizar las profesiones científicas y tecnológicas, hacerlas atractivas para las chicas y dar a conocer esos referentes femeninos que en el pasado fueron olvidados.

Quiero acabar con esta reflexión: las STEAM no desplegarán todo su potencial hasta que haya en ellas tantas chicas como chicos. Estoy convencida de que, entre todas y todos, pronto lo conseguiremos.

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Ministra de Educación y Formación Profesional.