Los gobiernos ZP: leyes que expandieron derechos

Los gobiernos ZP: leyes que expandieron derechos

Un logro que no es menor: por vez primera, aquellas leyes nos situaron en la historia a la vanguardia de los cambios en sociedades avanzadas.

ZP, por López Aguilar

En el Ateneo de Madrid tuvo lugar, a finales de septiembre, la presentación de un libro, obra colectiva, del que soy coautor: La Democracia y sus Derechos (Ed. Península, 2024). Narra al tiempo que explica, con la perspectiva del tiempo, el impacto de la primera Legislatura de Gobierno del presidente Zapatero, en que tuve el honor de servir a mi país como ministro de Justicia.

Transcurridos 20 años desde el regreso al Gobierno de un proyecto progresista comprometido con el cambio, tras la victoria socialista en las elecciones generales de 14 de marzo de 2004 (veníamos de 8 años de Aznar, los últimos 4 con mayoría absoluta), permanece en la retina colectiva aquella Legislatura 2004/2008 como la de ampliación de derechos y profundización de la igualdad con que estos se disfrutan. 

Nuestro inolvidable Pedro Zerolo, activista LGTBI y añorado amigo, imprimió en nuestra memoria una de sus mejores citas: "Los derechos se conquistan, se ejercen; y sobre todo se defienden". Nos recordaba, como tantas veces nos ha enseñado la historia, que ninguna de nuestras libertades —por más que tendamos a "darlas por hechas"— está, nunca, asegurada para siempre. Todas están amenazadas por la erosión de las inercias y las embestidas regresivas hacia el retrovisor, lo que nos convoca no sólo a su defensa y preservación sino a entender que es con más derechos que avanzan las democracias y su civilización.

Es verdad que muchos de aquellos derechos entonces trabajosamente conquistados o ampliados fueron combatidos fieramente por una coalición negativa que juntaba a la oposición de la derecha política —entonces, como ahora, el PP—, la jerarquía episcopal y un enjambre de poderes mediáticos y económicos, contrarios a los alcances (presentidos o temidos) de las políticas sociales avanzadas e inclusivas. Como es asimismo cierto que aquellas leyes avanzadas han estado expuestas desde entonces a los efectos (denostados en muchas tribunas) de la igualdad que remueve antiguas discriminaciones o barreras (el "techo de cristal", el gender gap) entre hombres y mujeres y, exactamente por ello, tanta resistencia genera, a menudo inconfesada.

El Ministerio de Justicia fue motor de aquellos cambios, locomotora de la acción legislativa, de cambio, transformadora, por la que se recuerda aquel mandato. Buena parte de las leyes que habitualmente ilustran la narrativa de cambio de los Gobiernos ZP se fraguó en la factoría de Justicia y del equipo con el que ahí trabajé.

Se nos respeta desde entonces en la UE, y en el mundo, como un ejemplo del poder de la política para cambiar las cosas, haciendo frente, como hicimos, a tantas dificultades...

Me honro en la coautoría del volumen La Democracia y sus Derechos —cuya introducción firma el Zapatero— con distinguidos amigos y colegas profesores de Derecho, respetados y queridos, mujeres y hombres que atesoran por igual criterio, experiencia, compromiso con valores y una hoja de servicios.

Mis capítulos se ciernen sobre dos de las realizaciones más notables del período: el matrimonio igualitario (seguido de la primera Ley de cambio registral de identidad de género) y el divorcio exprés (con custodia compartida, fórmula hoy ampliamente extendida y mayoritaria en las disoluciones de matrimonio). El balance legislativo de mi tiempo en el ministerio es mayor, y más amplio (21 leyes aprobadas, 7 de ellas orgánicas, pese a que los Gobiernos presididos por Zapatero no contaron con mayorías absolutas en ninguno de sus dos mandatos 2004/2008 y 2008/2011). 

Con todo, en esa abultada hoja de servicios es claro que el matrimonio igualitario descuella, a todas luces, como un hito emblemático. Habiendo superado el recurso de inconstitucionalidad del PP, junto a todas las cuestiones de constitucionalidad interpuestas por jueces y juezas conservadoras, la ley a la que quiso encapsularse en la etiqueta de "matrimonio gay" sorteó con determinación la "trampa cuantitativa": no era una Ley "para que se casasen los gays", ni dependía su éxito de "cuántos gays se casarían", sino para para hacer más decente la sociedad española abriendo el cauce igualitario al derecho al matrimonio. 

Como afirmé en el debate de su trámite parlamentario, "no es verdad que sea una Ley para que se casen los gays: en España, las personas homosexuales siempre han podido casarse..., a condición de que lo hicieran con otra de distinto sexo". Había sonado la hora de que pudiesen hacerlo, con igual libertad y dignidad, con la de su preferencia del mismo sexo.

Por su parte, el divorcio exprés ha sido, de lejos, el mayor éxito sociológico de aquella Legislatura 2004/2008. Descausalizó la finalización del matrimonio y acabó con la penuria (encarnizamiento procesal) de los dos procedimientos de separación y (transcurridos dos años) divorcio: desde nuestra Ley de Divorcio basta la cesación del consentimiento para incoar (también unilateralmente, si no media acuerdo) la disolución del vínculo. E introdujo, con fuerza, la custodia compartida, fórmula hoy generalizada para compartir la responsabilidad en la atención a los hijos entre ambos progenitores.

Buena parte de las leyes que habitualmente ilustran la narrativa de cambio de los Gobiernos ZP se fraguó en la factoría de Justicia y del equipo con el que ahí trabajé

Pero el genuino hilo conductor entre ambas leyes, y buena parte de las que se explican en los sucesivos capítulos de esta obra colectiva, reside en la ferocidad con que fueron resistidas y combatidas, en el Parlamento, en la prensa y en la calle, con manifestaciones convocadas por la derecha política y confesional, henchidas del mismo catastrofismo que, invariablemente, distingue a las derechas patrias —unca lo bastante patrióticas— siempre que gobierna la izquierda. 

Todas y cada una de aquellas conquistas de derechos fueron demonizadas como “ingeniería social”, todas estigmatizadas como simiente de perdición y despeñadero moral. Del matrimonio igualitario recuerdo pronósticos apocalípticos de “destrucción de la familia”; recuerdo nítidamente los argumentos aberrantes del Informe del CGPJ (¡equiparando la extensión del matrimonio igualitario con la posibilidad de legalizar la poligamia o la zoofilia!), entonces, como de costumbre, hegemonizado por la derecha. Del “divorcio exprés” conservo anécdotas no menos ilustrativas de la contienda, de sus mimbres y de su desinformación.

Empero, en todos los casos las leyes resistieron el examen del TC, superando positivamente su enjuiciamiento constitucional con los mismos argumentos con que nos hicimos fuertes en el áspero y tremendo debate parlamentario. Cumplimos —es lo que cuenta— con la palabra dada en la campaña electoral, restaurando la confianza en el poder del voto en una democracia abierta, lo que era primera prioridad. 

Hicimos historia con ello. Y la legislación del cambio, socialmente transformadora, ha operado su trabajo, con su radicación y consolidación social, cultural y moral. Nos cambió a todos a mejor, e hizo más decente, libre, justa e igualitaria a la sociedad española.

Y a todo ello se añade un logro que no es menor: por vez primera, aquellas leyes nos situaron en la historia a la vanguardia de los cambios en sociedades avanzadas; por vez primera no llegamos tarde ni rezagados a los trenes de la historia. Se nos respeta desde entonces en la UE, y en el mundo, como un ejemplo del poder de la política para cambiar las cosas, haciendo frente, como hicimos, a tantas dificultades, al servicio de valores, tan preciosos como frágiles ante el fragor de retrocesos o vendavales reaccionarios.

Tantos nuevos derechos..., están ahí para quedarse. Lo manifiesta su ejercicio desinhibido y feliz (¡matrimonios igualitarios de dirigentes del PP!) por muchos que los resistieron con su ruido y con su furia, encarnando esa España que embiste, más que piensa, y desprecia cuanto ignora. No fue aquella, afortunadamente, la España que prevaleció en las leyes pioneras en derechos e igualdad que pusimos en vigor en tiempos de ZP.

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Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada con premio extraordinario, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, becario de la Fundación Príncipe de Asturias en EE.UU, Máster en Derecho y Diplomacia por la Fletcher School of Law and Diplomacy (Tufts University, Boston, Massasachussetts), y Doctor en Derecho por la Universidad de Bolonia, con premio extraordinario. Desde 1993 ocupa la Cátedra de Derecho Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es, además, titular de la Cátedra Jean Monnet de Derecho e Integración Europea desde 1999 y autor de una docena de libros. En 2000 fue elegido diputado por la provincia de Las Palmas y reelegido en 2004 y 2008 como cabeza de lista a la cámara baja de España. Desde 2004 a febrero 2007 fue ministro de Justicia en el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En octubre de 2007 fue elegido Secretario general del PSC-PSOE, cargo que mantuvo hasta 2010. En el año 2009 encabezó la lista del PSOE para las elecciones europeas. Desde entonces hasta 2014 presidió la Delegación Socialista Española y ocupó la presidencia de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior en el Parlamento Europeo. En 2010 fue nombrado vicepresidente del Partido Socialista Europeo (PSE).