Francia, Feijoó y la moderación

Francia, Feijoó y la moderación

"El resultado de estas legislativas era importante para Francia, pero también para la UE, especialmente en una semana en la que se ha ido conformando el que será el tercer grupo del nuevo Parlamento Europeo".

Celebraciones de los resultados electorales en Francia.Luc Auffret/Anadolu via Getty Images

La misma noche electoral del 9 de junio, sin esperar ni al resultado definitivo, el presidente francés Emanuel Macron convocó elecciones legislativas anticipadas como consecuencia de la victoria de la ultraderecha de Le Pen en los comicios europeos.

Tras el éxito ultra en la primera vuelta de dichas legislativas el 30 de junio, la coalición de izquierdas y el bloque presidencial de partidos liberales y de centroderecha acordaron retirar sus candidatos allí donde su respectivo candidato había quedado en tercera posición para facilitar la concentración del voto frente a los candidatos de RN de Le Pen. La estrategia, sumada a una enorme movilización de los ciudadanos en las urnas, resultó ser un éxito. Contra todo pronóstico, el Nuevo Frente Popular de las izquierdas venció en la segunda vuelta del 7 de julio dejando a los ultras en tercera posición, incluso por detrás del bloque macronista. Francia había frenado a la ultraderecha y la mayoría de franceses, así como las instituciones comunitarias de la Unión Europea, respiraban tranquilos.

El resultado de estas legislativas era importante para Francia, pero también para la UE, especialmente en una semana en la que se ha ido conformando el que será el tercer grupo del nuevo Parlamento Europeo, Patriotas por Europa, impulsado por el populista de derecha radical y primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y al que ya se han unido los eurodiputados de VOX y, entre otros, los de Salvini y los de Le Pen. La misma semana en la que Orbán se ha reunido con Putin en un gesto que no ha pasado desapercibido en el resto de estados miembros, puesto que el líder húngaro ostenta desde hace pocos días la presidencia de turno de la Unión. De hecho, los veintisiete han tenido que recordarle que no tiene ningún mandato de Bruselas para negociar con Rusia en nombre de la UE.

En este contexto, el freno de los franceses a la ultraderecha, facilitado por un acuerdo entre múltiples partidos que van desde el comunismo hasta el centroderecha, pasando por socialistas, verdes y liberales, es un gran respiro para todos. Y por eso todos los demócratas lo han celebrado.

Una de esas celebraciones altamente extrañas ha sido la de Alberto Núñez Feijoó. El presidente del Partido Popular español se despachó con un tweet en el que animaba a sumar esfuerzos entre los partidos moderados para alejar a los extremos -refiriéndose a Le Pen y especialmente a la Francia insumisa de Melenchón- del futuro gobierno francés, cuyo primer ministro o ministra tendrá que surgir de un acuerdo entre distintos dado que ningún bloque se acerca por sí solo a la mayoría absoluta. Extrañas palabras viniendo de alguien que, aunque alardeaba de moderación durante su etapa al frente de la Xunta de Galicia, lo primero que hizo al tomar la riendas del PP fue avalar los primeros acuerdos de coalición entre su partido y VOX, permitiendo que por primera vez los ultras fueran nombrados vicepresidentes y consejeros en varios gobiernos autonómicos y presidentes de asambleas y parlamentos. Lo nunca visto en nuestro país hasta entonces. Esos acuerdos no llegaron solo para repartirse sillones, sino también para que la ultraderecha influyera directamente en las políticas públicas que ha tomado como caballo de batalla.

Desde entonces VOX no solo hablaba, también hacía. No solo ponían en cuestión la violencia machista, sino que también eliminaban presupuesto y estructura para combatir la violencia machista y apoyar a las mujeres que la sufren. Desde que el PP de Feijoó metió a VOX en sus gobiernos, ya no solo criticaban al “loby gay”, sino que también ponían palos en las ruedas para perseguir la creciente LGTBIfobia eliminando cualquier tipo de políticas por la diversidad. No solo criticaban la cultura, también pasaron a censurarla. Y todo ello, y mucho más, gracias al PP de este Feijoó que ahora de forma hipócrita nos dice que los moderados se tienen que poner de acuerdo contra los extremos. Justo lo contrario de lo que él ha hecho desde que dirige, con permiso de Ayuso, el PP. Su trayectoria está basada no en combatir a los ultras, sino en blanquearlos. No en contrarrestar sus bulos, sino en compartirlos. No en frenar su avance, sino en consolidarlo. El PP ha hecho todo lo contrario a lo que en Francia han hecho las izquierdas y los macronistas. Y todo lo contrario a lo que en las instituciones europeas han hecho el Partido Popular Europeo, el Partido Socialista Europeo y los liberales. Mientras todos se unen contra la ultraderecha, en España PP y VOX se unen contra todos los demás.

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Feijoó nada a contracorriente, él sabrá por qué. Pero sea por lo que sea, por lo menos debería dejar de intentar tomarnos el pelo con mensajes para la moderación que no tienen ninguna credibilidad viniendo de quien vienen.

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Arnau Ramírez (Sant Feliu de Codines, 1989) es diputado por Barcelona y portavoz de Cambio Climático del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Anteriormente fue primer secretari de la Joventut Socialista de Catalunya (JSC). Es graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).