El electorado no existe
Me refiero al electorado como una unidad de análisis, que toma decisiones, expresa opiniones, hace demandas.
Me refiero al electorado como una unidad de análisis, que toma decisiones, expresa opiniones, hace demandas. Hoy, a partir de las ocho de la tarde, mil tertulianos analizarán sesudamente cuál ha sido la voluntad expresada por el electorado catalán. A partir de las once de la noche, cien políticos se pondrán ante un micrófono y harán declaraciones que empezarán con “hemos entendido el mensaje que nos ha mandado la ciudanía” o “el pueblo catalán ha manifestado inequívocamente su propósito de…”, y terminarán con “… que nos pongamos de acuerdo” o “… cerrar un ciclo que ya pertenece al pasado”. Lo que sea. Pero no. Tararí. El electorado no existe, no manda mensajes, no tiene propósito. Todo eso lo hacen sus partes, no el todo.
Imaginemos un país en donde tan sólo existieran dos partidos. Dos partidos enfrentados a muerte. Cada uno de los votantes de esos partidos desea el mayor mal a cada votante del partido rival y defiende que debería ser ilegal. Es necesaria la presencia policial en cada colegio electoral para evitar que se líen a tortazos. Llegan las elecciones y quedan empatados. ¿Podemos decir que el electorado ha expresado su moderación, su voluntad de entendimiento? ¿Cada ciudadano votó deseando un ictus a sus adversarios, pero en su conjunto la ciudadanía optó por el equilibrio y el diálogo? ¿Quién leches es la ciudadanía? Y, sobre todo, ¿cómo se atreve a oponerse a todos y cada uno de los ciudadanos?
Ni el pueblo, ni la ciudadanía, ni el electorado hablan. Hablan sus partes. Sus partes en conflicto irresoluble por intereses ilimitados. Pero el resultado de ese conflicto no es la expresión de la voluntad del todo. Los todos no tienen voluntad, ni intención, ni deseo. Los todos, por no tener, no tienen ni existencia propia, condición necesaria para tener cualquier otra cosa. ¿De verdad en el partido de ida Bayern-Real Madrid se expresó la voluntad de entendimiento del futbolistado, pero, semanas después, en el partido de vuelta Real Madrid-Bayern, el mismo colectivo mostró inequívocamente su mandato de que la Champions de este año sea merengue? En política el todo es menos —pero mucho menos— que la suma de sus partes.
El pasado 23J el pueblo español no dio el mandato de que Sánchez apoyado por wokes y racistas. Tampoco exigió que gobernara Feijoo, por más que ganara las elecciones. El pasado 23J cantidades diferentes de españoles votaron a una docena de partidos. A partir de ahí, la voluntad de los elegidos importó más que la voluntad de los electores. Y hoy cantidades diferentes de catalanes votarán a media docena de partidos. Y una misma distribución de diputados permitirá formar un gobierno o su contrario. Pensar en un metafísico electorado único con voluntad oracular es como creer que en el juego de la soga-tira es la cuerda la que se mueve voluntariamente de un lado a otro arrastrando a los jugadores en sus vaivenes.