Desastroso final del ciclo conservador británico

Desastroso final del ciclo conservador británico

En el caso del Reino Unido, ya no es posible volver atrás porque esta etapa que concluye ha provocado un error irreversible: la salida de la Unión Europea, el «Brexit», el peor negocio que pudieron hacer los británicos en su historia reciente.

Rishi Sunak pasándolo mal en el debate con Keir Starmer en la BBC, el pasado 26 de junio, en Nottingham.REUTERS / Phil Noble / Pool

Con apabullante contundencia, los británicos se han liberado —muy tardíamente— de un ciclo político conservador que arrancó en 2010 y que ha sido letal para al Reino Unido. Una de las condiciones de las grandes democracias política es la reversibilidad, es decir, la posibilidad de que la ciudadanía resuelva las incapacidades de las elites gobernantes por el procedimiento de provocar la alternancia; pues bien, en el caso del Reino Unido, ya no es posible volver atrás porque esta etapa que concluye ha provocado un error irreversible: la salida de la Unión Europea, el «Brexit», el peor negocio que pudieron hacer los británicos en su historia reciente.

Es curioso recordar ahora que, cuando David Cameron preparaba las elecciones de 2010 que le dieron el poder e inauguraron este ciclo malhadado, utilizaba reiteradamente como referencia el eslogan “Broken Britain”, “El Reino Unido está roto”. Y más de una vez repitió en aquellos años que la misión de los tories era reunificar y restaurar la sociedad británica.

Pues bien, como ha dicho irónicamente un analista de The Guardian, aquel lema no era en realidad un argumento de partida sino una promesa electoral. En el periodo que media desde 2010 hasta hoy han gobernado sucesivamente David Cameron (2010-2016), Theresa May (2016-2019), Boris Johnson (2019-2022), Lizz Truss (unos meses en 2022) y Rishi Sunak (2022 hasta hoy). El hito sin duda más relevante del periodo fue la salida de la UE, el Brexit, un disparate azuzado el nacionalismo ultra, que las cúpulas conservadoras utilizaron en provecho propio aun sabiendo que conducían al país al despeñadero y casi a la irrelevancia.

Las cúpulas conservadoras utilizaron el Brexit en provecho propio aun sabiendo que conducían al país al despeñadero Y casi a la irrelevancia

El gobierno laborista que abandonó el poder en 2010 tenía serios problemas derivados de la crisis de 2008 pero dejó el país en buena situación. El sector público había sido modernizado y los servicios públicos funcionaban convenientemente. Pero durante el periodo 2010-2016, el canciller George Osborne aplicó una durísima terapia de austeridad que ya en los primeros presupuestos impuso recortes del 25 % de todas las prestaciones públicas, excepto en teoría el Servicio Nacional de Salud. La guadaña de Osborne sembró de nuevo una intolerable desigualdad y desaparecieron numerosas prestaciones indispensables como las de educación especial, asistencia sanitaria infantil, asesoramiento y apoyo a adolescentes, asistencia legal ciudadana, etc. Hoy, por ejemplo, la mayoría de los británicos pobres no tienen siquiera acceso a la justicia.

La austeridad llegó también a los gobiernos locales, que redujeron sus presupuestos en un 40 % en una década, con el consiguiente recorte de los transportes urbanos, de las bibliotecas, de las de recogida de basuras o del alumbrado público, que en muchos casos sencillamente se apagó indefinidamente. Los recortes alcanzaron también a personas dependientes de ayudas sociales: muchas familias que dejaron de percibir el subsidio de vivienda se quedaron en la calle. Las ayudas familiares a los hijos cesaron repentinamente y muchos menores quedaron en la indigencia, expuestos al hambre. El antiguo proyecto laborista “Construyendo escuelas para el futuro” fue abandonado, y hoy la situación física de los centros es penosa. Los anuncios ecologistas de Cameron de “recortar la basura verde” fueron incumplidos: pronto cesaron los subsidios para plantas de energía solar y eólica, se eliminó el proyecto de eficiencia energética para los hogares, también fue suprimido el subsidio de la compra de automóviles eléctricos y se privatizó el Banco de Inversiones Limpias.

Los efectos del Brexit son conocidos, pero conviene recordar algunos relevantes: los técnicos británicos han perdido el derecho a residir y trabajar en cualquier lugar del continente; los estudiantes delas islas se quedaron sin Erasmus; muchos profesionales liberales y artistas han arruinado sus carreras por no poder expandirse a Europa; la Agencia Europea del Medicamento abandonado el Reino Unido y la City londinense se ha deteriorado gravemente. Theresa May se negó a permanecieran en el Reino Unido los 3,2 millones de europeos que vivían en las islas, con el siguiente daño a los británicos emigrados… La hostilidad a los extranjeros en aquella gran sociedad multiétnica está empobreciendo a los británicos. El proyecto Ruanda, de expatriación a este país de los inmigrantes ilegales, da una idea de la falta de principios de un conservadurismo atroz que se cuece en su propio aislamiento.

Ojalá los laboristas, rejuvenecidos y con el ímpetu de este gran triunfo, sean capaces de conseguir que el Reino Unido levante del nuevo el vuelo.