Para una generación, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) tiene la cara de Jack Nicholson en Mejor imposible, caminando por la calle sin pisar las juntas de los baldosines. Para la generación de los millennials, probablemente el TOC se parezca a Lena Dunham en Girls golpeando el hombro de un desconocido ocho veces tras un tropezón fortuito.
Cuando leáis esto, yo estaré de camino a Nueva Zelanda para ver a mi marido Rob. He esperado casi nueve meses para visitarlo y decirle que lo quiero, para apoyar mis pies descalzos sobre el césped de su casa familiar. Pero esta no es la reunión que los lectores esperan. Él no vendrá a esperarme al aeropuerto. No caminaremos juntos por la playa ni me cogerá de la mano bajo el cielo azul.
Vivimos en una sociedad hipercompetitiva: ingenieros y arquitectos, de exquisita salud y fecundo conocimiento, terminan poniendo copas en una discoteca de moda, ¿qué hueco nos espera a los que tenemos que luchar con el continuo espacio-tiempo del perdón, el estigma y el prejuicio?
Quiero explicaros que no todos los tipos de ansiedad son iguales y que conozco la diferencia. Pero la mayor parte del tiempo mi ansiedad se adueña de mí como una niña inundada de lágrimas que acaba de arañarse las rodillas. Lucho por no repetir los maltratos que yo misma recibí, pero esa niña me clava sus agujas entre los omoplatos, donde no puedo alcanzar, e intenta imponer su forma de ser.
El trastorno narcisista de la personalidad se define como "un patrón general de grandiosidad, una necesidad de admiración y una carencia de empatía, que empieza al principio de la edad adulta". Un diagnóstico poco frecuente que afecta a menos del 1% de la población y a más hombres que mujeres.
Empecé a sentirme mal. El corazón comenzó a latir muy fuerte. Me faltaba el aire, no podía respirar y sentía una especie de opresión en el pecho. Pensé que me estaba muriendo. La siguiente parada no llegaba... Un señor me ayudó a bajar. Fue mi primer ataque de pánico.
El reciente incremento del número de muertes por suicidio requiere que prestemos una especial atención a su relación con la crisis económica. Y es que el número de muertes ha aumentado entre un 16 y un 22 por ciento en los últimos tres años, dependiendo del método de recuento utilizado.
Estar deprimido o dejar de estarlo NO es una cuestión de voluntad. Es frecuente encontrarnos con personas que piensan que estar deprimido es una posición cómoda; es más fácil permanecer en la cama que lidiar con la realidad. De esta forma, esperamos del paciente que actúe como una persona sana, obviando lo incapacitante de enfermedad. Pero, ¿exigimos a un jugador de fútbol lesionado que meta goles?
No soy científica. No soy lo suficientemente inteligente. Pero soy madre. Y aunque tampoco soy lo suficientemente inteligente para ello, conozco el autismo desde ese ángulo. Conozco la rabia de tener un asistente en el colegio. Conozco el miedo y la melancolía silenciosa por el hecho de ser raro.
Cada vez es menos novedoso que la industria televisiva contemple en sus series personajes femeninos complejos y con aristas. Sin embargo, últimamente llama la atención el creciente número de series con protagonista que, además de ser mujer, presenta un trastorno mental.