La revista fue un género cuyos mayores triunfos estaban en burlarse de una censura feroz que no permitía, ni grandes exhibiciones carnales, ni frases o comentarios tanto de índole sexual como política. Con la llegada de la democracia y la apertura cultural, empezó a verse como populachera, banal y algo casposa. Pero hay unas cuantas mujeres que defienden su firme candidatura a ocupar el trono, ya algo polvoriento y deslucido, de la última supervedette.