Todo cuanto dijo el secretario general del Partido Socialista en la tribuna del Congreso fue, en esencia, un rosario de significantes vacíos, con tan saturado nivel de ambigüedad que muy posiblemente haya abochornado a esa parte de la militancia que no cuenta para el señor Sánchez y la baronía que lo controla.
El PP y el PSOE no creen en España y los españoles. Esa y no otra es la razón por la cual apuestan por la reducción salarial y la atracción del capital extranjero como principal mecanismo de salida -en falso- de la crisis. Ya es hora de comenzar a creer en la generación más formada de nuestra historia, la que está levantando y sosteniendo las empresas de energía renovable en Alemania, la que investiga en las universidades nórdicas, la que innova en el sector sanitario británico.
¿Conocen a alguien que se haya leído un programa electoral completo? Yo no, pero seguro que haberlos, haylos. Estamos en periodo electoral, y es bueno conocer lo que proponen los partidos. El PSOE propone transparencia, participación, y la puesta en marcha de una estrategia integral y transversal de Gobierno Abierto.
A lo largo de los próximos días, la ciudadanía se enfrentará a una lluvia de ideas, propuestas programáticas y promesas políticas. Algunas, en el mejor de los casos, serán bienintencionadas; otras, en un porcentaje razonable, aparentarán ser posibles; y muchas no serán más que propósitos de dudosa calidad y factura.
Toda la gestión económica de Rajoy y la derecha se resume de esta forma: España tiene el mismo número de parados que en 2011, pero con 20 puntos menos de cobertura a los desempleados, más precariedad laboral y salarios más bajos. No han sido cuatro años perdidos para la creación de empleo, sino cuatro años de retroceso. En España no hay más trabajo, sino peores trabajos.