Discurso/farsa para una investidura/farsa con condimentos/farsa
Todo cuanto dijo el secretario general del Partido Socialista en la tribuna del Congreso fue, en esencia, un rosario de significantes vacíos, con tan saturado nivel de ambigüedad que muy posiblemente haya abochornado a esa parte de la militancia que no cuenta para el señor Sánchez y la baronía que lo controla.
No podía empezar peor el discurso de anteayer de Pedro Sánchez Pérez-Castejón (qué insistencia, oye, en lo del segundo apellido compuesto) al dirigirse a los 350 hombres y mujeres del Congreso, y no podía discurrir y terminar peor, con una sensación de que a la investidura/farsa que se representaba la había acompañado un discurso/farsa insuperable. Por eso, la comparación gastronómica del candidato sobre los sabores distintos y auténticos que son precisos para componer un buen plato no pudo tener una resonancia más grotesca.
"Los maestros de la alta cocina nos enseñan que los sabores auténticos son los que mejor se entremezclan", dijo. ¿Es que acaso tiene por auténtico el sabor que el PSOE aporta al plato cocinado con Ciudadanos, con un 80% del programa de este partido asumido por el Partido Socialista? Si, como también manifestó el martes Sánchez siguiendo con la alta cocina, nada aporta a un plato un condimento que no sabe a nada, su discurso de ayer a nada supo. Pues siguiendo con el símil gastronómico del señor candidato, la excelencia de un plato sublime es que se reconozcan las esencias de cada elemento, y las de su partido, al pactar con Ciudadanos, han quedado diluidas en el 80% del programa de esa joven derecha, gestada y nutrida en los últimos años, no por méritos propios, sino por la corrupta decadencia del Partido Popular.
Todo cuanto dijo anteayer el secretario general del Partido Socialista en la tribuna del Congreso fue, en esencia, un rosario de significantes vacíos, con tan saturado nivel de ambigüedad que muy posiblemente haya abochornado a esa parte de la militancia que no cuenta para el señor Sánchez y la excelsa baronía que lo controla. Me refiero, obviamente, a esos casi 120.000 militantes que dijeron "no" o no votaron en la consulta/farsa verificada a posteriori del vergonzoso acuerdo con Ciudadanos.
Quiso asimismo Pedro Sánchez interpretar el mensaje de los ciudadanos tras el resultado de los pasados comicios, pero sólo en la medida favorable al acuerdo/estofado que ha suscrito con ese PP 20 años más joven: "Los españoles nos han delegado aquí para evitar una campaña electoral. Salir de esta sesión sin acuerdo significará que hemos hecho mal nuestro trabajo, no habremos sido capaces de ser la solución". En este punto, merece la pena recordar las primeras palabras que pronunció el secretario general del PSOE nada más conocerse los resultados electorales: "España quiere izquierda y quiere cambiar".
Como colofón a esa investidura/farsa con un discurso/farsa, nada mejor que terminar con el condimento/farsa que puede tener esta frase en labios del señor candidato: "Vamos a exigirnos ser realistamente idealistas, pragmáticamente utópicos".