Igual que casi todos los reyes, a lo largo de la historia, han tenido un mote, a Pablo Iglesias, por sus méritos propios e intransferibles, le corresponde el de 'el equivocado'. Cada vez que da un titular, al poco viene otro contradictorio. El suyo es un discurso que no tiene puntos y aparte sino una sucesión de entre paréntesis.