Por qué España no se une en las circunstancias más difíciles
La polarización deviene una vez más en la dificultad de los partidos para cohesionar a la sociedad en las tragedias.
Los españoles asisten desde la irrupción de la epidemia de Covid-19 a dos luchas frustrantes. Una es la que libran los sanitarios en los hospitales contra la muerte. Más de 18.000 personas han fallecido diagnosticadas con el virus que ha puesto en jaque al mundo. La otra es la de los políticos entre sí para evitar que la crisis sanitaria les sepulte. Para ello no dudan en lanzarse los dramas de las miles de personas que no han podido acompañar a sus familiares en sus últimas horas.
La tensión que se vivió el pasado jueves en el Congreso reflejó de nuevo la polarización política y certificó una vez más la dificultad de los partidos para cohesionar a la sociedad cuando se producen tragedias como el coronavirus. Eso sí, no siempre ha sido así en la historia democrática.
En los últimos 40 años España cuenta varios hitos en forma de pactos de Estado: contra la violencia machista, tres en materia antiterrorista para derrotar a ETA, de Toledo para salvar las pensiones y uno por la Justicia para despolitizar la judicatura, que el PP dejó sin efecto.
No obstante, los ciudadanos asisten de nuevo a la falta de unidad de su clase política. Como ocurrió tras el 11-M. Y también tras los atentados en Barcelona y Cambrils de 2017. Al contrario de lo que pasa en Portugal, ¿por qué la política en España no se une en las horas más oscuras?
“Estamos todo el rato mirando de reojo a nuestro adversario político, aun compartiendo ideología. El PP a Vox, principalmente. Lo que nos pasó a nosotros hace unos años [con Unidas Podemos]. Si el PP cede y muestra unidad, Vox se queda con la oposición más dura”, explica a este diario un diputado socialista, que añade: “El punto común [de la desunión] es el PP en la oposición”. Para este representante, que estuvo presente en la “dura” sesión parlamentaria del 9 de abril, “mientras se siga dando cobertura a los mensajes de Vox, el PP se verá obligado a ser más contundente”.
Algunos diputados populares no comparten ese diagnóstico. Uno de ellos matiza a El HuffPost: “Existen partidos que no se han sumado al proyecto de medidas legislativas que está poniendo en marcha el Gobierno, como Vox y otros partidos de la izquierda independentista, y están los que apoyan el estado de alarma pero no están de acuerdo en algunas medidas”.
Fuentes populares en el Congreso no ocultan su enfado con el presidente del Gobierno. Y eso que están a favor de llegar a acuerdos, pero apuntan que la dureza del PSOE echando la culpa del colapso sanitario “a los recortes” durante la crisis ha sido muy fuerte. “Sobre todo en las comunidades donde gobernamos como Madrid, dificultando las cosas”, precisan.
“El Gobierno ha estado durante 10 días sin hablar con la oposición. Y debe tener una comunicación fluida”, cuenta este diputado del PP, quien también reconoce fallos de su partido: “Los equipos mediáticos de PP y PSOE son incapaces de no recordar los errores que están cometiendo unos y otros. El PSOE está atacando a las autonomías del PP. Y nosotros también hemos tomados decisiones que no han ayudado a contener una situación inevitable, pero mejorable”, explica el representante a las órdenes de Pablo Casado.
Una llamada al pacto que no entusiasma
La llamada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para reeditar un pacto similar a los de la Moncloa de 1977 que siente las bases de la “reconstrucción” económica y social con el concierto de los principales partidos del país ha caído en oídos sordos en los dos principales partidos de la oposición. Y eso que la tarea será hercúlea. El Fondo Monetario Internacional ha vaticinado este martes un derrumbe del 8% del PIB español y una escalada de la tasa de paro por encima del 20%.
Solo Ciudadanos y el PNV, que condiciona su apoyo a que no se laminen las competencias de Euskadi, parecen, entre los grandes grupos de la Cámara, atender la señal de auxilio del Gobierno, además de su socio de coalición, Unidas Podemos.
Un acuerdo que englobe a naranjas con ‘jeltzales’ y morados es todo un reto para Sánchez. También la mezcla de Podemos con el PP. Quienes se han desentendido de la reedición de los Pactos de La Moncloa son los independentistas catalanes de ERC. Tampoco se sentarán con Sánchez el resto de secesionistas y nacionalistas: JxCAT, BNG, Bildu y la CUP.
Es poco probable que el PP, que acusa al Ejecutivo de improvisar cada medida para frenar la epidemia, y Vox recojan el guante del dirigente socialista. Aunque el Gobierno da por hecho que Pablo Casado acudirá al encuentro que prepara el presidente. El líder popular cree que la llamada de Sánchez solo sirve para “tapar su incompetencia”. Pero su mentor, el expresidente José María Aznar, le ha pedido que acuda. Aunque el presidente del PP ha lamentado enterarse del día del encuentro a través de la prensa.
La ultraderecha de Vox prosigue, mientras tanto, su estrategia de acoso y derribo a cualquier precio. No solo no se sentará con Sánchez, a quien no coge el teléfono. Es que este lunes acusó al Ejecutivo de aplicar “la eutanasia” a los mayores de 80 años “por la vía de los hechos”. Su entorno mediático inflama el ambiente en ‘protestas’ virtuales en las que vocifera que las víctimas del coronavirus “son los muertos de Pedro Sánchez”. Un mensaje que han aliñado con un montaje de la madrileña calle de Gran Vía repleta de ataúdes con la bandera de España.
Recelo perpetuo entre partidos
El problema del recelo perpetuo entre partidos es que, además, puede desconectar, quien sabe si para siempre, a ciudadanos y políticos. El periodista Iñaki Gabilondo lo advirtió así en una tribuna: “Algunos políticos creen que quizá seamos más receptivos a los mensajes especialmente radicales. Craso error. La gran mayoría está en otro sitio. Y hay que estar completamente equivocado para pensar que esos ciudadanos, asustados, están viviendo el problema con la camiseta de su partido”.
La cuestión es qué ha pasado para que la actual generación de políticos sea inútil para tejer acuerdos cuando el país los pide por pura necesidad. Algunos sondeos indican que un nuevo pacto nacional contaría con un amplio apoyo social. Metroscopia señalaba hace unos días un apoyo de más del 90%. No obstante, las encuestas apuntan también que una amplia mayoría, cercana al 89%, es escéptica ante la posibilidad de que los partidos sean capaces de ponerse de acuerdo.
“Es verdad que la socialización de la generación anterior, que estuvo muy preocupada por la estabilidad, por los pactos —venían de una guerra civil, de una dictadura— estuvo muy marcada por esos valores. Los que hemos vivido en democracia hemos vivido mucho más en el debate, en la disputa. Y quizá no hemos valorado lo suficiente elementos como el consenso”, razona el diputado socialista en las Cortes de Aragón Ignacio Urquizu.
La dificultad de la actual generación viene dada, según el consultor de comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí, por el cambio del mapa político español. “Hemos pasado de alternancias a alternativas. La posibilidad de construir mayorías con otros socios hace que la fase competitiva entre partidos sea muy alta. Tienes que ganarte a esos socios. Y así, en estos momentos, es difícil. Además, llevamos cinco años con un nivel de competencia política entre elecciones elevada”, apunta.
La propia experiencia de los líderes actuales, según este experto, les ha predispuesto a no pactar con facilidad. “Sánchez y Casado han llegado a las cumbres de sus partidos tras mucha pelea”, explica. Y añade: “Los dos son líderes competidores”. Aun así, Gutiérrez-Rubí estima que “probablemente la opinión pública pase factura a los líderes que no busquen pacto”. Pero aclara que “es difícil pactar con el otro cuando solo busca rendimiento electoral”.
“Miramos con gafas partidistas”
El analista del grupo de expertos de Agenda Pública Luis Cornago, apunta a la polarización política en España para explicar porqué “miramos con gafas partidistas”. “La evolución política de la crisis contrasta con el caso de Alemania. Los datos no muestran que la popularidad del Gobierno haya aumentado. La valoración por parte de los votantes sigue una lógica estrictamente partidista”.
Urquizu, quien además es doctor en sociología por la Universidad Complutense, apela a la racionalidad: “En circunstancias difíciles, el peso del sentido común es más importante que el de la ideología. Y eso no significa que alguien renuncie a sus convicciones. Lo que sucede es que, en estas circunstancias, los valores que deben movernos son los del derecho a la vida, la solidaridad... No entiendo que se intente sacar réditos políticos, porque la gente tampoco lo entiende”.
“La generación más mayor siempre habla con cierto recuerdo de la Transición y los Pactos de la Moncloa y eso los más jóvenes eso no acaban de valorarlo lo suficiente. Hay que tener perspectiva de qué es una democracia y de que hay momentos de dificultad en los que los valores de consenso y acuerdo tendrían que prevalecer sobre los de la disputa”, zanja Urquizu.
Los políticos se juegan su credibilidad en la gestión de esta crisis. En un momento en el que los ciudadanos asisten a un goteo de muertes diarias provocadas por la Covid-19, los partidos de la oposición se mueven en un difícil equilibrio: mostrar apoyo al Gobierno para “salvar vidas”, como advirtió Casado, al tiempo que recuerdan a los ciudadanos los errores del Ejecutivo.