Hillary Clinton
Clinton y Trump frente a la astilla
Trump ha calado en una parte de la población porque ha sacado a relucir la astilla que está clavada en la pata de nuestro mundo occidental: hastío de la política que se aleja de los problemas reales y cotidianos de los ciudadanos y cansancio de oír hablar en claves de macroeconomía.
¿A quién hay que echar la culpa de este desastre?
Para que no penséis que esto es un tocho (más) anti-Trump, atribuyo una segunda culpa al caos en el que está sumido actualmente el Partido Demócrata. Toda esta situación se podría haber evitado fácilmente. Los demócratas cometieron el error de menospreciar la candidatura de Bernie Sanders.
La amenaza reaccionaria: Apocalypse now
El resultado de las elecciones en EEUU ha potenciado más que nunca la enorme preocupación con la que vemos pasar -y está pasando muy cerca- el espectro inquietante de la fascistización de buena parte del lenguaje y modo de actuar de un arquetipo de antihéroeque ha consumado con éxito su determinación de sentarse sobre el botón del maletín nuclear en el despacho oval.
Trump y el mundo de ayer
El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas pone fin al mundo que hemos conocido desde el término de la II Guerra Mundial. Un mundo en el que una de las potencias vencedoras, Estados Unidos, encarnaba y defendía una serie de valores que quería considerar universales: la democracia, los derechos humanos, el diálogo, la igualdad de oportunidades, la integración racial...
Manual europeo urgente ante Trump
¿Quién se atreve ahora a negar que el horizonte federal para la UE ha pasado de ser un buen deseo a una imperiosa necesidad?, ¿quien puede mantener la sonrisa escéptica frente a quienes postulan culminar la unión política europea lo mejor y más rápidamente posible? Frente a Trump y Putin, una UE más potente y sólida es el único escudo de sus estados miembros.
Y ahora qué, presidente Trump
Bienvenidos al final de la política tal y como la conocíamos. La victoria de Donald Trump, el peor candidato posible para afrontar los retos de este siglo XXI, inaugura una era de incertidumbre y de retroceso sobre los mejores valores del mundo occidental. Resulta difícil hacerse a la idea de que habrá que llamar presidente de la mayor potencia del mundo a un tipo tan errático, racista, misógino, mentiroso y ultranacionalista como el magnate neoyorquino.