El plan del presidente de EEUU de sacar a los 2,3 millones de gazatíes de la franja y convertirla en una "Riviera" en el Mediterráneo tiene tentáculos más allá del viejo conflicto entre israelíes y palestinos.
El gigante energético Gazprom, joya de la corona de la Federación Rusa, recortará el 40% de su plantilla en su sede central. Las sanciones hacen mella.
El calentamiento del Polo Norte facilita el uso del suelo y Moscú está dedicándose de lleno a la extracción de petróleo y gas y a las operaciones mineras.
Las medidas internacionales contra Rusia afectarán, además de al país de Putin, a los propios europeos, que dependen enormemente del gas ruso. La subida generalizada de los precios será una de las principales consecuencias.