Querido Facebook: el lunes por la noche, pasadas las diez, querías saber si estaba bien. Qué pregunta tan estúpida. Un camión había arrollado un mercado navideño a sólo 2 kilómetros de mi casa. Intenté convencerme a mí mismo de que no tenía que cundir el pánico. Pero, a medida que pasaban las horas, quedó claro que no se trataba de un trágico accidente. Querido Facebook: no, no estaba bien.