Hartos de los que están hartos

Hartos de los que están hartos

Si, finalmente, quienes tienen que decidir desde el socialismo no fueran capaces de soportar las presiones de quienes, empujando desde dentro y desde fuera de su área de influencia, les intenten lleven a facilitar la investidura de Mariano Rajoy, yo sería partidario de un Gobierno popular sin Rajoy y con ministros socialistas con la misión concreta de marcharse de ese Gobierno cuando se aprobaran por Las Cortes las leyes que tuvieran encomendadas por el PSOE y comprometidas en la investidura del candidato.

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Foto: EFE

No hay defensor de la regeneración democrática y política que no comience sus conversaciones, sus comentarios o sus artículos sobre la situación política española con el manido ¡Estamos hartos! Esa es la exclamación con la que se inicia la perorata sobre la incapacidad de los partidos políticos para ponerse de acuerdo a la hora de conformar un Gobierno en España. Consideran una agresión el hecho de que, después de dos elecciones, se siga manteniendo la duda sobre el titular de la Presidencia del Gobierno y se maneje la fecha de finales de noviembre o principios de diciembre para volver a someter a los españoles a la ¿tortura? de tener que volver a las urnas. Tortura era no poder votar durante cuarenta años. Si votamos dos veces extras, se nos siguen debiendo ocho elecciones.

Todos están muy hartos. Significa que para calmar sus impaciencias, algunos grupos parlamentarios deberían pactar, en base -según los desencantados- a la voluntad de los ciudadanos que, sin ponerse de acuerdo entre ellos, decidieron, por lo visto, el día 26-J, que el Gobierno debe ser la consecuencia del pacto. Pero se supone que los ciudadanos, cuando votaban, sabían los pronunciamientos de los partidos sobre la política de alianzas, de tal manera que si votaron Ciudadanos, lo hicieron en la creencia de que ese partido prometió no apoyar la investidura del candidato del PP si ese candidato seguía siendo el Sr. Rajoy. De igual manera, los votantes del PSOE se decantaron por ese partido, entre otras muchas razones, porque "NO es NO y dígame la parte de ese No que no entiende", que fue la frase más repetida por el candidato socialista, y por los cientos de oradores de ese partido a lo largo de la geografía nacional, para negar cualquier atisbo de posibilidad de votar la investidura del PP cualquiera que fuera su candidato.

¡Están hartos! ¡Se debe formar gobierno cuanto antes! -proclaman algunos- sin que nadie ose aventurar cómo se debe hacer para salir de ese hartazgo. Esa es la razón por la que algunos estamos hartos de los que están hartos, pero que no se atreven a decir cómo, cuándo, con quién y para qué se debe facilitar un Gobierno.

Los que están tan hartos que digan ya que lo que desean es que el PSOE se entregue con armas y bagajes al PP, ya sea sin pedir nada a cambio, ya sea exigiendo mediadas concretas. En cualquiera de los dos casos el error socialista sería morrocotudo.

Los defensores de la regeneración de la democracia deberían dejar claro cuáles son las promesas que en su opinión deben ser mantenidas por quienes las formularon y cuáles pueden ser enviadas a la papelera de reciclaje. Cuando se defiende la regeneración, la honradez y la decencia política, se tiene la obligación de exigir a quienes se presentaron a unas elecciones que mantengan lo prometido, para evitar decepciones y alejamiento de la política de aquellos que ven frustrado su voto por la veleidad de quienes lo pidieron.

Si el resultado de la votación del 26-J es el que ha sido, en un proceso electoral en el que no existe la segunda vuelta, quienes votaron a otras fuerzas políticas para evitar el bipartidismo, no pueden exigir ahora que los protagonistas del funesto bipartidismo sean los que vengan a arreglar lo que ellos contribuyeron a destruir. Quienes desertaron de la opción popular o de la opción socialista seguro que no buscaban una confluencia por acción u omisión del PP con el partido socialista; ¡para ese viaje no se necesitaban alforjas! Deberá existir otras maneras que permitan la entrada en el terreno de juego de quienes han sido señalados por algunos electores para obstaculizar el desastroso bipartidismo. No creo que estén hartos los votantes de Ciudadanos o los de Podemos. Esta era la situación que buscaban, y en esta situación de bloqueo estamos hasta que ellos sean capaces de decir cómo se sale de ella; solución que no deberá pasar por la confluencia de PP y PSOE en situación de debilitamiento.

Los que están tan hartos que digan ya que lo que desean es que el PSOE se entregue con armas y bagajes al PP, ya sea sin pedir nada a cambio, ya sea exigiendo mediadas concretas. En cualquiera de los dos casos el error socialista sería morrocotudo. Si no se pidiera nada, limitándose los socialistas a ponerse de perfil el día de la votación, todo lo malo que surgiera del Gobierno popular sería atribuible a la traición socialista; por el contrario, todos los éxitos que pudiera alcanzar ese Gobierno sería contabilizado en el haber de los populares. Si se pidieran medidas concretas, ¿por qué confiar en los ministros del PP para llevarlas adelante? Por poner un ejemplo, resultaría preferible que fuera Ángel Gabilondo el ministro de Educación que llevara adelante una auténtica reforma de la Educación en España antes cualquier ministro del PP que, ni por asomo, piensa en ese área de manera similar a como lo hace un progresista.

Si, finalmente, quienes tienen que decidir desde el socialismo no fueran capaces de soportar las presiones de quienes, empujando desde dentro y desde fuera de su área de influencia, les intenten llevar a facilitar la investidura de Mariano Rajoy, yo sería partidario de un Gobierno popular sin Rajoy y con ministros socialistas con la misión concreta de marcharse de ese Gobierno cuando se aprobaran por Las Cortes las leyes que tuvieran encomendadas por el PSOE y comprometidas en la investidura del candidato.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Nacido en Mérida (Badajoz) en 1948, Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla. Tomó contacto con el PSOE en el seno de un grupo de estudiantes sevillanos a finales de 1969, afiliándose al Partido en 1976, reorganizando el partido en la provincia de Badajoz y en Extremadura. Elegido secretario general del PSOE en Badajoz en junio de 1979, y secretario general Regional de Extremadura en 1988. Miembro del Comité Federal del PSOE desde 1983, formando parte de la Comisión Ejecutiva Federal de 1994/6, con Felipe González, así como en la de José Luis Rodríguez Zapatero, 2004/8. Elegido diputado al Congreso por Badajoz en la Legislatura Constituyente de 1977 y reelegido en las Elecciones Generales de 1979 y 1982. Artífice del proceso preautonómico en Extremadura que desembocó en la aprobación de su Estatuto de Autonomía, siendo elegido primer presidente autonómico en mayo de 1983, desempeñando dicha responsabilidad durante seis legislaturas consecutivas refrendadas por el electorado extremeño con mayorías absolutas (a excepción de la de 1995 que fue por mayoría simple). Amigo de la desnudez de las palabras y de la lealtad a los principios que emanan del socialismo democrático logró una transformación sin precedentes de la sociedad extremeña durante su gestión, guiado por su concepción del respeto a la diversidad en el marco de la solidaridad y cohesión entre las regiones que integran el Estado. Tras su decisión de no presentarse a la reelección como presidente autonómico en Extremadura, el 29 de junio de 2007 abandona la Presidencia de la Junta, tras 24 años al frente del Gobierno autonómico, retornando a sus funciones docentes en la Universidad de Extremadura. En el X. Congreso Regional del PSOE de Extremadura de julio de 2008, renuncia a presentarse como candidato a la Secretaría General Regional cuya función desempeñaba desde 1988. En el año 2011 impulsó la creación de la Fundación Centro de Estudios Presidente Rodríguez Ibarra, que preside, cuya vocación es fomentar la idea de España en la línea que vino defendiendo en toda su ejecutoria política e institucional y el fomento de vías educativas que rompan inercias del pasado, donde el riesgo, la imaginación y el espíritu emprendedor sean notas distintivas que acompañen el devenir de la sociedad del presente y del futuro.