¿Qué consecuencias tiene la destrucción de la presa de Jersón?: inundaciones, evacuaciones y peligro nuclear
Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de volar una infraestructura clave en la central hidroeléctrica de Nueva Kajovka, tras meses de amenazas. Es esencial para ambos bandos.
La guerra de Ucrania atraviesa este martes uno de sus momentos más críticos desde que la invasión comenzase en febrero del año pasado. Esta madrugada, una de las infraestructuras energéticas clave se ha venido abajo. Se trata de la mayor presa de Ucrania, la de la central hidroeléctrica de Kajovka, localizada en la región sureña de Jersón.
Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de haber destruido dicha presa y, mientras el agua sale sin control alguno, todas las alarmas se disparan ante la amenaza que supone para otra infraestructura estratégica de vital importancia, la central nuclear de Zaporiyia, y ante unas consecuencias que en cuestión de horas se traducirán en severas inundaciones y evacuaciones de poblaciones ya castigadas por el azote de una guerra cronificada.
Estas son las claves y las respuestas a las principales incógnitas que surgen tras la destrucción de la mayor presa de Ucrania en un momento clave de la contienda, con todos los síntomas de que Kiev ha iniciado la esperada contraofensiva y con Rusia tratando de hacerse fuerte en el Donbás tras la captura de Bajmut (Donetsk).
¿Qué ha pasado esta madrugada en Jersón?
Las primeras informaciones rusas -bando que controla la infraestructura- hablaban de que la presa de Kajovdka (Jersón, sur de Ucrania) se había venido abajo a las 2.00 horas (horario local) ante lo que el alcalde de la ocupada localidad ucraniana de Nueva Kajovka -es decir, impuesto por Moscú- calificó de una serie de ataques ucranianos que habían causado daños en las válvulas.
"El agua del embalse de Kajovka comenzó a descargarse aguas abajo sin control", señaló el regidor, reportando una rotura, una brecha en la presa de cuatro metros de altura y alertando de que en tan sólo cinco horas el nivel de agua podría alcanzar su nivel más crítico.
Hasta este mediodía, la rotura ha desembocado en
¿Qué supone la fuga de agua "sin control" de cara a inundaciones y evacuaciones?
De momento se desconoce el impacto exacto que tendrá la destrucción de la presa, pero los primeros balances y cálculos ya son desastrosos. Las autoridades impuestas por Rusia en la localidad ucraniana de Nueva Kajovka han declarado el estado de emergencia en la ciudad, una medida que ha entrado en vigor a las 12:00 hora local (9.00 GMT), según el alcalde de Nueva Kajovka, Vladímir Leontiev.
Las autoridades prorrusas advirtieron en un comienzo a seis poblaciones para que estén preparados para la evacuación, alerta que se amplió en apenas unas horas a 80. "Si es necesario, estamos listos para evacuar a los residentes de las aldeas costeras (del río Dniéper), se han preparado autobuses", anunció el presidente del Gobierno [prorruso] de Jersón, Andréi Alekseenko.
Con todo, los mensajes que llegan desde el Jersón ocupado tienen un tono tranquilizador. El propio alcalde de Nueva Kajovka ha confirmado que la presa no se ha venido abajo del todo, cuestión que ha calificado de "una gran felicidad". También ha explicado que "la estructura hidráulica está construida de tal manera que es imposible descargar agua de una sola vez, por lo que la situación no es crítica".
No obstante, el regidor de dicha localidad que alberga la presa sí ha reconocido que unas 300 casas cercanas pueden caer en la zona de inundación debido a la fuga de agua. Según los servicios de emergencia rusos, 11 de las 28 válvulas de la central hidroeléctrica han sido destruidas, confirmando que hay 80 localidades que pueden verse afectadas al estar en la zona de inundación, ha recogido la agencia rusa TASS.
¿Qué consecuencias medioambientales puede tener?, ¿sólo en Ucrania?
Las autoridades ucranianas estiman que hasta este mediodía se han vertido unas 150 toneladas de aceite de motor a las aguas del Dniéper y se teme a que otras 300 acaben en el mismo lugar. Desde el primer momento, Ucrania habló de "ecocidio", puesto que se teme que las inundaciones acaben anegando importantes áreas de cultivo que necesitan de un entramado de regadíos que acaba de desaparecer.
Esto pasa inevitablemente por Jersón, Zaporiyia, pero también por Crimea. Pero no se quedará ahí. Es más que esperable el probable impacto adverso en aquellos países que dependen del grano ucraniano. Como ocurrió antes de que se mediase internacionalmente para lograr un acuerdo de exportación, cualquier variación en la producción de cereales en el país invadido puede suponer un mazazo en continentes como el africano.
Un temor que queda ilustrado en las imágenes que circulan por Telegram de grúas parcialmente sumergidas, las mismas que se utilizan para levantar hasta 92.000 toneladas de grano en la localidad de Kozatske.
Por otra parte, Mykhailo Yatsiuk, de la Academia Nacional de Ciencias Agrarias, apuntó a que esperan importantes procesos de erosión y contaminación de suelos y agua. De momento, complicado de calcular, pero a todas luces serán "grandes" y afectarán "más allá de las fronteras ucranianas".
¿Por qué es esencial la presa de Kajovka?
Una vez más, Ucrania ve como una de sus mayores infraestructuras energéticas peligra en manos de Rusia -véase la agravada situación en la central nuclear de Zaporiyia-, puesto que la mayor presa del país ya se convirtió en un objetivo clave durante la primera fase de la contienda. La misma en la que las fuerzas rusas lograron su mayor conquista en la guerra, la captura de la ciudad costera de Jersón -que da nombre a la región homónima-.
Jersón era clave porque daba control de buena parte del río Dniéper y su desembocadura, crucial para dominar el mar Negro y muy relevante para amenazar ubicaciones de gran relevancia, como la ciudad de Odesa en el suroeste. Cuando Kiev lanzó su primer contraataque reconquistaron Jersón, pero no la central hidroeléctrica situada a 60 kilómetros río arriba. Y es que, el pasado otoño, Rusia logró mantener el control de la orilla izquierda del Dniéper a pesar de abandonar el tercio norte de la provincia ucraniana -y a los mismos habitantes a los que obligó a votar en un referéndum ilegal y sometió a una férrea ocupación durante meses-.
Esta presa no solo es crucial en materia de suministro energético -recordemos, en un contexto en que Moscú ha venido centrando desde el pasado invierno su estrategia de bombardeos y ataques con drones suicidas en infraestructura energética-. También lo es para el abastecimiento de agua potable de las localidades costeras ucranias, las mismas sobre las que pesa la amenaza de inundación. Este problema ya fue importante durante el repliegue de fuerzas rusas en Jersón, tras meses de ocupación.
Sin embargo, la presa destruida no solo abastece de agua a la región ucraniana anexionada ilegalmente por Rusia -a pesar de que actualmente solo controla un tercio de ella- también suministra agua al a península ucraniana de Crimea. La joya de Rusia en el mar Negro que también se anexionó mediante un referéndum sin reconocimiento internacional en 2014. A su vez, base de la flota rusa y blanco de los últimos y recientes sabotajes y ataques ucranianos -que Kiev desmiente y achaca a ataques de la resistencia anti Putin-.
El gobernador de la península, Serguéi Axiónov, ha asegurado que "no hay amenaza de inundaciones en Crimea. Sin embargo, existe el riesgo de que el Canal de Crimea del Norte se vuelva poco profundo". En este sentido, puso sobre la mesa cifras que alejan el temor de un desabastecimiento de agua, apuntando a un volumen embalsado de 40 millones de metros cúbicos. Estos depósitos, vitales para suministrar agua a poblaciones como la de Sebastopol, estarían al 80% de su capacidad cuando habitualmente se llenaban entre el 15% y el 20%.
La clave de esta suerte de la guerra del agua que se libra también desde el inicio del conflicto pasa por ese Canal de Crimea Norte. Con 400 kilómetros de largo, comienza precisamente en el embalse de Kajovka, que alberga la presa dañada. Fue construido a lo largo de una década, concretamente entre 1961 y 1971, con la finalidad de llevar agua a zonas secas de Jersón y de la península.
Kiev bloqueó el canal en 2014, cuando se produjo la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia, pero Moscú lo desbloqueo en los primeros compases de la invasión en febrero de 2022. Desde entonces han trasvasado 400 millones de metros cúbicos de agua, a un ritmo de casi dos millones diarios.
¿Cómo afecta a la seguridad de la central nuclear de Zaporiyia?
Todos los ojos se han fijado en la mayor central nuclear de Europa en cuanto llegaron las primeras informaciones sobre la destrucción de la presa de Jersón. ¿Por qué? Porque la planta hidroeléctrica afectada es fundamental para una planta de Zaporiyia que acumula algunas de las peores alertas que ha hecho saltar la invasión rusa. Se emplea para refrigerar los reactores de la planta y prevenir una fuga radioactiva.
Los constantes ataques en las inmediaciones de la central -en el pasado, con misiles incluso cayendo cerca de un reactor nuclear- han provocado que en distintas ocasiones la central se quedase sin suministro de energía, funcionando con el abastecimiento de emergencia -vía combustible diésel-. Las misiones internacionales de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) han sido otra constante y el organismo dirigido por Rafel Grossi ha advertido que la situación es realmente peligrosa.
El propio mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, ha alertado esta mañana de la destrucción de la presa achacándolo a "terroristas rusos" y adelantando que había convocado al Consejo Nacional de Seguridad y Defensa: "Los terroristas no podrán detener a Ucrania con agua, misiles o cualquier otra cosa. Todos los servicios están funcionando". Con todo, ha asegurado que "la seguridad de las personas es una prioridad".
En este sentido, la OIEA ya se ha pronunciado de una forma tranquilizadora. Sus expertos sostienen que "no hay riesgo inmediato para la seguridad nuclear en la planta", al tiempo que subrayan que "el OIEA está al tanto de los informes de daños en la presa de Kajovka". Y añaden en otra publicación en su cuenta oficial de Twitter: "Los expertos del OIEA en la central nuclear de Zaporiyia están siguiendo de cerca la situación; no hay riesgo inmediato para la seguridad nuclear en la planta".
Por otra parte, desde el organismo internacional apuntan a que el embalse de la central nuclear está lleno con un nivel de agua de 16,6 metros, lo que bastaría de momento para mantener las necesidades de la central. De momento, porque el propio Grossi ha señalado que "si desciende por debajo de 12,7 metros ya no se podrá bombear" y "la ausencia de agua de refrigeración en los sistemas esenciales durante un periodo de tiempo prolongado provocaría la fusión del combustible y la inoperatividad de los generadores diésel de emergencia".
Por parte del bando ruso, Renat Karchaa, asesor de la operadora rusa de las plantas nucleares, Rosenergoatom, ha apuntado también a bajo riesgo. "Podemos afirmar con cautela que toda esa historia (con la presa de Nova Kajovka) lleva un riesgo mínimo para la planta de Zaporiyia", ha esgrimido, admitiendo que "los riesgos siempre existen, pero en este caso son mínimos".
Karchaa también ha reconocido que hubo un "periodo alarmante", cuando el nivel del agua en el embalse "estaba aumentando", pero se tomaron "medidas para minimizar los riesgos", sin llegar a concretar los peligros que manejaban en esas primeras horas convulsas.
¿Qué dice Ucrania y qué dice Rusia sobre la destrucción de la presa?
Si bien es necesario mencionar que el propio Zelenski había advertido hace varios meses de que Rusia habría colocado minas en la presa ante los avances del Ejército de Ucrania en Jersón, lo cierto es que las primeras declaraciones desde ambos bandos recuerdan a lo sucedido cuando un misil casi impacta en un reactor de la central nuclear de Zaporiyia.
Rusia asegura que Ucrania ha atacado la presa esta madrugada con sistemas de lanzamiento múltiple Alder, lo que habría desembocado en la destrucción de hasta 11 de las 28 válvulas de dicha infraestructura. Es más, horas más tarde de conocerse la brecha, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha hablado directamente de atentado de falsa bandera por parte de Ucrania. "Podemos afirmar inequívocamente que estamos hablando de un sabotaje deliberado por parte de Ucrania, que fue planeado y llevado a cabo por órdenes del régimen de Kiev", señaló el vocero del Gobierno de Putin en declaraciones recogidas por Interfax.
"Está claro que este sabotaje tenía entre sus objetivos privar de agua a Crimea. El nivel de agua en el embalse está cayendo y, en consecuencia, el suministro al canal está disminuyendo drásticamente", ha añadido, vinculándolo a lo que Moscú considera el inicio de la contraofensiva. "Aparentemente, este sabotaje también está relacionado con el hecho de que, después de haber lanzado operaciones ofensivas a gran escala en los últimos dos días, las Fuerzas Armadas ucranianas no están logrando sus objetivos", ha desgranado.
La versión que llega desde Kiev en radicalmente distinta. Sin haberse confirmado todavía si la serie de ataques que Moscú asegura haber repelido en el sur de Donetsk (Donbás) formarían parte de la contraofensiva ucrania, desde la Presidencia señalan que lo ocurrido en Jersón es un intento de Rusia de "crear obstáculos insalvables en el avance de las Fuerzas Armadas ucranianas".
Son declaraciones del núcleo duro de Zelenski, concretamente del asesor de la oficina presidencial ucraniana Mijailo Podolyak. “Rusia ha volado las presas de la central hidroeléctrica de Kajovka. El propósito es obvio: crear obstáculos insalvables en el avance ucraniano; tomar la iniciativa informativa; ralentizar un final justo de la guerra”, aseguró Podolyak.
Poco después, la empresa pública hidroeléctrica ucraniana, Ukrhidroenergo, ha asegurado en un comunicado que los daños son "irreparables" y fueron causados por "una detonación en la sala de máquinas desde el interior". "Como resultado de la detonación de la sala de máquinas desde el interior, la central hidroeléctrica de Kajovka ha sido completamente destruida. La central no puede ser reparada", se lee en la nota oficial de la empresa.
Mientras, la Unión Europea ha apuntado hacia Rusia y le ha acusado de cometer un crimen de guerra con el ataque contra la presa. "Conmocionados por el ataque sin precedentes a la presa de Kajovka. La destrucción de infraestructuras civiles constituye claramente un crimen de guerra y exigiremos responsabilidades a Rusia y a sus aliados", ha señalado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
El ex primer ministro belga ha tenido palabras de apoyo para los ucranianos afectados por esta catástrofe y ha avanzado que la reunión de líderes europeos de finales de mes en Bruselas tratará la situación y propondrá ayudas para las víctimas.
¿Cuánto costará reparar la presa si es posible?
De momento es muy pronto para tener cálculos precisos del coste económico y temporal que será necesario para reparar la presa, si las afirmaciones rusas resultan ser verídicas y es posible recuperarla. Contodo, el alcalde prorruso de Nueva Kajovda, Vladímir Leontiev, ha dado pistas sobre ello en declaraciones al canal ruso Soloviev Live.
"La escala de la destrucción es muy grave, ahora no se puede decir que será muy fácil de restaurar. Aparentemente, esto requerirá exactamente la misma construcción de la central hidroeléctrica que en 1950-1956", apuntó el regidor dejando claro que "me gustaría enfatizar una vez más que este es un acto terrorista grave. Las consecuencias aún se estudiarán".
Horas después, el optimismo en el tono de las declaraciones del propio alcalde se ha visto rebajado en gran medida. "Creo que, igual que la central hidroeléctrica fue construida en los años cincuenta, tendrá que ser reconstruida tras nuestra victoria", ha declarado Leontiev a la cadena de televisión rusa Rossiya 24.