Un deber con los jóvenes
Tenemos la responsabilidad política de formar a nuestros jóvenes para que se queden en España.
La juventud es uno de los colectivos que más está sufriendo esta crisis.
Los duros y difíciles tiempos de la anterior crisis dejaron una situación de desempleo juvenil lentamente recuperado en los últimos años. Ahora y nuevamente las y los jóvenes vuelven a ser uno de los grupos sociales que peor parados están saliendo de esta pandemia, son uno de los colectivos con mayor desigualdad.
Muchos han tenido que renunciar a su emancipación, a su autonomía personal. Por eso nuestra responsabilidad como sociedad debe priorizar políticas para la juventud, políticas transversales que no simplemente afronten lo más urgente —trabajo o vivienda—, sino un proyecto de futuro en una España verde, en un país sano que afronta con valentía el reto del cambio climático, para que nuestros jóvenes de hoy y los jóvenes del futuro hereden un proyecto de país sostenible.
La España 2050 obedece a una perspectiva de futuro, de previsión, de preparación de nuestro país para los retos de la sociedad del futuro, de la sociedad que recibirán nuestros jóvenes de hoy. Es incomprensible la actitud retrógrada de la derecha, instalada siempre en la improvisación, en la política del salir al paso sin planificación, sin previsión, sin poner las bases para construir un proyecto sólido.
Necesitamos empezar a construir la España que queremos dejar a las generaciones del futuro, un modelo social y un modelo económico basado en una transición ecológica, en la innovación en la investigación, en la innovación introducida también en todos los sectores tradicionales de nuestra economía y en la detección de nuevos sectores productivos que permitan adecuar un proyecto educativo, formativo e integral que responda a las necesidades de la sociedad del futuro. Por eso este Gobierno está empeñado y comprometido absolutamente con la educación del presente para formar a los trabajadores del futuro.
Un proceso de transformación de la educación en todas sus etapas y en todas las edades, desde la educación infantil hasta la jubilación, porque la educación y la formación se conciben ahora y en el futuro como un proceso de aprendizaje a lo largo de la vida.
Se trata de ofrecer la formación inicial a los jóvenes y la formación continua y permanente a todos los trabajadores para que cada persona tenga asegurado su momento y su derecho de formación según sus propias necesidades personales, y/o de la empresa, una sinergia de colaboración estrecha entre el sistema educativo y el mundo laboral. Es decir, una profunda transformación que se va a producir con el desarrollo de tres leyes esenciales para la juventud de este país: la ley de educación —la flamante LOMLOE—, la ley de FP y la ley de universidades.
Formación sólida junto con oportunidades para generar nuevos proyectos económicos son clave para permitir y garantizar un proyecto de futuro para nuestros jóvenes en España. El gobierno de España apoya este binomio estructural y lo hace con hechos, como el plan de choque contra el desempleo juvenil dotado de 1.365 millones de euros para facilitar la contratación de más de un millón de jóvenes en los próximos tres años.
Tenemos la responsabilidad política de formar a nuestros jóvenes para que se queden en España, para retener su talento en nuestro país, para que su potencial y su aportación al desarrollo sean empleados en España, en ámbitos del futuro como son la digitalización, la economía verde y la transición ecológica.
De ahí que las futuras leyes de universidades y de ciencia contemplen medidas para retener a nuestros jóvenes en las universidades españolas y en nuestros centros de investigación, ofreciendo condiciones dignas de trabajo y opciones reales para desarrollar carreras de investigación en España.
La oportunidad para los jóvenes está ya en el presente, contamos con 140.000 millones de euros que provienen de fondos europeos. El Plan de recuperación, transformación y resiliencia va a permitir una transformación económica y sostenible del país y es una puerta a la generación de empleos, sobre todo de empleos para la juventud, empleos que van a requerir una cualificación y competencias profesionales, muy específicas, de ahí la importancia de un modelo formativo flexible y conectado con la empresa.
Estamos saliendo de un duro momento para la juventud, que ha cambiado su forma de vida, de estudio, de relación, de tiempo libre, y que se ha cobrado una gran factura en la entereza personal de muchos jóvenes. Pero se abre un nuevo tiempo, un proceso de opciones y oportunidades para la juventud. Hay ganas, voluntad, hay políticas, proyecto, formación y recursos económicos. Los condimentos necesarios para un proyecto de futuro, un futuro que deben liberar los jóvenes de hoy en los tiempos del mañana.