Rusia, un páramo asfixiante para la libertad de expresión
La retirada de la licencia del medio independiente Nóvaya Gazeta es el último capítulo de la represión interna. Desde que empezó la guerra, 16.437 personas han sido detenidas.
Este tres de septiembre Dimitri Muratov, Premio Nobel de la Paz 2021 y co-fundador y director del medio independiente ruso Nóvaya Gazeta, sostenía una foto de Mikhail Gorbachov durante el funeral del mismo. Ambos, el periodista y el último líder de la Unión Soviética, fundaron el rotativo el uno de abril de 1993. Tres días después del sepelio, al que acudieron cientos de rusos pero no Vladimir Putin, un tribunal ha retirado la licencia al periódico.
Este es el último episodio de una represión alargada en el tiempo y reforzada desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. Poco más de seis meses después del inicio de los combates, 16.437 personas han sido detenidas en Rusia por protestar contra la guerra, alrededor de 7.000 páginas web han sido censuradas y cerca de 108 organizaciones han sido definidas como “agentes extranjeros” y “organizaciones indeseadas” por las autoridades rusas, según el monitoreo que la ONG OVD-info realiza sobre la represión en Rusia.
Las reacciones no tardaron en llegar. La ONU pidió este lunes a Rusia que respete la libertad de prensa y garantice el acceso a la información de sus ciudadanos. “Las autoridades rusas deben abstenerse de cualquier medida que reprima informar sobre asuntos graves de interés público y deben permitir el debate con voces diversas y plurales en los medios de comunicación”, señaló Michelle Bachelet, de la Alta Comisaría de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, informa EFE.
Muratov, cuyo periódico no circulaba ya en su versión digital ni escrita por decisión propia ante el aumento de la presión, ha acusado a las autoridades rusas de fulminar definitivamente a Nóvaya Gazeta. “Hoy han matado al periódico. Les han robado 30 años de vida a sus trabajadores. Han privado a los lectores del derecho a recibir información”, clamaba el director en un comunicado hecho público por el propio medio y recogido por la Agencia EFE.
El señalamiento de los medios por parte del Kremlin tiene, además, consecuencias directas que afectan a la seguridad de los periodistas. El propio Muratov sufrió un ataque mientras viajaba en un tren de larga distancia. Lelanzaron un cubo de pintura roja con acetona al tiempo que le gritaban: “Muratov, toma, por nuestros muchachos”, en referencia a los soldados rusos desplegados en Ucrania.
Estos atentados contra la prensa muchas veces son justificados por el Kremlin como respuesta a las cancelaciones de canales ligados al Gobierno ruso en la Unión Europea, como RT o Sputnik, según Reporteros Sin Fronteras (RSF).
Este aumento de la tensión va acompañado de un afinamiento de la artillería legal contra los informadores. El código penal ruso ha afilado sus hojas. Protestar contra la guerra o denunciar los atropellos y crímenes de las Fuerzas Armadas Rusas son acciones que pueden acarrear, desde marzo, hasta 15 años de cárcel. Estas denuncias son consideradas como “noticias falsas”.
RSF denuncia que más de 27 medios de comunicación han sido clausurados desde que se inició el conflicto y miles de periodistas han abandonado la Federación que lidera Vladimir Putin. Uno de ellos fue uno d elos portales de noticias más populares, Medusa, que pudo seguir operando gracias al auxilio de RSF.
Uno de los casos mas sonados fue el de la presentadora Marina Ovsiannikova, que protesto en directo contra la invasión. Fue condenada a pagar una multa de 30.000 rublos (255 euros) y se enfrenta a una causa penal que podría dejarla hasta 15 años entre rejas.
Más recientemente, el periodista Ivan Safronov ha sido condenado a 22 años de prisión por revelar secretos de estado que, sin embargo, eran información pública. Tanto RSF como OVD-info denuncian que el reportero no ha contado con todas las garantías legales para defenderse, sin que ni siquiera se le haya permitido ver a sus abogados en varias ocasiones, denuncian las ONGs. Ya llevaba en prisión preventiva dos años.
La población rusa en ese régimen presidiario tuvo una tendencia descendente hasta el año 2020. Sin embargo en 2022 anota hasta el momento un repunte que la devuelve a los niveles de 2015. Actualmente, el 24,6% de la población reclusa en la Federación Rusa está a la espera de juicio, 115.167 personas en total, 10.947 más que en 2020, según el World Prison Brief, cuyos estudios elaboran la Universidad de Londres y el Instituto de Investigaciones sobre el Crimen y la Justicia.
Decenas de miles de personas han sido detenidas en Rusia por protestar, sin embargo, el endurecimiento del código penal aplacó las protestas, que al principio eran más multitudinarias. Debido a esto se dieron situaciones de lo más esperpénticas, en la que algunos ciudadanos fueron detenidos por sostener un folio en blanco en la vía pública. Una de las últimas acciones más coordinadas fue en el metro de Moscú el pasado junio que se saldó con más de cincuenta detenidos.
Sin embargo, los detenidos no lo son únicamente por este tipo de acciones, mas coordinadas, sino que a veces entran en prisión o son puestos en arresto domiciliario por acciones tan simbólicas como ingeniosas.
Fue el caso de Alexandra Skochilenko, una artista que intercambió las etiquetas de precios de un supermercado en San Petersburgo por mensajes que informaban sobre el bombardeo del teatro de Mariupol sonde se calcula que murieron 600 personas.
Fue arrestada e ingresó en prisión provisional, donde sufrió el maltrato de otras reclusas y no le proveyeron los alimentos que necesitaba por ser celíaca. Se enfrenta a una pena de entre 10 y 15 años de prisión.
OVD-info realiza un seguimiento de los miles de casos de detenciones que se han dado desde el inicio de la guerra. Muchos de los detenidos no se sabe aún dónde están, otros tienen limitados tratamientos médicos que deben continuar por enfrentar enfermedades crónicas y cientos de ellos han sido condenados a trabajos forzados en colonias penales, una práctica legal en Rusia desde 2017.
Rusia se asfixia, y las encuestas sonríen a Putin, cuyo aparato político ha sabido posicionarse como víctima en un conflicto en el que fueron sus tanques los que violaron las fronteras territoriales de un país vecino. A pesar de que la guerra avanza dolorosamente lenta, la contestación interna en Rusia ha sido prácticamente anulada.
Cada caso se explica de manera más o menos pormenorizada. La locura censora del régimen de Putin no se detiene nunca, y corta de raíz cualquier atisbo de protesta. En Tula, al sur de Moscú, fue detenido Dmitri Kozyrev Alexandrovich, que se encuentra en arresto domiciliario.
Infringió el artículo 214 del código penal, que se refiere a crímenes de vandalismo motivado por razones políticas, ideológicas, de raza o religiosas, entre otras. El joven de 27 años admitió su culpa. Su crimen, una pintada en una pared donde escribió: “La guerra es el réquiem del sentido común”.