Rajoy entra en tiempo de descuento
Las claves de la semana.
Martes 22 de mayo, tres horas antes de que el Congreso de los Diputados apruebe los Presupuestos Generales del Estado. Fernando Martínez Maíllo almorzaba con un reducido grupo de periodistas en el reservado de un céntrico restaurante de Madrid y a los postres se deshacía en elogios para con Pedro Sánchez: "No sabéis lo que ha madurado. Lo seguro de sí mismo que se muestra y el sentido de la responsabilidad que ha adquirido ante los temas de Estado. Antes, sus conversaciones con Rajoy duraban 8 minutos y 6 de ellos sobraban. Es otro. El golpe que le asestaron los suyos en 2016 le ha hecho crecer. Ha aprendido a anteponer España al PSOE".
Viernes 25 de mayo, sede de la calle Génova. El mismo dirigente del PP carga ante los micrófonos en los siguientes términos contra el secretario general del PSOE: "Es un ambicioso. Quiere llegar a La Moncloa sin haber pasado por las urnas y sin ganar unas elecciones. No es la primera vez que lo intenta. Quiere asaltar el poder de la mano de los que ponen en peligro a España, y no le importa (...) Está como loco por tener horas en televisión y no para hacer lo que necesita la gente".
Sánchez vuelve al centro del tablero...
Entre la primera y la segunda escena han transcurrido sólo tres días, pero la política española ha pasado de la estabilidad que el PP preveía, tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado esta semana, a vivir un auténtico tsunami como consecuencia de la sentencia sobre el caso Gürtel.
La bomba de neutrones ha caído sobre la calle Génova y la onda expansiva está ya en La Moncloa porque, además de acreditarse la caja B del PP y condenar al partido como beneficiario de una organización criminal, el fallo cuestiona la credibilidad de Rajoy durante el juicio. En cualquier otro país con una democracia homologable a la nuestra, ningún líder político hubiera sobrevivido. Rajoy pretende hacerlo y ya ha decidido enrocarse, pero Sánchez -su principal aliado ante el desafío catalán- se ha cruzado en su camino dispuesto a jubilarle anticipadamente.
Algo se ha roto, pues, en la política española, y no sólo la fluida relación que como consecuencia del 155 en Cataluña mantenían PP y PSOE. El tablero de juego ha cambiado por completo esta semana porque Rajoy ha entrado definitivamente en tiempo de descuento, Sánchez ha robado la iniciativa a un Riverademasiado crecido por las encuestas y hay muchas posibilidades de que en España haya un gobierno socialista este verano. Todo está en movimiento.
Y es que si en Madrid un máster y dos cremas fueron motivo para impulsar una moción de censura, un presidente del Gobierno bajo sospecha de perjurio y una sentencia condenatoria para un PP financiado ilegalmente durante lustros no podía dar para menos. Pedro Sánchez tuvo inicialmente dudas, pero quedaron disipadas con la presión ejercida por algunos de los suyos. La decisión no la discutió más que con media docena de colaboradores, ni siquiera con su Ejecutiva al completo. Y, aunque el jueves por la noche el camino estaba ya trazado tras sondear el parecer de algunos barones, aguardó a la mañana del viernes para hacer pública la presentación de una moción de censura.
...Y roba la iniciativa a Ciudadanos
Antes de anunciarlo y de que se reuniera siquiera su dirección, el texto ya había entrado en el registro del Congreso, lo que motivó el malestar de algunos integrantes de la Ejecutiva a los que no se les dejó tampoco margen para que manifestaran su posición ante el sanedrín reunido en Ferraz con urgencia y de forma extraordinaria. La intervención de Sánchez ante su equipo fue idéntica a la que, con posterioridad, haría ante los medios de comunicación sin admitir más que dos preguntas.
Ferraz temía que, presionado por Ciudadanos, Rajoy pudiera disolver esa misma mañana las Cortes, convocar elecciones y cerrar así el paso a la moción de censura. Sánchez no quería correr riesgos y precipitó una jugada que sorprendió e irritó por igual a propios y extraños, pero con la que cierra el paso a unas elecciones anticipadas que, en estas circunstancias y el auge que todas la encuestas pronostican a Ciudadanos, es muy probable que ganara Albert Rivera.
El PP asume el peor de los escenarios
Para entonces, los inquilinos de Moncloa, ya habían entrado en convulsión y se habían puesto en el peor de los escenarios. En el PP como en el PSOE se habla ya del tránsito final del actual presidente del Gobierno. Porque aunque Ciudadanos no apoye a Sánchez -que ya ha dicho que no lo hará salvo que la moción tuviera carácter instrumental para convocar a las urnas-, Sánchez puede sacarla adelante con los votos de Podemos y los independentistas.
Hay pocas dudas esta vez de que así será. El propio líder de los socialistas ya ha dejado claro que si Ana Pastor fue presidenta del Congreso con los votos de los secesionistas, él también puede serlo del Gobierno. Y esta vez no habrá, con una organización diseñada a su medida tras las primarias de 2017, quien desde su partido lo impida. Mucho menos después de que ante el desafío independentista el secretario general del PSOE no tuviera duda en situarse del lado del Gobierno y el Estado de Derecho, y ahora anuncie un Ejecutivo que defenderá el orden constitucional y la integridad territorial del país. Aun así, además de los votos del bloque secesionista el PSOE busca también un gesto del independentismo que permita rebajar la tensión institucional. El PSC, de hecho, mantiene ya contactos discretos con ERC y el PdeCAT.
Pero el foco sobre el socialismo vuelve a estar en el mismo sitio de hace dos años: ¿Puede valerse Sánchez de los votos del independentismo para llegar a La Moncloa? En Ferraz creen que la elección está entre pasar por alto la indignidad de una democracia que día sí y día también ve a los políticos del PP entrar en prisión por haber saqueado las arcas públicas y ser condenados por financiación ilegal o un Gobierno monocolor dispuesto a a impulsar una agenda social y regenerar la democracia, pero también a hacer cumplir la Constitución y recuperar la normalidad institucional.
Presión para convocar elecciones de inmediato
La presión sobre Sánchez no girará tanto esta vez en torno a los votos de los independentistas como sobre la fecha en que una vez elegido presidente, si fuera así, tendría que convocar nuevas elecciones. Y mientras las primeras señales emitidas desde Ferraz apuntan a que el secretario general permanecería los dos años que restan de Legislatura en La Moncloa con apoyo de Podemos y el independentismo, en algunos territorios temen el desgaste que una entente así puede ocasionar a los barones en sus respectivas citas electorales. Las primeras, las andaluzas que Susana Díaz está dispuesta a convocar en otoño.
Lo que llegue está por ver, pero en Ferraz confían en que la ciudadanía para entonces habrá olvidado los votos con los que salga investido Sánchez y pondrá en valor la decisión de haber acabado con un Gobierno acosado por la corrupción. Y, desde luego, Sánchez no tiene intención de convocar de inmediato elecciones para regalar la presidencia a un Rivera crecido por la demoscopia y el apoyo de los poderes económicos, mediáticos y financieros.
De lo que nadie tiene duda es de que Rajoy ya es historia, e incluso en el PP creen que es mejor dadas las circunstancias un Gobierno de Sánchez durante dos años que les permita regenerarse en la oposición además de desgastar a la izquierda por su alianza con el secesionismo que unas elecciones en los próximos meses que puedan catapultar al estrellato a su principal competidor Rivera.